Por Mercedes Herrero de la Fuente (para Safe Democracy)

Mercedes Herrero explica por qué ha aumentado la represión en Uzbekistán –con su pico en la masacre de Andijan hace poco más de un año y aún sin esclarecer– y dice que no se trata de la respuesta del gobierno de Islam Karimov a los intentos de golpes de Estado promovidos por grupos islamistas, ni a un levantamiento popular contra el régimen. Herrero cree el drama de Uzbekistán es un conflicto local más complejo, en el que los principales actores son el propio Estado y un conjunto de asociaciones informales llamadas jamiyats. Conozca a continuación el triste drama de Uzbekistán y entienda por qué Estados Unidos y la Unión Europea han tenido un papel pasivo frente a las violaciones a los derechos humanos que allí se producen.


Mercedes Herrero de la Fuente es profesora asociada de Periodismo Internacional en la Universidad Antonio de Nebrija (España) y productora en los Informativos de TELEMADRID.

A MÁS DE UN AÑO DE LOS DRAMÁTICOS SUCESOS DE ANDIJAN todavía es difícil dilucidar qué ocurrió el 13 de mayo de 2005 en esta ciudad de alrededor de 400.000 habitantes, situada al Este de Uzbekistán.

Ese día los cuerpos de seguridad estatales abrieron fuego contra un grupo de manifestantes en el centro de la ciudad, provocando la muerte a cientos de civiles, entre los que se encontraban mujeres y niños.

La cifra de víctimas es sólo uno de los aspectos que no han podido clarificarse. Mientras los datos oficiales sitúan en 173 el número de muertes, diversas fuentes no gubernamentales aseguran que los fallecidos superarían el millar.

REPRESIÓN BRUTAL
La represión desatada posteriormente provocó además la huída del país de unas 500 personas. La mayoría de ellas se refugiaron en un primer momento en Kyrgystan, desde donde solicitaron asilo político a diversos países. Ante las protestas del régimen uzbeco, los refugiados en el país vecino tuvieron que trasladarse a Rumania, donde unos 80 exiliados permanecen aún bajo la tutela del ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) y a la espera de ser acogidos por un tercer país.

Lo sucedido el 13 de mayo de 2005 estuvo precedido el día anterior de una serie de ataques a puestos policiales, de la toma de algunos edificios oficiales y del asalto a la cárcel de la ciudad, con la liberación de cientos de prisioneros.

¿UNA MASACRE?
Las autoridades uzbekas, lideradas por su todopoderoso presidente Islam Karimov, mostraron estos hechos como un ataque de grupos terroristas islamistas, que intentaban un golpe de Estado. Hay que señalar que desde su llegada al poder, Karimov no ha cesado de hostigar a las organizaciones de carácter musulmán, sin reparar en la diversidad de agrupaciones de este tipo ni en sus objetivos específicos.

Lejos de la versión oficial, algunas organizaciones de derechos humanos ofrecen una interpretación muy distinta.

Sitúan lo acontecido el 13 y 14 de mayo de 2005 dentro de un levantamiento popular contra el régimen represivo de Karimov. Afirman que las protestas de los ciudadanos están además justificadas por las difíciles condiciones de vida sufridas por la mayoría de los ciudadanos, resultado del férreo control del gobierno sobre la economía y del carácter corrupto del sistema. Y por tanto califican de masacre lo ocurrido en Andijan.

EL ESTADO Y LAS JAMIYATS
Pero existe una tercera aproximación, que no coincide con las dos anteriores y que explica este triste capítulo dentro de un conflicto local más complejo, en el que los principales actores son, por un lado, el propio Estado y, por otro, un conjunto de asociaciones informales llamadas jamiyats. Tales formaciones están integradas por musulmanes y cuentan entre sus miembros con numerosos empresarios. Estos últimos han sido los promotores de las llamadas redes de autoayuda, iniciativa que ha proporcionado a las jamiyats numerosos simpatizantes.

El conflicto que estalló hace poco más de un año habría comenzado a gestarse en 1998, cuando uno de los principales mentores de estas organizaciones fue acusado de subversión y condenado a 17 años de prisión. Posteriormente más de una veintena de sus líderes han sido también encarcelados, lo que ha provocado frecuentes protestas de sus familiares y allegados, coincidiendo con los sucesivos juicios.

NI GOLPE DE ESTADO NI LEVANTAMIENTO POPULAR
Una de estas manifestaciones, siempre de carácter pacífico tuvo lugar el 11 de mayo de 2005, de modo que lo sucedido los días 13 y 14 podría encuadrarse dentro de las movilizaciones en contra del hostigamiento a las jamiyats por parte de las autoridades estatales. No se trataría, por tanto, ni de un intento de golpe de Estado promovido por grupos terroristas islamistas, ni de un levantamiento popular contra el régimen de Karimov.

Sea cual sea la correcta interpretación de esta triste página en la historia de Uzbekistán, lo cierto es que desde hace más de un año la represión contra los elementos no afines al presidente se ha recrudecido. Las detenciones de líderes de la oposición, activistas de organizaciones de derechos humanos y miembros de organizaciones musulmanas se han multiplicado en todo el país.

PASIVIDAD DE ESTADOS UNIDOS Y LA UE
Frente a ello, la actitud de Estados Unidos y la Unión Europea ha vuelto a caracterizarse por la pasividad. En Washington se teme que la caída de Karimov provoque el ascenso al poder de un dirigente islamista. Por ello, a pesar de condenar lo ocurrido en Andijan y recortar momentáneamente alguna de sus ayudas, sigue colaborando activamente con su gobierno y utilizando su territorio para abastecer a sus tropas en Afganistán.

Estados Unidos tiene además importantes intereses económicos en la zona (rica en gas y petróleo) y quiere contrarrestar la influencia de Rusia en las repúblicas centroasiáticas.

En cuanto a la UE, la repulsa mostrada en su día tampoco ha impedido a alguno de sus miembros seguir aterrizando en los aeropuertos uzbecos, también con el fin de proveer de todo lo necesario a sus soldados desplegados en territorio afgano.

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