Por Amaia Sánchez Cacicedo (para Safe Democracy)

Amaia Sánchez analiza el panorama político y social de Yemen de cara a las próximas elecciones generales y dice que el país continúa siendo un gran desconocido a pesar de ser un aliado de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo. El gran debate gira en torno a un posible relevo del actual presidente Ali Abdullah Saleh; Amaia Sánchez cree que la creciente mano dura y el acoso al que se ve sometida la oposición y el ascenso del islamismo opositor no auguran buenos tiempos para el futuro democrático de Yemen y explica por qué.


Amaia Sánchez Cacicedo colabora con centros de estudio relacionados con la resolución de conflictos en las regiones del Sur de Asia y Oriente Medio. Es graduada del Master en Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown y ha trabajado con ACNUR en Sri Lanka, Kenia y Costa Rica.

PESE A SU CRÍTICA POSICIÓN GEOESTRATÉGICA y su loable estatus de República democrática en la península arábiga, Yemen continúa siendo un gran desconocido. Poco se comenta sobre su sistema democrático multipartidista existente desde la reciente creación del país en mayo de 1990, tras la reunificación de Yemen del Norte y del Sur. Menos aún sobre el hecho de que el país haya logrado mantenerse unido pese a sufrir una guerra civil en 1994, además de estar sometido a continúas tensiones tanto internas como externas, en parte debido a su actual papel de aliado de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo.

ALI ABDULLAH SALEH, DESDE 1978
Sorprende el número de elecciones que se han llevado a cabo en el país, pese a su corta historia democrática. De todas ellas, únicamente las elecciones parlamentarias de 1993 y 2003 pueden ser consideradas como medianamente libres y justas. No es el caso de la única elección presidencial celebrada, que tuvo lugar en septiembre de 1999 y que culminó con el 96,3 por ciento de los votos a favor del Teniente Coronel Ali Abdullah Saleh del partido del Congreso General del Pueblo (GPC).

Saleh ocupa la cartera presidencial desde 1978, cuando fue nombrado presidente de la entonces República Árabe del Yemen (YAR), previo a la unificación del actual Yemen.

CINCO CANDIDATOS EN DISPUTA
Esperanzador es el hecho de que en la próxima convocatoria de elecciones presidenciales se presenten cinco candidatos, entre ellos el actual presidente, que inicialmente negó fuera a hacerlo.

Favorable es que la oposición se haya unido en coalición frente al poderoso GPC, logrando por primera vez presentar sus propios candidatos presidenciales. Sin embargo, la realidad también es que sólo cuatro de los 22 partidos oficiales existentes gozan de representación parlamentaria, con una creciente tendencia hacia la concentración de poder en el partido gubernamental.

MEDIDAS REPRESIVAS
La más reciente reforma constitucional, aprobada por referéndum nacional, tuvo lugar en febrero de 2001. Según ésta se le concedía al presidente el poder de disolver el Parlamento, además del derecho ya adquirido de nombrar al primer ministro.

La creciente mano dura y el acoso (incluso físico) al que se ven sometidos la oposición y la prensa de mano de las autoridades, tampoco auguran buenos tiempos para el futuro democrático de Yemen.

UNA SITUACIÓN DELICADA
No extraña, por tanto, que el gran debate en el actual panorama político del país gire en torno a un potencial relevo presidencial. Pese al incremento de la represión sobre las facciones políticas rivales del Gobierno, la realidad es que Saleh ha demostrado tener la suficiente mano izquierda como para manejar la compleja realidad política y socioeconómica yemení: un país donde existe una fragmentación tribal, regional y sectaria perenne, con una población mayoritariamente pobre y analfabeta, que ya se ha manifestado violentamente contra las primeras medidas gubernamentales ligadas al ajuste estructural que demanda el FMI.

A nadie se le escapa tampoco el creciente fervor islamista que ha infiltrado la élite sociopolítica del país y que refleja, en gran parte, la oposición interna existente contra la postura adoptada por las autoridades yemeníes frente al Gobierno estadounidense. No pasan desapercibidos los crecientes fallos de seguridad que han resultado en prisioneros, supuestos islamistas radicales, escapando de cárceles nacionales y cruzando la porosa frontera yemení.

Sin duda, tanto Arabia Saudí como Estados Unidos estarán muy pendientes de los resultados de las próximas elecciones presidenciales y locales en Yemen.

Las incógnitas se desvelaran el 20 de septiembre.