Luis Fernando García Nuñez despliega una serie de preguntas en torno al papel actual de la Iglesia católica, en tiempos de Pascua, Semana Santa y conmemoraciones religiosas, y crítica su poder e influencia, sobre todo en países latinoamericanos. García Nuñez cree que la Iglesia está salida de la realidad.
Luis Fernando García Núñez es periodista y profesor de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá.
UN DEBATE ESTÁ POR HACERSE en el mundo occidental. Y más ahora, en estos tiempos de Pascua, Semana Santa y conmemoraciones religiosas. Bien vale la pena hablar de una institución, que algunos consideran ha perdido el protagonismo que tuvo hace ya unos cuantos lustros: ella es la Iglesia Católica que, a pesar de todo, mantiene, un especial poder e influencia, sobre todo en algunos países latinoamericanos, como Colombia o Chile, que guardan todavía una cierta veneración por una jerarquía que ejerce su poder terrenal con la misma pretensión que lo hacen partidos políticos, gremios económicos y grupos culturales.
El juego está precisamente en ese poder de convocatoria, como bien se pudo ver hace pocos días en Bogotá, cuando sacaron a la calle una imagen del Divino Niño, muy venerada por los católicos colombianos, para suplicar por la vida y oponerse terminantemente al aborto, tema que hoy se ha convertido en un hecho político de innegable poder electoral.
FUERA DE LA REALIDAD
Y claro, como sucede con estas instituciones, un poco salidas de la realidad terrenal, caen de inmediato en contradicciones, que ellas explican, aparentemente con cierto candor. ¿Cómo pueden estar en contra del aborto y no decir nada, por ejemplo, de las torturas y de los crímenes de Estado? O, por lo menos, ¿por qué no decirlo con la vehemencia que hacen esas manifestaciones contra el aborto? Desde luego, varias razones explican las respuestas de estos teólogos de una institución que ha prometido servir al hombre sin condiciones y sin reticencias.
Al mismo tiempo, y desde otras orillas, se niegan a aceptar realidades como el matrimonio gay, pero poco dicen contra los miembros de la Iglesia que han sido denunciados por abusos. Asimismo, no hay explicación convincente que explique la opulencia y la ostentación de un poder espiritual que ningún documento fundacional pone de manifiesto. O, a veces, como ha sucedido en Colombia, su amistad con los capos de la mafia.
JUAN PABLO II
Una oportuna reflexión para estos días de homenajes, al año de la muerte de Juan Pablo II, uno de los iconos más representativos (posiblemente de los últimos) de la Iglesia Católica.
Poco se ha hablado ahora de la perseverancia que él tuvo para acallar las voces disonantes de la misma Iglesia, aquéllas que querían imprimirle un sabor más democrático y acorde con los nuevos tiempos. Poco o nada queda de aquél Jesús de Nazareth que dijo «dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César».
Ahora, ninguna Iglesia «poderosa» de Occidente, se declaró en contra de las mesiánicas palabras de George Bush, ese salvador del mundo que protege, según parece, en nombre de un Dios que le dio el poder de destruir países, calificar de terroristas y enemigos de la humanidad a quienes no comparten sus ideas, sus aficiones, sus intereses.
ESTIGMAS Y CONTRADICCIONES
Pero es la misma Iglesia la que genera esa serie de contradicciones que a través de su historia se convierte en una especie de estigma del que difícilmente se puede sacudir. Pasan muchos años, a veces siglos, sin poderse sacudir de crímenes como los de la Inquisición, o las Cruzadas, o tantos otros que, queramos o no, la cuestionan, incluso en esos particulares cenáculos en que ella se mueve.
Podemos preguntarnos: ¿cuál fue en realidad el papel protagónico, en el campo del desarrollo de la democracia, de Juan Pablo II? Sólo podemos decir que contribuyó a la caída del comunismo, y ¿de qué sirvió? ¿No es el mundo más cruel y tiránico hoy que hace 15 o 20 años? Ahora, a nivel más espiritual, más teológico, ¿para qué sirvieron esos 26 años de pontificado?, ¿creció el número de fieles?, ¿se incrementó el número de sacerdotes y los fieles oran más? O, ¿hubo avances notables en los estudios teológicos?, y ¿por qué se ordenó el silencio de tantos estudiosos de la teología? y, por ejemplo, ¿qué pasó con el Banco Ambrosiano?
Sr trata de preguntas que bien vale la pena hacerse hoy que ha disminuido el número de fieles ahora miembros activos de otras iglesias autoritarias y mesiánicas, que ven con malos ojos el avance del mundo.
Publicado por:
Juan Arenas Rubio
fecha: 30 | 09 | 2006
hora: 8:49 pm
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Con la Iglesia hemos topado amigo Sancho.
Por enésima vez se demuestra, y va para veinte siglos, que esta bendita institución, sólo piensa en su bolsillo utilizando incluso métodos poco ortodoxos para no dejar huellas ni levantar sospechosas polvaredas.
Mi padre, fallecido hace mas de cuatro años, testó «libre y voluntariamente» a favor de las monjas del asilo de Alcira y a fecha de hoy todavía no he conseguido hacerme cargo de una parte de la herencia que por Ley me corresponde, debido al retraso en aportar documentos por no sé que tenebrosos y retorcidos motivos. Las monjas me remiten a la Notaría, la Notaría a su abogado su abogado no sabe no contesta y el Arzobispado de Valencia ni se ha dignado en contestarme a una petición mía para agilizar los trámites que les hice en agosto del 2004.
Por todo ello, mientras MI DINERO está flotando en el Limbo, yo tengo que pagar la hipoteca del piso, mantener a mi ex, alimentar a mis dos hijos y encima pagar los viajes del Papa con mis impuestos. Por eso cada mañana cuando me levanto para ir a trabajar con el único único fin de mantener a unos cuantos parásitos mientras yo vivo en la mas absoluta de las miserias, le dedico un cariñoso recuerdo a esa bendita institución para que Dios deje de una maldita vez de ayudarles y se acuerde de los pobres, que también tenemos derecho a vivir una vida digna aunque no seamos curas, máxime cuando lo único que pido es que me den lo que pertenece por Ley y no sigan riéndose de mí, ni de mis hijos.
Y ellos mientras tanto a salir en la Tele y a seguir poniendo la mano.
Juan Arenas Rubio DNI 19824016