Por Martín Varsavsky

Martín Varsavsky cree que la guerra actual en Líbano es el resultado de la estrategia de distracción diseñada por el líder iraní Mahmoud Ahmadinejad, quien ha utilizado su influencia sobre Hezbolá para crear un conflicto de dimensiones considerables y desviar así la atención de sus objetivos nucleares. E Israel, por su parte, ha caído en la emboscada. Ante esta situación, Varsavsky plantea tres posibles escenarios: Israel logra que fuerzas internacionales se desplieguen en la frontera; Líbano se convierte en un Irak II, con guerra civil de desgaste y coches y hombres bomba; o, Israel y Estados Unidos deciden llevar adelante una guerra sobre Irán. En todos los casos, los civiles (de ambas partes) pagan el precio.


Martín Varsavsky es Presidente de la Fundación Safe Democracy y fundador de seis exitosas empresas en los últimos 15 años. Actualmente es Presidente Ejecutivo de FON.

ESTOY MUY TRISTE por la actual guerra entre Israel y Líbano. En los últimos dos años he tenido la buena suerte de viajar a través de Líbano, Siria, Palestina e Israel, un viaje que pocos judíos han hecho.

No soy un experto en Oriente Medio, pero mi Fundación Safe Democracy, con sede en España, reúne a pensadores de Oriente Medio y analistas de todos los colores en un diálogo abierto y constructivo. Me gustaría resumir, en este breve comentario, cómo veo el actual conflicto entre Israel y Líbano.

Tengo amigos en ambos países. Si favorezco a algún grupo en esta guerra, ese grupo es el de los civiles, que son los que más están sufriendo. Mueren a causa raids aéreos y ataques de misiles, son desplazados a la fuerza, y se están hundiendo en la pobreza. Tanto daño se ha causado, y todo en tan pocos días.

LA EMBOSCADA DE AHMADINEJAD

Mi visión de la guerra es simple: Ahmadinejad estaba muy preocupado por el profundo interés de Europa y Estados Unidos sobre su política nuclear, y, siendo Ahmadinejad uno de los líderes más astutos de Oriente Medio, construyó una guerra entre Israel y Líbano a los fines de distraer a la comunidad internacional de sus propios objetivos. Básicamente instruyó a Hezbolá –su ejército desplegado en Líbano– para atacar Israel, proveyéndolos con suficientes misiles como para causar daños considerables.

Israel reaccionó de la manera que Ahmadinejad esperaba: en lugar de focalizar sólo sobre Hezbolá en el sur, Israel atacó directamente a Beirut y comenzó a bloquear el país. Este fue un enorme error por parte de los israelíes.

Hezbolá es una facción minoritaria en Líbano, un país multicultural y multi-religioso. Antes de la guerra, el apoyo con el que contaba Hezbolá era relativamente débil. Pero así como la invasión estadounidense a Irak facilitó el reclutamiento por parte de Al Qaeda, los ataques israelíes sobre Líbano están multiplicando por diez la popularidad de Hezbolá.

LAS PERDIDAS DE ISRAEL

Hace menos de un año, me reuní con Olmert en Jerusalén, junto con un grupo de alrededor de ocho activistas por la paz, y francamente no me impresionó demasiado. Olmert es probablemente el líder menos preparado que Israel haya tenido en mucho tiempo, y así fue como cayó por completo en la emboscada de Ahmadinejad.

Ahora Olmert está perdiendo en dos flancos: en el ámbito internacional y en el campo de batalla.

Israel está librando una guerra en dos frentes, contra Hamas y contra Hezbolá, y la población civil está empezando a preocuparse.

LA INTERVENCION DE NACIONES UNIDAS

¿Qué pasará entonces? Visualizo tres posibles escenarios.

El primero, que Israel hiciera prevalecer su objetivo principal de lograr instalar una fuerza internacional en su frontera con Líbano. Dicha fuerza garantizaría que Hezbolá no pueda lanzar misiles sobre el norte de Israel en el futuro. Israel sabe que patrullar por sí solo el sur de Líbano implicará enormes esfuerzos, y quiere que el mundo realice esa tarea en su lugar.

Pero la única manera de lograr una presencia internacional es seguir matando gente inocente y causando tremendos daños económicos. Es una triste paradoja.

La ONU solo intervendrá para salvar vidas, si suficientes personas han muerto. Israel debe continuar en la escalada del conflicto hasta tanto Naciones Unidas envíe soldados para asegurar la paz.

IRAK II

El segundo escenario posible es que la guerra en Líbano se transforme en un segundo Irak, una guerra de desgaste en la cual soldados y terroristas luchan no entre ellos sino contra la población civil de cada uno. La guerra en Irak se basa en bombas humanas y coches-bomba. El conflicto entre Líbano e Israel está basado en misiles y golpes aéreos.

El fantasma de un Irak II en Líbano es aterrador, pero aún más peligroso es el tercer escenario posible.

INVADIR IRÁN
Una tercera posibilidad es que Israel –desanimado por el éxito de Hezbolá de matar a sus civiles y trastornarle la vida– con la bendición y ayuda de Estados Unidos, decidiera llevar adelante una guerra aérea sobre Irán, la fuente real de sus problemas.

La mayor cuestión con esta clase de guerra, sin embargo, es que causará muchas víctimas civiles, mientras los líderes del país permanecen protegidos y a salvo en sus caros búnkers. Y si éste fuera el caso, y Estados Unidos e Israel decidieran invadir Irán –recurriendo a una estrategia similar a la utilizada para destituir a Saddam Hussein– las fuerzas invasoras se encontrarían luchando en un entorno sumamente hostil.

Ahmadinejad es un líder muy popular, y la guerra con Irán sería una catástrofe para todo Oriente Medio.

NO TAN DIFERENTES

Al margen del hecho de haber tenido que mentir sobre mi origen judío y sobre mis visitas a Israel, quedé encantado con mi estancia en Beirut.

Paradójicamente, Beirut y Jerusalén son ciudades muy similares, y Líbano e Israel también lo son. Es absurdo que los ciudadanos de estas dos naciones no puedan visitarse debido a la guerra, y que estas guerras tengan lugar debido a la común ignorancia de las propias similitudes. De hecho, Israel y Líbano tienen mucho más en común que Líbano y Arabia Saudí, o que Egipto e Israel.

Líbano e Israel son las únicas democracias en la región. Y están en guerra.

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