Zidane Zeraoui cree la imposición de la democracia no siempre conlleva a satisfacer los deseos de quienes se muestran comprometidos con este sistema de gobierno, e Irak es el ejemplo perfecto de ello. Es más, podría llevar a resultados totalmente contrarios, añade. Estados Unidos ha intentado imponer la democracia en nombre de la voluntad popular, pero provocó resultados opuestos a los buscados: la caída de Saddam Hussein no ha instaurado un gobierno pro-norteamericano, sino uno pro-iraní.
Zidane Zeraoui es profesor de Relaciones Internacionales y coordinador de la Maestría en Estudios Internacionales en el Tecnológico de Monterrey, México.
LA DEMOCRACIA HA SIDO DEFINIDA COMO LA opción libre del pueblo tal y como la han definido los padres de la política: los griegos. En nuestros días se hace énfasis en la elección voluntaria y secreta (durante la votación) del ciudadano.
Pero si la democracia es libertad, ¿cómo podemos pensar en imponerla por la fuerza?
El proceso político iraquí tiene precisamente esta característica de ser un sistema impuesto por la dominación extranjera en nombre de la voluntad popular.
SIN PROYECTO DE NACIÓN
Las enormes dificultades actuales para nombrar a un primer ministro en Irak o los problemas ligados a la formación de una coalición gubernamental tienen su origen en el mismo proceso impositivo político.
Irak nunca ha conocido un sistema democrático desde la creación del país por Gran Bretaña al inicio del siglo XX. La gran heterogeneidad religiosa y étnica y las rivalidades ancestrales entre los grupos no han permitido la emergencia de un proyecto de nación común. El país ha funcionado mientras un sistema autoritario operó. La caída de la dictadura de Saddam Hussein reveló las profundas divisiones entre las distintas comunidades del país.
La victoria de los grupos conservadores chiíes era previsible, pero los candados impuestos al sistema político –en particular que las dos terceras partes del Parlamento deben aprobar la designación del primer ministro– impidió el surgimiento de un consenso entre las fuerzas comunitarias. Además la decisión de los Estados Unidos de imponer una coalición a pesar de las voluntades locales bloqueó aun más el proceso negociador iraquí.
TENDENCIA PRO-IRAN
Mas allá de las negociaciones entre las facciones, el principal problema para Estados Unidos es la tendencia pro-iraní de la mayoría chií. Debemos recordar que el primer viaje realizado al extranjero por el primer ministro Al-Jaafari fue a Teherán, lo que no fue aprobado en Washington.
Así, la caída de Saddam Hussein no permitió la emergencia de un gobierno pro-norteamericano, sino pro-iraní. El deseo de incluir a fuerza a los suníes en el poder, permitiría a Estados Unidos poner en el gobierno a un grupo radicalmente anti-Teherán por la larga rivalidad entre Irak y su vecino.
RESULTADOS CONTRARIOS
La desaparición de la dictadura de Saddam Hussein está permitiendo un triunfo póstumo de Jomeini, resultado poco deseable por la coalición ocupante. El sistema democrático funcionó (por lo menos en su fase de la votación), pero con resultados contrarios a los esperados por Washington.
De esta manera, las maniobras actuales de Estados Unidos en el país buscan limitar el poder de los partidos chiíes, imponer una presencia kurda y suní y de está manera jugar con las rivalidades entre las comunidades para limitar el margen de acción de los partidos conservadores chiíes pro-Irán.
La democracia no siempre conlleva a satisfacer a nuestros propios deseos. Es más, podría llevar a resultados totalmente contrarios.
Publicado por:
gabriel
fecha: 31 | 05 | 2006
hora: 7:48 pm
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me gusto la definicion de democracia pero se4ria posible aplicar un sistema de democracia mundial arrastrada por la globalizacion a paises de tal drastica cultura como la asiatica y que esta sea usada y aceptada