Cuál es la situación de Timor Oriental desde que es un Estado soberano (en 2002), tras 24 años de brutal ocupación indonesia y tres bajo administración de la ONU (200.000 muertos y 500.000 desplazados en una nación que apenas llega hoy al millón de habitantes).
DESDE QUE EL EX PRIMER MINISTRO MARI ALKATIRI desmovilizase a 600 soldados descontentos el pasado marzo, Timor Oriental ha entrado en una situación de profunda inestabilidad, que ha dejado docenas de muertos y miles de refugiados.
La situación se tensó todavía más cuando (el 21 de junio) el presidente Xanana Gusmao acusó a Alkatari de planear el asesinato de varios rivales políticos. Aunque Alkatari niega tajantemente las acusaciones, accedió a abandonar la jefatura del gobierno (el 26 de junio), lo que no ha servido para apaciguar del todo los ánimos entre sus partidarios y detractores.
UN PAÍS JOVEN Y SUMIDO EN LA POBREZA
Tras 24 años de brutal ocupación indonesia y tres bajo administración de la ONU, Timor Oriental se convirtió en un estado soberano en 2002.
El proceso de construcción nacional es siempre difícil y este joven país ha contado con una posición de partida muy desfavorable. La intervención indonesia en Timor Oriental se saldó con un balance de 200.000 muertos y 500.000 desplazados en una nación que apenas llega hoy al millón de habitantes. Esto por no hablar de las cuantiosas pérdidas materiales que supuso y de sus desastrosos efectos sobre las infraestructuras de esta antigua colonia portuguesa, que es uno de los países más pobres del planeta. De hecho, cerca de la mitad de la población está desempleada y el 40 por ciento vive con menos de 55 centavos de dólar al día.
UN EJÉRCITO INCONTROLADO
Además de la extrema pobreza, otro factor que amenaza la democracia en Timor es la falta de un mandato claro y de una formación adecuada para su ejército.
En primer lugar, existe una escasa necesidad objetiva de un ejército timorense, toda vez que Indonesia reconoce las fronteras de Timor Oriental, que además quedan bajo jurisdicción policial, y que cualquier conflicto con Australia sería resuelto por la vía diplomática. En este contexto, los antiguos guerrilleros que ahora forman un ejército regular mal remunerado y ajeno al papel que debe jugar esta institución en una democracia, rivalizan con la policía y quieren asumir un mayor protagonismo.
El afán de parte del ejército por incrementar sus funciones, aunque sea de forma inconstitucional, se ve propiciado en un país donde la falta de justicia durante años de violaciones masivas de los derechos humanos ha creado un clima de impunidad y de falta de respeto hacia la ley. En este sentido, hasta que no se alcance un mayor grado de confianza en el sistema judicial y de respeto por el imperio de la ley, las instituciones democráticas timorenses seguirán en peligro.
QUÉ HACER AHORA
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debatirá en breve la naturaleza de la próxima misión de la ONU en Timor Oriental. El estado de violencia actual evidencia que un proceso de construcción nacional lleva tiempo y que la ONU se retiró precipitadamente de Timor. De ahí que a pesar de las reticencias de Estados Unidos, esta misión debe ser duradera y contar con medios adecuados para garantizar el mantenimiento de la democracia en Timor y su desarrollo socioeconómico.
Debe subrayarse que este segundo punto no es ni mucho menos utópico, gracias a las cuantiosas transferencias que está comenzando a recibir Timor por sus acuerdos con Australia para la explotación de hidrocarburos, a la ayuda internacional y al escaso volumen de la población de Timor Oriental.
Por último, una vez que una fuerza multinacional dirigida por Naciones Unidas garantice la estabilidad en Timor, deben celebrarse elecciones legislativas lo antes posible para resolver la crisis política abierta por las discrepancias entre el presidente Gusmao y el ex primer ministro Alkatiri.
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