Por Mario Esteban (para Safe Democracy)

Mario Esteban explica por qué las autoridades chinas han preparado un sonado homenaje a Mao Zedong para conmemorar el trigésimo aniversario de su muerte a pesar de las profundas divergencias existentes entre el maoísmo y la línea política implementada por los actuales líderes del Partido Comunista Chino (PCC). Esteban cree la insistencia en preservar la imagen de Mao se debe a su papel en las fuentes de legitimidad del régimen, especialmente gracias a sus credenciales nacionalistas y a su imagen de líder honesto y preocupado por las masas; pero explicaría también que a tres décadas de la muerte del Gran Timonel el debate libre y profundo sobre su legado sigue siendo un tema tabú en China. Sepa a continuación por qué la figura de Mao –como símbolo– ha vuelto a calar entre las clases populares y entre los intelectuales chinos.


Mario Esteban es Profesor Ayudante Doctor en el Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid. Coordina el Panel de Expertos sobre Asia-Pacífico del Observatorio de Política Exterior Española de la Fundación Alternativas. Su área de especialización comprende las relaciones internacionales de Asia Oriental y los sistemas políticos de China y Taiwán.

SE ACABAN DE CUMPLIR TRES DÉCADAS DESDE LA MUERTE DE MAO ZEDONG, el Gran Timonel, que guió los designios de China durante un cuarto de siglo.

Para sintetizar la figura de Mao en una frase, bien podrían servirnos las declaraciones que hizo recientemente Sydney Rittenberg, antiguo traductor y colaborador del Gran Timonel: Mao fue un gran líder de dimensiones históricas y un gran criminal de dimensiones históricas.

LUCES Y SOMBRAS
Mao ejerció un papel determinante en la China moderna y su legado está lleno de luces y sombras. Entre las luces destaca su labor como líder del Partido Comunista Chino (PCC) durante la segunda guerra chino-japonesa y la guerra civil frente al Kuomintang.

Sin embargo, a medida que fue envejeciendo, la megalomanía y su fanatismo llevaron a la muerte a decenas de millones de chinos a través de campañas políticas tan trágicas como el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural.

SUFRIMIENTO INDESCRIPTIBLE
En cualquier caso, hay dos aspectos que deben subrayarse, independientemente de otras valoraciones.

En primer lugar, el grueso de la población china le reconoce a Mao su protagonismo en la conversión de China en una potencia autónoma en la escena internacional (tras más de un siglo de subordinación a potencias extranjeras).

En segundo lugar, la evaluación oficial vigente del PCC sobre la labor de Mao –70 por ciento positiva frente a un 30 por ciento negativa– es demasiado indulgente. La evaluación inversa sería más apropiada, ya que en los últimos 25 años de su vida, precisamente el período en el que acaparó más poder, sus decisiones sumieron a millones de personas en un sufrimiento indescriptible.

AUTORITARISMO TECNOCRÁTICO
Las reformas acabaron completamente con el maoísmo. Hace 25 años que el totalitarismo maoísta fue sustituido por un autoritarismo tecnocrático que ha rechazado uno por uno todos los pilares del pensamiento maoísta: preeminencia de la ideología, voluntarismo, igualitarismo, anti-intelectualismo y autosuficiencia. Es más, tras el viaje al sur de Deng Xiaoping (en 1992) la cúpula del régimen actual ha quedado vetada a los nostálgicos del maoísmo.

Sin embargo, las agudas desigualdades sociales que sufre China hoy han hecho que gane popularidad la dimensión igualitarista del maoísmo. En este sentido, el maoísmo y la figura de Mao –como símbolo– ha vuelto a calar entre las clases populares y entre intelectuales que abogan por un reforzamiento de las políticas sociales del régimen, descuidadas en las últimas décadas a favor del crecimiento macroeconómico.

TOTEM Y TABÚ
A pesar de las profundas divergencias existentes entre el maoísmo y la línea política implementada por los actuales líderes del PCC, las autoridades chinas han preparado un sonado homenaje a Mao para conmemorar el trigésimo aniversario de su muerte. Y los medios de comunicación no se han cansado de ensalzar su figura en las últimas semanas.

Esta insistencia en preservar la imagen de Mao se debe a su papel en las fuentes de legitimidad del régimen, especialmente gracias a sus credenciales nacionalistas y a su imagen de líder honesto y preocupado por las masas.

Pero también explicaría que tres décadas después de la muerte del Gran Timonel, el debate libre y profundo sobre su legado sigue siendo un tema tabú en China.

Una reevaluación pública de la figura de Mao sería un signo de que las cosas están cambiando en el Reino del Centro.

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