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Por Augusto Zamora R. (para Safe Democracy)

Augusto Zamora R. comenta la reciente propuesta de la administración estadounidense que pretende levantar un muro de 3.000 kilómetros en la frontera con México, y aprovecha para analizar la cuestión de la inmigración latina en Estados Unidos, y las relaciones con los países latinoamericanos. Washington debería rendir un nuevo tributo al realismo y asumir su futuro inmediato de país bilingí¼e y anglo-hispano, alerta.


Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido abogado nicaragí¼ense ante la Corte Internacional de Justicia entre 1983 y 2001.

Zamora.jpg EN LAS SEMANAS PASADAS, DECENAS DE CIUDADES DE ESTADOS UNIDOS se vieron sacudidas por las mayores movilizaciones ciudadanas desde la guerra de Vietnam, con una notable particularidad. Los convocantes eran una red organizaciones latinoamericanas, desde emisoras de
radio a ONG, que llamaron a manifestarse contra la propuesta de ley que pretende levantar un muro de 3.000 kilómetros, en la frontera con México, así como criminalizar a los empresarios que contraten inmigrantes ilegales y perseguir a éstos.

BATALLA SIMBÓLICA
Se trata de una nueva batalla, posiblemente la más relevante y simbólica, contra el masivo ingreso de latinoamericanos a Estados Unidos, fenómeno de décadas que ha cambiado, para siempre, la fisonomía de la gran potencia.

Convertidos en la primera minoría nacional (41,3 millones, 13,5 por ciento de la población, desplazando a los negros), los «latinos» o «hispanos» se asientan mayoritariamente en los territorios perdidos por México en 1848, convirtiéndose en un poder y una fuerza que preocupa cada vez más a la mayoría blanca.

No se trata simplemente de una cuestión numérica. A diferencia del resto de inmigrantes, que adoptan rápidamente el inglés y se sumergen en el célebre melting-pot estadounidense, los hispanos se aferran a su lengua madre, el español, y defienden con ahínco su identidad y cultura, creando un mundo separado y distinto. Amparados en su número creciente, así como en su ascendente poder adquisitivo (700.000 millones de dólares según cálculos de 2005), mantienen el español como lingua franca, a tal punto que un gran porcentaje de hispanos no habla inglés ni siente la necesidad de aprenderlo.

LA «INVASION» HISPANA
Grandes pensadores del establishment, como Samuel Huntington, alertan desde hace años contra la «invasión» hispana que, dicen, puede terminar destruyendo las bases sobre las que se asienta la grandeza de Estados Unidos, es decir, sus raíces blancas, protestantes y anglosajonas.

La alarma fomentada desde la extrema derecha ha provocado el surgimiento de grupos armados dedicados a dar caza a los emigrantes, situación que ha generado enérgicas protestas del gobierno mexicano y otros gobiernos latinoamericanos.

UN DILEMA PARA LA POTENCIA
En abril de 2006, los cancilleres de once países se reunieron para coordinar posiciones ante la propuesta de muro y la pretensión de cerrar el país a la emigración hispana.

Es grave el dilema para Estados Unidos. Los países que se verían más afectados por la medida son aquellos con los que mantiene relaciones más estrechas y casi los únicos en la región que perseveran en su alineación con Washington. Estos países evitan un más que posible estallido social merced a las remesas de sus emigrantes. México recibe 19.000 millones de dólares. En El Salvador las remesas representan el 16,2 por ciento de su PIB, en Honduras el 15,5 por ciento y 13,2 por ciento en República Dominicana.

ENCERRARSE SOBRE SÍ MISMO
Una expulsión masiva de indocumentados o el cierre de la frontera pueden tener consecuencias dramáticas en estos países. Si la situación llegara a descomponerse, no habría fuerza humana que pudiera detener las riadas de desplazados, como ocurriera en la década de los ochenta.

La propuesta de muro tiene, además, elementos simbólico. La pérdida de influencia de Estados Unidos en Latinoamérica puede llevar a este país a encerrarse sobre sí mismo y dar la espalda a sus vecinos. Un propósito tan vano como la muralla construida por los emperadores chinos.

Washington debería rendir un nuevo tributo al realismo y asumir su futuro inmediato, de país bilingí¼e y anglo-hispano. Se ahorrará sinsabores.