Por Bernardo Kliksberg (para Safe Democracy)

Setenta por ciento de los 3.000 millones de pobres del planeta (es decir, la mitad de la población mundial) son mujeres y niñas. Dos terceras partes de los analfabetos del mundo son mujeres. Bernardo Kliksberg cree que ha habido importantes avances en la condición de la mujer en los últimos cincuenta años, pero los desafíos pendientes son de gran consideración: las discriminaciones y la exclusión a la mujer, ya han durado demasiado tiempo en el mundo –alerta–, y es hora de erradicarlas entre todos.


Bernardo Kliksberg es uno de los mayores expertos mundiales en lucha contra la pobreza y dirige desde Washington la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo patrocinada por el BID. Es asesor especial de Naciones Unidas, UNESCO, UNICEF, PNUD y otros organismos internacionales, y autor de 40 libros, el más reciente el best seller «Más ética, más desarrollo» (publicado en España por el INAP), además de centenares de artículos técnicos activamente utilizados internacionalmente.

Ha asesorado a más de 30 países en alta gestión, incuyendo a diversos presidentes y a numerosas organizaciones públicas de la sociedad civil y empresariales.

SETENTA POR CIENTO DE LOS 3.000 MILLONES DE POBRES del planeta son mujeres y niñas. Dos terceras partes de los analfabetos del mundo son mujeres. Ha habido importantes avances en la condición de la mujer en los últimos cincuenta años. Sus duras luchas por la equidad de género acompañadas por amplios sectores han logrado la igualdad de derechos jurídicos, una mayor participación política, una fuerte integración a los sistemas educativos, y una creciente incorporación al mercado de trabajo. Todo ello ha incidido en su autoestima, su posición en el núcleo familiar, y su inserción en la sociedad misma. Sin embargo los desafíos pendientes son de gran consideración.

EN LA ECONOMÍA INFORMAL
La pobreza tiene cara de mujer en el planeta y en América Latina. Buena parte de las mujeres que trabajan lo hacen en posiciones menores y en la economía informal. En dos de los países más poblados del mundo, India e Indonesia, el 90 por ciento de las mujeres que trabajan fuera de la agricultura lo hacen en dicha economía. En América Latina, en siete países más del 50 por ciento de las mujeres trabajadoras están en la misma. La discriminación salarial sigue siendo una realidad inaceptable. En la Unión Europea las mujeres ganan 25 por ciento menos que los hombres. En América Latina la distancia supera ampliamente el 30 por ciento. Según un estudio del Banco Mundial los ajustes económicos practicados en la región en los 90 han reducido mucho más la remuneración de las mujeres que las de los hombres, por estar concentradas principalmente en puestos de baja retribución que fueron los más afectados. Las tasas de desempleo son mayores, y el tiempo que tarda una mujer en conseguir otro trabajo más prolongado.

URBANAS, CAMPESINAS E INDÍGENAS
La pobreza afecta duramente a las mujeres urbano-marginales, las mujeres campesinas, y las mujeres indígenas. Ello tiene consecuencias graves en su vida.

Un estudio OPS, BID, Banco Mundial estima que a fines de los 90 en Bolivia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Perú, el porcentaje de partos atendidos por personal capacitado era el 40.2 por ciento, los hogares sin acceso a saneamiento el 53.2 por ciento, y la esperanza de vida de la mujer 69 años. La mortalidad materna, defunciones por cada 100.000 nacidos vivos, multiplicaba por casi 30 la de los países desarrollados. Ente 1990 y 1997 fue de 280 en Perú, 220 en Honduras y 190 en Guatemala. En Haití fue de 600.

DESARTICULACIÓN FAMILIAR
A todo ello se suma la desarticulación familiar bajo el embate de la pobreza. Más del 20 por ciento de los hogares tienen una mujer humilde sola al frente del hogar. Sin su coraje, porque se quedó para defender la familia, ante el abandono del cónyuge masculino, se estima que la pobreza sería en toda la región un 10 por ciento mayor de lo que es, pero su vida es muy difícil. A todo este cuadro se lo ha llamado «la feminización de la pobreza en la región».

También las mujeres de otros sectores sociales tienen fuertes retos por delante. La incorporación de la mujer a las profesiones y el trabajo, sin contar con ayudas mayores en sus responsabilidades hogareñas, la obliga a multiplicar esfuerzos. Por otra parte, por la discriminación debe hacer muchos más méritos que los hombres para lograr avanzar en su carrera.

ESPAÑA, EJEMPLAR
El proceso es acompañado en la región por la subsistencia de sesgos de género en la cultura, estereotipos, y dosis importantes de «machismo». Son ejemplares las leyes que España termina de dictar al respecto. La Ley contra la violencia de género busca aumentar la protección y la ayuda a la mujer mediante varias iniciativas penales, educativas, sociales, y laborales.

Al aprobarse por unanimidad, el Jefe de Gobierno José Luis Rodríguez Zapataro proclamó «es un triunfo de las mujeres, un poderoso instrumento contra la dominación que sufren, para que pueda ser definitivamente erradicada». Un aspecto central de la ley es luchar contra el machismo desde la escuela. En ella se enseñará sobre «ética e igualdad entre hombres y mujeres», y habrá un responsable de igualdad que tendrá la tarea de poner en marcha en las aulas medidas e iniciativas que la favorezcan. También en España hay pasos para legislar sobre discriminación de las mujeres en las empresas.

LA INMORALIDAD DE LA DISCRIMINACIÓN
La discriminación de género es inmoral, y limita el aporte a la sociedad de la mitad de ella, portadora de capacidades de excepción. Entre múltiples aspectos, las madres se han convertido en el actor central de los programas sociales más exitosos, y según diversas investigaciones internacionales «donde la influencia de las mujeres en la vida es pública es mayor, el nivel de corrupción es menor».

Por otra parte su rol en la familia que aun no miden las estadísticas nacionales es de un valor incalculable. Con frecuencia se desvaloriza ese rol calificándolo como «no hacer nada». Un agudo pensador español, Manuel Castells, resaltó: «Si las mujeres que no hacen nada, dejaran de hacer sólo eso, toda la estructura urbana como la conocemos sería incapaz de mantener sus funciones».

Las discriminaciones y exclusiones a la mujer, ya han durado demasiado tiempo en el mundo y la región, es hora de erradicarlas entre todos.