Por Mercedes Herrero de la Fuente (para Safe Democracy)

Mercedes Herrero analiza por qué se ha producido la victoria de Alyaksandr Lukashenko en Bielorrusia y explica que tiene que ver con el liderazgo del presidente sobre determinados sectores de la sociedad, la recuperación económica, con la consiguiente mejora del nivel de vida y, sobre todo, el fuerte hostigamiento al que está sometida la oposición, que ni siquiera cuenta con representación parlamentaria. Herrero cree que para los bielorrusos, la supuesta revolución azul está aún por llegar.


Mercedes Herrero de la Fuente es profesora asociada de Periodismo Internacional en la Universidad Antonio Nebrija y productora en los Informativos de TELEMADRID.

LA REELECCIÓN DE LUKASHENKO NO HA SIDO INESPERADA. Tampoco han resultado una sorpresa las denuncias de los observadores internacionales, en relación a las numerosas irregularidades detectadas en dicha convocatoria. Pero incluso teniendo en cuenta la falta de transparencia del proceso, el apoyo con que el presidente cuenta en determinados sectores de la población es innegable. Explicaré las causas fundamentales de este resultado electoral.

Lukashenko ha utilizado la propaganda como una de las bases fundamentales de su régimen. A lo largo de los doce años en los que ha acaparado el poder, se ha encumbrado a si mismo como artífice de la independencia y la estabilidad en su país.

LOS TRES PILARES DE LUKASHENKO
El presidente ha definido la llamada «ideología nacional», que se basa en tres puntos: poder presidencial fuerte, política social estatal y una clara intervención del Estado en la política económica.

Estos tres pilares parecen funcionar para una parte de los ciudadanos bielorrusos, sobre todo los que habitan las zonas rurales y componen los grupos de más edad. Estos son reacios a los cambios, ya que temen que puedan conducir a una situación de inestabilidad y zozobra.

Hay que destacar que tales segmentos de la población no tienen acceso a ningún medio de comunicación fuera de los estatales (en realidad las pocas alternativas a las fuentes oficiales de información son clandestinas). Para ellos, Lukashenko es un líder fuerte que ha preservado a su país tanto de la dominación rusa, como de la excesiva influencia de occidente.

CRECIMIENTO ECONÓMICO
La situación económica favorable también ha ayudado al presidente en estas elecciones. El crecimiento del PIB se ha situado en el 9 por ciento en 2005 y los salarios han crecido considerablemente en los últimos años. La devaluación de su moneda ha permitido un crecimiento de las exportaciones (tractores, frigoríficos, televisores, etc.), sobre todo hacia el antiguo bloque soviético.

Sin embargo, este florecimiento económico se basa en factores coyunturales. El más importante es el petróleo y el gas suministrados por Rusia a bajo precio, (mucho más barato que el pagado por Ucrania, por ejemplo). También la recuperación de la economía rusa ha contribuido a esta mejora económica.

REPRESIÓN DE LOS OPOSITORES
Pero la causa fundamental del liderazgo de Lukashenko es la fuerte represión a la que está sometida la oposición en su país. Gran parte de sus líderes están encarcelados o han desaparecido. No existe libertad real de asociación y reunión y cualquier posición considerada disidente es vigilada de cerca por la KGB, (que conserva los métodos del régimen soviético). Las posibilidades de los opositores de difundir sus mensajes a la sociedad son mínimas, ya que el gobierno controla todo los medios. Por ello, los rivales del presidente en estas elecciones eran desconocidos para muchos ciudadanos.

BIELORRUSIA EN EUROPA
El mismo día de las elecciones, la oposición preparaba grandes pancartas azules en las que se leía en letras doradas el lema «Bielorrusia en Europa». Numerosos manifestantes llenaron las calles del centro de Minsk denunciando el carácter fraudulento de las elecciones. Pero las protestas no congregaron a ciudadanos de todo el país, ni fueron tan multitudinarias como para que Lukashenko cumpliera su amenaza de usar la fuerza contra los agitadores. Las denuncias de la Unión Europea y Estados Unidos tampoco han conseguido hasta ahora presionar al régimen.

En definitiva, para los bielorrusos, la supuesta «revolución azul» está aún por llegar.