Por Augusto Zamora R. (para Safe Democracy)

Augusto Zamora R. señala dos lecciones que pueden (y deben obtenerse) de la desastrosa situación en Irak a tres años de la invasión estadounidense: en primer lugar, que la ruptura del orden mundial fomenta la inseguridad y alimenta a las fuerzas que promueven el terrorismo. En segundo lugar, que la democracia no puede imponerse por la fuerza de las armas en Oriente Medio; el militarismo rampante provoca un rechazo general y fomenta, más que la libertad, corrientes fanáticas y repulsa a los valores occidentales que se quieren promover. Zamora R. cree que ahora no queda más que reconocer el error de la invasión y buscar una solución retirando las tropas extranjeras y recuperarando a Naciones Unidas y la Liga Árabe como sujetos esenciales de cualquier salida pacífica y negociada.


Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido abogado nicaragí¼ense ante la Corte Internacional de Justicia entre 1983 y 2001.

Zamora.jpg TRES MESES Y MEDIO HAN PASADO DESDE LAS ÚLTIMAS elecciones en Irak, celebradas el pasado 15 de diciembre de 2005. Tres meses y medio sin que las agrupaciones políticas hayan podido alcanzar acuerdos mínimos que permitan formar un gobierno, de unidad nacional. Un periodo durante el cual la violencia contra civiles ha alcanzado niveles extremos, llegando incluso a hablarse de una guerra civil en ciernes, como parece demostrar el diario hallazgo de decenas de personas ejecutadas, buena parte de ellas con señales de haber sufrido torturas y graves abusos.

Si en febrero de 2004 se contaron 280 civiles muertos, en febrero de 2006 la cifra se elevó a 1.000. La población iraquí sufre una sangría humana atroz, que resulta insuficiente para mover a gobiernos y organizaciones hacia un plan que permita ponerle fin.

CATÁSTROFE ECONÓMICA
La situación económica no presenta un panorama mejor. La recuperación habida entre 2003 y 2004 pasó como nube de verano, para caer otra vez a niveles de preguerra. La producción petrolífera ha pasado de 2,3 millones de barriles diarios a 1,8 millones. La producción eléctrica también sufrió una bajada drástica, a 3.700 megavatios, un nivel inferior al existente en el periodo de preguerra, que era de 4.000 megavatios. El combustible disponible para consumo doméstico ha bajado aún más, del 88 por ciento existente en 2004 a un exiguo 55 por ciento este 2006. A la catástrofe humanitaria se une, pues, una catástrofe económica similar, que ha sumido al país en una penuria que alimenta el odio.

MUY LEJOS DE LA PAZ Y LA DEMOCRACIA

Nada queda de los anuncios hechos, en momentos de euforia, por los líderes de las fuerzas invasoras, que auguraban para Irak un futuro de paz y democracia. Bien al contrario, tres años después del inicio de la guerra de agresión, la región entera se encuentra en efervescencia, con la resistencia iraquí consolidad y efectiva, los talibanes en Afganistán recobrando fuerza y con Irán como pieza esencial e insoslayable de cualquier solución que permita hallar una salida al laberinto iraquí.

Muchas lecciones pueden y deben sacarse de la desastrosa agresión de Estados Unidos contra un país soberano. Destacan dos. La primera, que la ruptura del orden mundial fomenta la inseguridad y alimenta a las fuerzas que promueven el terrorismo, como demuestran las cifras. En abril de 2005, el Departamento de Estado estadounidense difundió su informe anual sobre terrorismo. Según el mismo, en 2004 se habían producido 651 atentados terroristas «significativos», con 1.907 víctimas mortales. La importancia de estas cifras resalta al compararlas con las del informe del año 2002, que registró 198 atentados. Las cifran demuestran que, con la invasión de Irak, el terrorismo se ha multiplicado en el mundo.

POLÍTICA FRACASADA

Otra lección fundamental es que la democracia no puede imponerse por la fuerza de las armas, ni atropellando los más sagrados derechos de los pueblos. La prepotencia política y el militarismo rampante provocan un rechazo general y fomentan, más que la libertad, corrientes fanáticas y repulsa a los valores occidentales que se quieren promover.

Ahora no queda más que reconocer el error y buscarle solución. Retirando las tropas extranjeras y recuperando a Naciones Unidas y la Liga Árabe como sujetos esenciales de cualquier salida pacífica y negociada al horror que vive el pueblo iraquí.