Por Juan Gabriel Tokatlian
(para Safe Democracy)

Juan Gabriel Tokatlian dice que América Latina está viviendo dos tendencias: la des-institucionalización –después de más de tres décadas perdidas— y la des-integración en los mecanismos de unidad política, económica y diplomática (como la Comunidad Andina, el MERCOSUR y otros). Y que estos dos procesos han llevado a que la región tenga hoy Estados frágiles, sociedades fracturadas, economías endebles y diplomacias inconsistentes. En este sentido, Tokatlian cree que sólo la ampliación efectiva de la democracia puede establecer un orden interno y regional más justo, equitativo y seguro.


Juan Gabriel Tokatlián es sociólogo y ha realizado una maestría y un doctorado en Relaciones Internacionales en la Johns Hopkins University de Washington. Dirige actualmente la carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, en Argentina.

DOS TENDENCIAS ESPECÍFICAS ATRAVIESAN AMÉRICA DEL SUR: la des-institucionalización y la des-integración. Ambas dinámicas, de larga data, parecen agudizarse al comienzo del siglo XXI. Ellas recorren, como telón de fondo, las crisis actuales en el área y pueden acelerar procesos de polarización social, implosión política y partición territorial

TRES DÉCADAS PERDIDAS
La des-institucionalización se manifiesta en la acumulación de tres décadas perdidas. Durante los años setenta, América Latina vivió una década perdida en términos políticos: la extensión de gobiernos autoritarios en el área –con escasos islotes de limitada democracia–caracterizados por el abuso del poder, el irrespeto de la ley, la violación de los derechos humanos, la eliminación de una generación política de recambio, la desarticulación de los partidos políticos y la desvalorización de la ética pública, significó un enorme debilitamiento institucional.

LOS OCHENTA
Durante los ochenta la década fue perdida en materia económica: las notas prevalecientes fueron el bajo crecimiento, el alto endeudamiento, mucha volatilidad, creciente informalidad laboral, pobre capacidad tecnológica y desplome de la calidad de vida.

LOS NOVENTA
Durante los noventa, Suramérica transitó una década perdida en el frente social: se ahondó la desigualdad, se incrementó la pugna entre clases y etnias, se mantuvieron altos los índices de miseria e indigencia, creció la violencia ciudadana, se multiplicó el desempleo, se descuidó la educación y se deterioró la salud. Es iluso creer entonces que la suma de tantos años de malestar puede contenerse indefinidamente o resolverse por la fuerza.

LA DES-INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

La des-integración se observa tanto en los procesos como en los mecanismos de unidad política, económica y diplomática en Sudamérica. En términos históricos, la experiencia es frustrante: la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (CECLA), concebida como un mecanismo diplomático de articulación regional, tuvo una vida efímera; los dos pilares de la integración económica –la Asociación Latinoamérica de Libre Comercio (ALALC) y la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI)– están, de facto, difuntos; el importante espacio de consulta y cooperación económica –el Sistema Económico Latinoamericano (SELA)– ha ido colapsando; mientras el núcleo conceptual más relevante para la proyección de la región hacia el mundo –la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)– ha dejado de ser, desde hace tiempo, un referente innovador para procesar y proponer un modelo alternativo de crecimiento interno o un esquema audaz de inserción externa.

LA COMUNIDAD ANDINA SE ROMPE
En la actualidad, la Comunidad Andina de Naciones (CAN) se encuentra en su peor momento de fragmentación: Colombia y Perú negociaron ya acuerdos comerciales con Estados Unidos, Ecuador está procurando firmar el suyo con Washington, Bolivia prefiere inclinarse hacia el Cono Sur y Venezuela anunció su definitivo abandono del CAN.

MERCOSUR
Paralelamente, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) vive su hora más inmóvil, sin avanzar hacia una unión aduanera perfecta ni procurar una mínima institucionalización, al tiempo que Paraguay y Uruguay –por medios diferentes pero con objetivos semejantes–amenazan abandonar el MERCOSUR.

Más allá de la retórica a favor de la unión y la convergencia, los espacios, compromisos y pactos de integración en la región están seriamente debilitados, casi moribundos.

MÁS DEMOCRACIA REAL

La conjunción de des-institucionalización y des-integración ha llevado a que América del Sur tenga hoy estados frágiles, sociedades fracturadas, economías endebles y diplomacias inconsistentes. La profundización de esas dos dinámicas augura más inestabilidad y disgregación hacia el futuro.

Probablemente, sólo la ampliación efectiva de la democracia en el área pueda establecer un orden interno y regional más justo, equitativo y seguro.