Por Mario Toer (para Safe Democracy)

Mario Toer analiza la tendencia de los mandatarios latinoamericanos de reclamar protagonismo frente a los Estados con más poder en el mundo: las demandas se han acentuado últimamente y los presidentes Lula, Morales, Chávez, Kirchner y Bachelet han expuesto sus exigencias en los foros internacionales. En este sentido, Toer cree que la transformación responde a la aspiración popular de evolucionar las formas de gobierno con el fin mejorar la democracia por lo que es conveniente destacar las convergencias de la región y no las diferencias de estilo o los matices y explica por qué.


Mario Toer es catedrático de Sociología y de Política Latinoamericana de la Universidad de Buenos Aires.

EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS se han reiterado algunos acontecimientos que contribuyen a perfilar lo que se viene ensanchando en América Latina y va encontrando ecos en otros rincones del planeta. La reunión de no alineados en La Habana y su declaración final, los discursos de varios mandatarios en la Asamblea General de Naciones Unidas, van delineando la índole de un reclamo con creciente claridad.

Nadie pretende reiterar modelos que supongan la estatización de los medios de producción, con el consiguiente empantanamiento en las redes de burocracias inoperantes y corruptas. Las experiencias del siglo XX no transcurrieron en vano. Los objetivos son más modestos, si se quiere, pero no por eso de escasa envergadura.

Se procura reclamar protagonismo frente a los poderosos del mundo y contar con el control de resortes estratégicos básicos para negociar en mejores condiciones. Ni más ni menos. Después vienen los matices, los estilos, condicionados por las dimensiones, recursos y características de cada país, por la relación de fuerzas entre los diversos intereses en el interior de cada sociedad.

CONCISOS Y ENÉRGICOS
El reclamo del presidente Lula en la Asamblea General de Naciones Unidas contra el belicismo y las diferencias entre ricos y pobres fue notablemente elocuente. La promoción global de Hugo Chávez del libro de Chomsky Hegemony or Survival, –que está batiendo records de venta–, con el aditamento de su histrionismo que es tan gratamente recibido por multitudes en la región, le agrega la nota pintoresca.

La intervención de la presidente de Chile Michelle Bachelet fue clara en lo que hace a su posicionamiento del lado de los que reclaman. La figura del presidente de Bolivia Evo Morales, pidiendo comprensión para la situación boliviana y para la cultura de sus mayorías, también alcanzó resonancia. Por cierto que el cuestionamiento de Néstor Kirchner al FMI, respaldado en la persistencia del crecimiento a tasas chinas de Argentina, le añade consistencia a esta amalgama.

Quizá el correr de los meses, con el consiguiente debilitamiento del actual liderazgo de la administración republicana en Estados Unidos vaya despejando los equívocos y las incorrectas interpretaciones en torno a lo que sigue emergiendo con vigor en la región.

DESPERTANDO ESPERANZAS
Los parámetros europeos, muchas veces, tampoco ayudan a sopesar la índole de estos fenómenos, acostumbrados a situaciones donde las escenas políticas han consolidado reglas precisas para encauzar las demandas y donde las diferencias ya no suponen la existencia de mayorías por debajo de las líneas que demarcan la pobreza.

Quizá contribuya a encuadrar la situación las palabras del ex presidente chileno Ricardo Lagos, de quien no se sospecha que pretenda alentar posiciones desmedidas. En un reportaje aparecido en el diario Clarín de Buenos Aires, le decía a la corresponsal Mónica González (Ricardo Lagos: Decir que nuestra región va hacia la izquierda es una lectura falsa, 10 de septiembre de 2006):

A partir de la década del noventa, hemos tenido un proceso de restablecimiento de los regímenes democráticos. En el último tiempo ha surgido eso que algunos llaman la democracia en la calle, y como resultado hemos tenido muchos cambios de gobierno. Pero en todos se ha respetado la viabilidad institucional.

Y añadía: La recuperación democrática despertó muchas esperanzas; sin embargo, hubo una forma de entender el desarrollo económico en nuestros países, a partir del denominado Consenso de Washington, en que se suponía que íbamos a tener crecimiento y éste resolvía buena parte de las tareas sociales. Y eso no ocurrió. Y porque no ocurrió vemos que, por una parte, se profundiza la democracia, se atreven a elegir un sindicalista como presidente en Brasil, un indigenista en Bolivia, una mujer en Chile. Se atreven a muchas cosas, pero todas ellas marcadas por el deseo de generar un cambio en la forma como los países están siendo administrados.

DESTACAR LAS CONVERGENCIAS
Ricardo Lagos destaca que lo que está ocurriendo se trata de una profundización de la democracia (…) todas ellas marcadas por el deseo de generar un cambio…, con el claro propósito de subrayar lo convergente por encima de las diferencias. Los medios que se hacen eco de las posturas del establishment (por cierto que mayoritarios) no se cansan de resaltar las diferencias por encima de las convergencias, éstas últimas tratadas como banales o retóricas. Pero, en la opinión de las grandes mayorías y en la de la enorme mayoría de los académicos, como se expresó en el reciente Congreso del Consejo Latinoamericano de la Ciencias Sociales (CLACSO) en Río de Janeiro, las medulosas reflexiones de Ricardo Lagos, son las que predominan.

Un prestigioso cirujano, al que debí consultar un par de días atrás, muy circunspecto y alejado de cualquier sospecha de radicalismo en su vida personal y política, me decía en relación a las alusiones de Chávez a la presencia del demonio y el olor a azufre que el presidente Bush habría dejado en el estrado de Naciones Unidas: me alegró el día.

ES NECESARIO CONSTRUIR PUENTES
El mismo día, un parlamentario norteamericano decía ante las cámaras de CNN que Chávez podía decir esas cosas en territorio norteamericano y que seguramente ningún opositor podría decir algo análogo en territorio venezolano. Se ve que este congresista no ve los canales de la televisión de Caracas ni lee en Internet los titulares del grueso de la prensa escrita. Pero lo que es más grave es que se pone en evidencia que hasta un legislador queda envuelto en la retórica que demoniza al caudillo venezolano hasta límites inconcebibles en los medios de su país, con el consiguiente rebote por todo el planeta. El contraste entre ambas reacciones es por demás elocuente.

Todos los que tenemos posibilidades de despejar lo que verdaderamente está puesto en cuestión, que tan bien sintetizan las palabras del ex presidente chileno, podemos intentar generar puentes que eviten escaladas que vayan más allá de la retórica.

Al menos que se siga tirando libros, como lo hizo Hugo Chávez, y no se recurra en nuestra región a proyectiles de otra naturaleza.

Safe Democracy le invita a suscribirse gratis al boletín electrónico semanal, con el análisis y los comentarios de nuestros expertos internacionales (pinche aquí).