Por Ciro Di Costanzo (para Safe Democracy)

Ciro Di Costanzo analiza el panorama político y social de México tras el fin del proceso electoral que ha otorgado el triunfo a Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN) y dice que la escasa diferencia de votos plantea importantes desafíos políticos y sociales a partir de ahora. En este sentido, Di Costanzo cree que Felipe Calderón debe incorporar aquellos reclamos representados por la figura de Andrés Manuel López Obrador y abanderar las causas del PRD –como hacer viable el desarrollo económico y dar absoluta prioridad al combate a la pobreza– para que México no vuelva a caer en el inmovilismo que caracterizó a la gestión del presidente Vicente Fox. A continuación, explica cómo.


Ciro Di Costanzo es periodista y analista de política internacional. Conduce actualmente uno de los programas más importantes de radio de México (Reporte 98.5fm en su tercera emisión) y es catedrático de Comunicación y Política Internacional en la Universidad Iberoamericana. Ha realizado coberturas internacionales y fue fundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. Da conferencias en las principales universidades de su país y en el extranjero.

FINALMENTE LLEGÓ EL FALLO DEL TRIBUNAL ELECTORAL MEXICANO, lo que pone punto final al proceso electoral federal 2006, ratificando el triunfo de Felipe Calderón del partido Acción Nacional (PAN).

Al margen de los tecnicismos jurídicos contenidos en las 309 páginas de la sentencia del Tribunal (que es definitiva e inatacable), resalta el hecho de que, por unanimidad, los siete magistrados consideraron que la diferencia que arrojó el recuento parcial de votos no revierte los resultados de la elección, sino que los confirma: de una ventaja de 0,58 por ciento entre el primero y el segundo lugar, pasa a una diferencia de 0,56 por ciento, por lo que sigue la misma tendencia que dio a conocer el Instituto Federal Electoral el día 2 de julio, de tal suerte que confirma la victoria de Felipe Calderón por 233.000 votos sobre su más cercano competidor, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quién ha desconocido el resultado.

A pesar de que jurídicamente ha concluido de manera oficial el proceso electoral, la escasa diferencia de votos en un universo de 42 millones de votantes plantea importantes desafíos políticos y sociales para México y sus instituciones.

¡AL DIABLO CON LAS INSTITUCIONES!
Esta es la frase que resume la ideología de Andrés Manuel López Obrador, pronunciada en una asamblea del plantón que mantiene en la principal plaza del país. Retrata un pensamiento político que ha quedado paralítico en la vieja retórica revolucionaria de los años setenta, cuando aún se debatía la pertinencia del modelo político-democrático institucional y ha sido recurrida por el candidato para endurecer su discurso frente a la derrota.

Este endurecimiento ha generado simpatías entre los radicales y un paulatino alejamiento entre los adeptos para el ex candidato; los más moderados, en cambio, han entendido que una democracia que no se enmarca en reglas comunes, en instituciones y en un Estado de Derecho, simplemente se convierte en anarquía.

EL PRD AL BORDE DE LA ILEGALIDAD
Después del fallo judicial que establece la validez de una elección y del reconocimiento de un presidente electo con carácter definitorio (de un proceso legal) lo cierto es que el PRD queda al borde de la ilegalidad. Y hasta podría entrar en franca contradicción con la institucionalidad del propio PRD como partido político y la estructura de poder que obtiene del mismo proceso cuestionado, de donde emanan sus diputados, senadores, gobernadores y espacios de poder nunca antes logrados desde el nacimiento de este partido político, que hoy es la segunda fuerza política nacional.

Así, el dilema que se plantea a la izquierda mexicana y al PRD es utilizar el andamiaje de poder logrado para abanderar sus causas y llevarlas a la realidad (de eso se trata la democracia), presentándose como una opción responsable y viable para gobernar o despeñar el esfuerzo de años para patear el tablero, proyectar la imagen de partido violento con sus consecuencias y fracturar al partido.

ERRORES DE LA IZQUIERDA
Uno de los errores históricos de la izquierda mexicana ha sido el colgarse siempre de un caudillo y, una vez en el poder, enfrentar a sus propias tribus que se canibalizan y no pierden la oportunidad de perder la oportunidad.

En el caso de Calderón y los suyos, los retos son aún mayores: el haber ganado la presidencia con menos del 35 por ciento de los votos no se traduce, en ningún caso, como un cheque en blanco. Amén de la dificultad que representa gobernar en minoría, se encuentra la complejidad de hacerlo bajo la crispación y la radicalización de la segunda fuerza política dispuesta, al parecer, a boicotear el ejercicio de gobierno del presidente electo.

En esta tesitura, la frase de Calderón que retrataría el principal reto y acciones a tomar es, justamente, ganarle a López Obrador por la izquierda, esto es, dar una absoluta prioridad al combate a la pobreza en todos sus niveles, en todos sus programas y en todos sus planteamientos de gobierno.

QUÉ REPRESENTA LÓPEZ OBRADOR
El problema no es López Obrador como líder, sino lo que representa. Y esto quiere decir tomar en cuenta que existen amplios sectores de la población que han sido excluidos del progreso y que no creen en las instituciones, de tal manera que Calderón deberá –en aras de la reconciliación nacional y la efectiva acción de gobierno– abanderar las causas del PRD, darles viabilidad económica, atraer inversiones para producir más y mejores empleos, construir acuerdos con todos los partidos políticos para llegar a reformas que hagan crecer la economía mexicana y, para lograrlo, hacer reformas políticas que permitan llegar a esos acuerdos en medio de un Parlamento divido que permita a futuros gobernantes tener capacidad de maniobra.

Lo anterior, sumado con el combate decidido a la delincuencia organizada (y desorganizada) en forma paralela, constituyen los dos rieles para comenzar, con el pie izquierdo, una nueva administración.

De no hacerlo, México repetirá el inmovilismo que caracterizó la gestión del presidente Vicente Fox.

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