Por Rubén Campos (para Safe Democracy)

Rubén Campos analiza la situación política y social de Nepal tras las recientes manifestaciones en Katmandú, en las que miles de ciudadanos salieron a la calle para protestar –de forma noviolenta— reclamando la democratización del régimen. En este sentido, Campos cree que se ha abierto una nueva etapa política para Nepal y una oportunidad real para construir un Estado verdaderamente democrático, inclusivo y representativo. Sepa por qué es el turno ahora del pueblo que salió a la calle.


Rubén Campos es experto en Asia Meridional y el Sudeste Asiático y profesor de relaciones internacionales en cursos de postgrado de diferentes universidades españolas sobre temas asiáticos. Trabaja como asistente al director de programas del Club de Madrid, una organización internacional dedicada a la promoción de la democracia. En la actualidad, prepara la lectura de su tesis doctoral sobre el movimiento nacionalista indio y la edición de una selección de textos políticos de Mohandas K. Gandhi.

SI HICIÉRAMOS UNA LISTA INTERNACIONAL DE ESTADOS con un liderazgo obsoleto, Nepal estaría seguramente entre los cinco finalistas.

Durante los últimos años, la lucha entre un régimen monárquico autoritario y una guerrilla de inspiración maoísta ha generado un conflicto con más de 130.000 muertos y masivas violaciones de los derechos humanos por ambas partes, denunciados por organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. Al mismo tiempo, los tímidos intentos de democratización del régimen monárquico, iniciados en la década de los ochenta, han sido dilapidados por una clase política percibida por la población como corrupta e ineficaz.

PUNTO DE INFLEXIÓN
El pasado abril, miles de ciudadanos salieron a la calle para manifestarse de forma noviolenta contra esta situación, reclamando la democratización del régimen y la apertura de negociaciones con la guerrilla. El ejército se negó a reprimir a los miles de manifestantes (25 de abril), lo que significó un punto de inflexión en la movilización. El intento del monarca de ceder unos poderes limitados al Parlamento fue rechazado y la máxima autoridad del país se vio forzada a claudicar y abrir una nueva etapa política para el país asiático.

EL ROL DE LOS ACTORES INTERNACIONALES
El apoyo de la comunidad internacional ha sido fundamental para el desarrollo de este proceso y es clave ahora mismo para el fortalecimiento del camino hacia la democratización en Nepal.

India, China, Estados Unidos y la Unión Europea deben comprometerse para apoyar económica y diplomáticamente el nuevo rumbo y presionar allí donde los actores claves se desvíen del camino adecuado. El apoyo que han recibido los dos grupos armados en conflicto –el ejército nepalí y la guerrilla– por parte de Estados Unidos y la India, por un lado, y China por otro, debe desaparecer ya que el conflicto armado se había convertido en un callejón sin salida y sin vencedores posibles.

La reciente visita de un alto oficial de Naciones Unidas ofreciendo su apoyo para el desarme y la desmovilización de la guerrilla y el monitoreo de las próximas elecciones son un paso positivo en esta línea. Un ambicioso acuerdo marco de cooperación económica financiado por todos los actores también podría convertirse en un incentivo fundamental para consolidar el proceso.

HOJA DE RUTA CONSTITUYENTE
La oposición democrática al régimen del rey Gyanendra había unido sus fuerzas en la llamada Alianza de los Siete Partidos y buscado un pre-acuerdo con la guerrilla maoísta, basado en la celebración de una Asamblea Constituyente que redefina el marco político del Estado nepalí.

Estos encuentros previos entre la oposición democrática y representantes de la guerrilla han fructificado, después de la movilización popular de abril en un alto el fuego de tres meses y en la disponibilidad para entrar en negociaciones con los nuevos dirigentes políticos. Los dirigentes maoístas parecen estar dispuestos a entrar en el terreno político democrático si cambian las reglas del juego a través de la Asamblea Constituyente y se consolida un Estado verdaderamente democrático, inclusivo y representativo.

RETOS PENDIENTES
Las negociaciones con una de las últimas guerrillas con poder en el panorama internacional se presentan complejas, pero en esta fase de transición persisten otros retos pendientes de gran relevancia.

Uno de los aspectos claves tiene que ver con el control efectivo sobre las fuerzas armadas, que todavía reside en la monarquía y que debe pasar a los representantes elegidos democráticamente. El mismo rol de la monarquía debe ser debatido; hipotéticamente, su posible supervivencia pasa por una radical remodelación de su papel hacia un ámbito simbólico sin poder ejecutivo.

La justicia transicional debe ocupar también un papel clave en todo el proceso. Las terribles violaciones de derechos humanos por parte del ejército y la guerrilla no pueden ser olvidadas, una Comisión de la Verdad y la Reconciliación efectiva, podría ser una vía adecuada para tratar este problema, siguiendo el modelo sudafricano.

LA RENOVACIÓN DE LA CLASE POLÍTICA
Por último, es necesaria una renovación de la clase política, que pueda generar un cambio de percepción y superar así la vinculación de los políticos con los casos de corrupción e ineficacia de gobiernos anteriores. El nuevo primer ministro Girija Prasad Koirala, que ya ha ejercido tres veces este cargo, es una figura respetada pero de transición, no sólo porque tiene más de 85 años, sino porque está ligado al viejo orden político.

La palabra la tiene ahora el pueblo soberano que se manifestó en las calles. Entre sus representantes tiene que surgir un nuevo liderazgo que fortalezca y legitime el proceso de democratización para institucionalizar y consolidar las consecuencias políticas de este tsunami noviolento.