Casimiro García Abadillo cree que el alto el fuego permanente declarado por ETA es, sin duda, una buena noticia, y que será una victoria completa de la democracia si la gestión del proceso de paz se lleva a cabo preservando los cimientos del Estado de derecho. García Abadillo pide al Partido Socialista y al Partido Popular que dejen los partidismos de lado. Y aclara que no se acabará con una pesadilla de casi 40 años en sólo unas semanas: hay que tener paciencia, pero, sobre todo, convicciones.
Casimiro García Abadillo es periodista y Vicedirector del periódico El Mundo. Ha publicado «11-M, La Venganza» (La Esfera de los Libros).
EL ALTO EL FUEGO PERMANENTE DECLARADO POR ETA ES, sin duda, una buena noticia. Y será una victoria completa de la democracia si la gestión del proceso de paz se lleva a cabo preservando los cimientos del Estado de derecho.
Si los terroristas consiguen, a cambio de dejar de matar, cualquier tipo de contrapartida política, entonces habrá un claro vencedor: ETA.
LA VIOLENCIA NO GENERA RÉDITOS
No se trata de ser duros porque sí, o porque haya una deuda pendiente con las víctimas (que, por supuesto, la hay), sino de que nadie saque la lección de que la violencia genera réditos en democracia.
La ley tiene que seguir aplicándose y los jueces deben seguir haciendo su trabajo sin presiones por parte de un entorno radical que quiere comenzar a cobrarse ya la recompensa de la paz o de unos partidos que tienen miedo de que todo se vaya a pique antes de haberle sacado provecho.
PARTIDISMOS, EN SEGUNDO PLANO
El proceso será muy complicado y por eso es primordial que el Gobierno cuente con la colaboración del principal partido de la oposición. En este asunto, los partidismos deben quedar en segundo plano. El Partido Socialista y el Partido Popular tienen que demostrar a los ciudadanos que existen intereses más elevados que los que se circunscriben a ganar las próximas elecciones. Si se hace así, todos ganarán. Sobre todo, los ciudadanos y la democracia.
Existe una oportunidad para la paz y todos debemos colaborar para que no se frustre. Deberíamos trabajar juntos en la construcción de una especie de «coalición de los sensatos», que sirva para hacer frente a los intereses diversos y poderosos de los que pretenden abortar esta esperanza.
LA FUERZA DEL ESTADO DE DERECHO
La generosidad, que habrá que administrar, tiene que ser percibida por la sociedad como una señal de fuerza del Estado de derecho, no como una muestra de debilidad.
Probablemente, habrá terroristas que se quieran bajar de este tren en marcha y que prefieran seguir utilizando las pistolas. Pero esa no será una prueba de que se ha fracasado. Así ha ocurrido ya en otros procesos, como el que se produjo en Irlanda del Norte, e incluso cuando se llevó a cabo la autodisolución de ETA. No se debe pretender acabar con una pesadilla de casi 40 años en sólo unas semanas. Hay que tener paciencia, pero, sobre todo, convicciones.
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