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Por Augusto Zamora R. (para Safe Democracy)

Augusto Zamora R. analiza los posibles escenarios frente a una intervención militar estadounidense en Irán, y afirma que una agresión de este tipo arrojaría al mundo a una situación de enormes incertidumbres y ningún beneficio a la vista. Zamora R. cree que la posibilidad de un ataque nuclear a las instalaciones iraníes repetiría el horror atómico, produciría una hecatombe humana y provocaría un colapso energético y económico mundial. En definitiva, se trata de una guerra imposible de llevar adelante por sus enormes costes; a menos que se decida cometer un suicidio, alerta.


Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido abogado nicaragí¼ense ante la Corte Internacional de Justicia entre 1983 y 2001. Su última obra es «La paz burlada. Los procesos de paz en Centroamérica» (Editorial Sepha, Madrid, 2006).

Zamora.jpg HACE ESCASOS DÍAS, Joseph Cirincione, experto estadounidense en asuntos de no proliferación nuclear, declaraba al diario El Mundo (Madrid) que el Ejército de Estados Unidos venía haciendo, desde hace varios años, juegos de guerra sobre Irán. Lo que Estados Unidos no informaba –decía el experto– es que casi todos los ejercicios salían mal; es decir, que las fuerzas de Estados Unidos no alcanzaban los objetivos propuestos y los ejercicios de guerra concluían en desastre. Sus resultados eran, pues, peores que los de la guerra en Irak.

TRES ANUNCIOS PARA RECORDAR
En las últimas semanas, el gobierno iraní realizó tres anuncios dignos de recordar. El más cubierto por los medios fue que se había logrado enriquecer uranio, paso imprescindible para producir energía como para fabricar bombas atómicas. Los otros dos apenas merecieron atención. Uno anunciaba el éxito de las pruebas de dos nuevos misiles de uso múltiple y plataforma móvil. El tercero, la prueba, igualmente exitosa, de un misil submarino, capaz de moverse a 100 metros por segundo. Ni el barco más rápido, aunque detectara el misil, podría escapar al impacto. Poco después, el jefe del Ejército iraní afirmaba que Irán debía armarse lo suficiente para resistir y vencer una agresión extranjera. Eso quiere decir que Irán está ya muy armado.

A diferencia de Irak, Irán es un país étnica y religiosamente homogéneo. El 80 por ciento de su población es irania y el 98 por ciento de sus habitantes son chiíes. Nada que ver con el tablero étnico-religioso-lingí¼ístico de Irak, que tanto facilitó la ocupación del país. En términos poblacionales, Irán tiene 62 millones de habitantes en comparación con los 21 millones de Irak. No va a la zaga la dimensión territorial. Irán posee 1.645.528 km2 por apenas 434.128 km2 de Irak.

Estados Unidos necesitaría tres veces más soldados (casi medio millón) y una cantidad casi infinita de recursos económicos y militares para un ataque general contra Irán.

CASI UN MILLÓN DE SOLDADOS
Tendría, al mismo tiempo, que reforzar hasta los 200.000 hombres su presencia en Irak y triplicar la cifra que tiene en Afganistán, pues hasta los militares más mesurados u optimistas saben que el conflicto se extendería a esos dos países limítrofes. Haciendo números, Estados Unidos tendría que poner sobre el terreno 800.000 soldados, para hacer frente a una guerra que se extendería de Afganistán a Irak y que, posiblemente, terminaría arrastrando a Líbano y Siria.

Se trataría del mayor esfuerzo militar de Estados Unidosd desde Vietnam, con la notable diferencia de que, en los años sesenta, existía el servicio militar obligatorio y en el presente no. Las Fuerzas Armadas estadounidenses han tenido que lanzar campañas agresivas para poder llenar las cuotas de reclutamiento, pues el flujo diario de cadáveres de Irak y Afganistán ha reducido la vocación militar. Un conflicto general en Oriente Medio le obligaría a restablecer el servicio militar, lo que a su ver podría provocar un conflicto interno de consecuencias impredecibles.

CUANDO LA AGRESIÓN ES UN SUICIDIO
Los planes contingentes, según ha trascendido, contemplan la opción de ataques con armas nucleares tácticas sobre las centrales iraníes. No sabe uno qué es peor. El ataque nuclear rompería la regla no escrita de no uso de armas atómicas. Hacerlo provocaría una hecatombe humana, contaminaría toda la región y podría generar reacciones en otros países para dotarse de poder nuclear. La humanidad daría un inmenso paso atrás y, después de ello, todo estaría permitido.

Una agresión contra Irán arrojaría al mundo a un escenario de enormes incertidumbres y ningún beneficio a la vista. Se repetiría el horror atómico, habría una hecatombe humana y se provocaría un colapso energético y económico mundial. Razones suficientes para que la agresión resulte imposible. O un suicidio.