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Por Ariel Moutsatsos (para Safe Democracy)

Ariel Moutsatsos analiza el escenario político mexicano previo a las elecciones presidenciales (del próximo mes de julio) y sostiene que el país está dividido en dos: los «pro»AMLO –por las iniciales del candidato de izquierdas Andrés Manuel López Obrador— y los «anti» AMLO. Moutsatsos cree que el nivel de discusión en México es lamentable y que de seguir por esta senda, el próximo Presidente será elegido por el azar y no por el debate de ideas y propuestas entre los partidos en pugna: PRI, PRD y PAN.


Ariel Moutsatsos es periodista mexicano de origen griego, egresado del Tecnológico de Monterrey. Tiene un Master en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense, y ha sido corresponsal internacional en Nueva York, Europa y Oriente Medio. Cubrió los atentados terroristas del 11-S y 11-M para la televisión y radio mexicana. Ha impartido cátedra de Terrorismo Internacional y de Prensa Comparada. Vive en París.

Ariel Moutsatsos.JPG PARA CASI NADIE ES YA UN SECRETO QUE MÉXICO llegará a las próximas elecciones presidenciales de 2 de julio polarizado como hace mucho no lo estaba. En la esquina derecha del trilátero de candidaturas está Felipe Calderón –del gobernante Partido Acción Nacional–, político moderado (más o menos limpio), y carente de gran arrastre, que ha logrado, sin embargo, desmarcarse del Presidente Fox. Y si las encuestas no engañan, es el que está dando la pelea a Andrés Manuel López Obrador, candidato de la izquierda-populista (Partido de la Revolución Democrática) y ex Alcalde de la Ciudad de México, al que algunos estudios de intención de voto (cada vez menos), y varios analistas, ya ven como el siguiente y contundente episodio de la «socialización latinoamericana».

PARTIDOS EN DOS
Finalmente, en la tercera esquina, Roberto Madrazo, el aspirante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dinosaurio con mucha cola y a quien ninguna proyección seria otorga posibilidad alguna de alcanzar el poder luego de que «su partido» (literalmente, porque se ha encargado de echar a todos los disidentes) gobernara México ininterrumpidamente durante más de 70 años, hasta que en el año 2.000 Fox y el PAN rompieran el embrujo revolucionario de la democratura azteca.

Vistas las cosas, los mexicanos están en realidad partidos en dos. Por un lado los pro-AMLO (por las iniciales del candidato izquierdista) y por el otro los anti-AMLO. No hay en el grosso modo calderonistas ni madracistas, sino aquellos que ven a AMLO como una amenaza para el país y los que apuntan a él como la opción de un cambio real tras la decepción foxista.

Pero hay algo aún peor que esa polarización: el nivel del debate.

¿BATALLA DE IDEAS?
Una vez más, los aspirantes presidenciales han decidido dar paso a las descalificaciones baratas en lugar de enfrascarse en la batalla de ideas y propuestas, que tanta falta le hacen al país y a la que ningún candidato debería renunciar jamás, aunque esté visto que al pueblo no letrado le cueste trabajo entenderlas (mejor deberían tratar de explicárselas).

Hace unos días, por ejemplo, el Presidente del país hizo unas declaraciones y López Obrador le dijo: «cállese chachalaca», faltando así al respeto no sólo a Fox sino a la misma institución presidencial que él aspira a encabezar en unos meses.

El candidato del PAN, por su parte, no se cansa de comparar a AMLO con Hugo Chávez –en los spots televisivos– y advierte a los electores que el ex Alcalde es un «peligro» para México; nunca dice por qué. Y Madrazo desaprovecha su posición de tercero en discordia y prefiere utilizar sus energías para echar a AMLO en cara que él prometió debate televisivo y que ahora cumple.

EL DEBATE, POR EL SUELO
Creo que es lamentable que el nivel de discusión continué por estos caminos a dos meses de las elecciones. Si los partidos ya iban a poner el debate en el suelo, por lo menos deberían golpearse con cierta altura. Aún no están utilizando –por ejemplo– las enormes posibilidades que ofrecen los casos de corrupción de dos de los colaboradores más allegados a López Obrador en el D. F., ni han cuestionado seria y repetidamente a AMLO por decir que actúa en pro de los pobres mientras construyó un mega distribuidor vial para ricos, en lugar de mejorar el transporte público.

Tampoco se ha visto que alguien cuestione a fondo a Calderón para saber si realmente posee propuestas frescas y de qué profundidad. No se ha indagado en el color de los intereses de la clase empresarial que le apoya, ni se han roto un poco la cabeza para ponerlo en apuros en algún programa en directo. Y si todo esto no fuera suficiente, está visto que ninguno de los políticos que se han enriquecido ilícitamente pagarán por ello; podrían indagar más en el patrimonio de Roberto Madrazo o contrastar sus acciones durante su gobierno en Tabasco con sus promesas actuales.

Con un período de campañas como el que estamos viviendo, el próximo Presidente de México no será electo por la voluntad y por una decisión conciente de quién representa mejor los intereses del país, sino por el más puro azar popular.

¡Qué manera de desperdiciar la democracia!