Por Augusto Zamora R. (para Safe Democracy)

Augusto Zamora R. hace un balance de la política estadounidense en la lucha antiterrorista –a cinco años de los atentados del 11 de septiembre de 2001– y dice que Washington ha llevado a cabo acciones contraproducentes, violentas y en muchos casos ilegales, que le han dejado más débil y aislado que nunca. El terrorismo ha aumentado en número de ataques y de víctimas en forma considerable y Zamora R. cree que las guerras en Afganistán, la de Irak y la más reciente en Líbano no sólo han resultado un fiasco militar, sino que han promovido una nueva carrera armamentista a nivel mundial.


Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido abogado nicaragüense ante la Corte Internacional de Justicia entre 1983 y 2001. Es columnista del periódico El Mundo. Su última obra es «La paz burlada. Los procesos de paz en Centroamérica» (Editorial Sepha, Madrid, 2006).

HACE UN LUSTRO, LA HUMANIDAD ERA SACUDIDA por la mayor y más compleja acción terrorista jamás realizada. Aviones de líneas civiles se estrellaban contra dos rascacielos emblemáticos de Nueva York, provocando su derrumbe y el de otros siete edificios más. El atentado tuvo un efecto psicológico colateral: hizo desaparecer el sentimiento de invulnerabilidad que sentía Estados Unidos.

Se trató de la primera acción violenta sufrida por Estados Unidos en su territorio desde el lejano desembarco inglés en Washington, en 1814, pues las islas Hawai tenían, cuando el ataque japonés en 1941, status de colonia.

DESTRUYENDO EL ORDEN INTERNACIONAL
La primera reacción exterior de Estados Unidos fue invadir Afganistán ese mismo 2001. Una acción ilegal, según el Derecho Internacional, de enorme contenido geopolítico, pues sirvió a Washington para penetrar en Asia Central y establecer bases militares en el ex espacio soviético.

A esa guerra siguió la de Irak y, hace semanas, la de Israel contra Líbano, so pretexto de combatir a la organización guerrillera Hezbolá. Tres guerras en cinco años, que resultaron en chasco militar y sólo han dejado un mundo más incierto e inestable.

En ese sentido, la guerra contra el terrorismo sólo ha servido para destruir el orden jurídico mundial y promover una nueva carrera armamentista a nivel mundial.

VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS
La lucha antiterrorista ha llevado también, en Estados Unidos y otros países, a aprobar leyes que violan gravemente los fundamentos más sagrados de los derechos humanos. La lista de violaciones es extensa, pero deben mencionarse la Patriot Act, campos de concentración como el de Guantánamo, el establecimiento de cárceles secretas, el secuestro de sospechosos y la reducción de las libertades fundamentales.

La lucha antiterrorista está sirviendo de pretexto, según han denunciado Amnistía Internacional, el Parlamento Europeo y distintos órganos de Naciones Unidas, para que Estados Unidos vulnere esos derechos, en demasiados casos con consecuencias letales.

RESULTADOS POCO ALENTADORES
Los resultados prácticos de la lucha antiterrorista dirigida desde Washington son poco alentadores. Aunque Estados Unidos puede apuntarse como su mayor éxito haber impedido la comisión de nuevos atentados en territorio estadounidense, fuera de Estados Unidos los efectos han sido desoladores. Según el informe anual del Departamento de Estado sobre terrorismo en el mundo, publicado en abril de 2006, en 2005 se produjeron unos 11.000 ataques terroristas a nivel internacional, provocando la muerte de 14.600 personas.

Si se considera que en 2004 se registraron 651 atentados terroristas significativos, con resultado de 1.907 víctimas mortales, el informe de 2006 multiplica por veintitrés el número de ataques terroristas y por ocho el número de víctimas.

AL QAEDA SIGUE AMENAZANDO
El fracaso se hace más evidente tomando los datos del informe sobre el año 2003, durante el cual fueron registrados 208 actos terroristas, con resultado de 625 muertos. Ni siquiera Al Qaeda, responsable de los atentados del 11 de septiembre, ha podido ser destruida.

El informe 2006 afirma que Al Qaeda ha perdido parte del control sobre su red y está debilitada, a causa de las detenciones y muerte de algunos de sus operativos, pero admite que dicha organización sigue siendo la amenaza más peligrosa para Estados Unidos.

UNA POLÍTICA CONTRAPRODUCENTE
Las propias cifras oficiales del Departamento de Estado llevan a concluir que la lucha antiterrorista promovida por Estados Unidos, en vez de provocar una reducción de las actividades y actos terroristas, ha producido su eclosión.

Este hecho evidente, así como el escenario de inestabilidad provocado, ha tenido un tercer efecto: la lista de aliados de Estados Unidos se ha ido reduciendo drásticamente, buscando los países vías alternativas y propias para combatir el fenómeno criminal.

A cinco años de los atentados contra las Torres Gemelas, Washington está más aislado y débil que nunca, resultado natural de una política violenta e ilegal y, sobre todo, contraproducente.

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