Por Luis Fernando García Núñez (para Safe Democracy)

Luis Fernando García Núñez cree que Ecuador es la nueva y radical sorpresa, guste o no: ahí está un pueblo que ejerce su función esencial de abanderado de la soberanía, escribe. García Nuñez explica por qué los indígenas han decidido salir a las calles –al igual que en Bolivia y Perú— para asumir su responsabilidad en los procesos que vive el país, a pesar de sus propias derrotas y contradicciones, y fortalecer así su presencia en la arena política.


Luis Fernando García Núñez es periodista y profesor de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá.

UNA MIRADA A LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS DE LA HISTORIA de Ecuador permitirá reconocer novedosos aportes al desarrollo de las ideas políticas y al compromiso de la sociedad en la transformación de un país –apenas tiene 12 millones de habitantes–, que enfrenta los habituales problemas de pobreza y desigualdad que tienen estas naciones latinoamericanas.

Por la falta, precisamente, de ese rasgo de dignidad y sentido de la democracia que hoy, después de siglos de ultrajes y expoliaciones, han resuelto cambiar: «América Latina no se detiene», dice Carlos Gutiérrez. «Sus habitantes buscan y demandan soluciones» (Le Monde Diplomatique, mayo de 2005).

PARTICIPACIÓN POPULAR
Y Ecuador es la nueva y radical sorpresa. Sí, radical en el sentido claro y profundo de la palabra: ahí está un pueblo que ejerce su función esencial de abanderado de la soberanía y en quien reposa la razón misma de la nacionalidad. Es una lección para todos, queramos o no entenderla.

Es el ejercicio conciente de una sociedad que sabe que la historia la hace él o se la hacen a la fuerza desde otras instancias lejanas, desconocidas y autoritarias, como sucedía hasta hace poco. Y es que «tres presidentes destituidos en no más de ocho años son muestra fehaciente de la contradictoria realidad entre democracia formal y realidad social» (Ibid).

DEMOCRACIA EN LA REGION ANDINA
Varios análisis se podrán hacer para ver cuál ha sido en realidad el desarrollo de la democracia en Ecuador. Un libro muy reciente (Constitucionalismo autoritario: los regímenes contemporáneos en la Región Andina), escrito por Pablo Andrade y Aldo Olano, esclarece parte de este panorama y permite reconocer la razón de la histórica lección que se da en estos momentos en todo el continente; desde Estados Unidos, que no salen de su asombro al ver millones y millones de latinos manifestándose contra de las nuevas y perversas leyes de inmigración.

INDÍGENAS UNIDOS
Además, se debe agregar un elemento fundamental al nuevo panorama de América Latina, y en especial al caso del Ecuador, y es la presencia política, clara y definitiva, de los indígenas, que al igual que en Bolivia y Perú, han decidido salir a las calles para asumir su responsabilidad en los procesos que se viven, a pesar de sus propias derrotas y contradicciones, con las cuales han buscado esa transformación que se requiere para encontrar los caminos coherentes y correctos.

En buena medida, se vive una grave crisis por la forma como el gobierno de Alfredo Palacio ha querido negociar el Tratado de Libre Comercio (y debemos agregar a esto todo el conflicto que se ha creado con el Plan Colombia y el Plan Patriota, que ha servido para minar las hasta hoy buenas relaciones entre los dos vecinos).

COMPROMISO DE LA CLASE DIRIGENTE
Mientras no exista un verdadero compromiso de la débil clase dirigente ecuatoriana con su pueblo, éste saldrá a las calles cada vez que sea necesario y se enfrentará a gobiernos corruptos y neoliberales que consideran que el progreso sólo se mide en millones de dólares y en exportaciones e importaciones, y no en la participación de nuevos actores sociales que buscan equilibrio para fortalecer los derechos y el bienestar de los pueblos y su relación democrática con el poder. Priman, precisamente, una serie de intereses que se deben considerar a la luz de las nuevas dinámicas que vive Latinoamérica.

No en vano el triunfo de Evo Morales significa para estos países, con una mayoritaria población indígena, que ellos también se pueden manifestar en las decisiones políticas que antes tomaban algunos intelectuales de la derecha o la izquierda, sin considerar la presencia y la urgencia de estos pueblos que quieren ser protagonistas de su historia y no simples testigos de la infamia y del desconocimiento. Estamos ante pueblos con presencia visible y con una rica experiencia que han convertido en la realidad de anhelo de dignidad y soberanía.