Javier Gil Pérez describe el escenario político de Tailandia tras el reciente golpe de Estado y dice que el nuevo gobierno conoce la posibilidad de que el antiguo conflicto de carácter étnico-nacionalista en el Sur se convierta en uno netamente religioso, entre musulmanes y budistas. En este sentido, la capacidad de diálogo y de acercamiento será imprescindible para reducir los niveles de violencia y evitar que corrientes yihadistas internacionales sigan impregnando en la población musulmana del Sur de Tailandia. Gil Pérez cree que Bangkok debe evitar la creación de un nuevo campo de batalla dentro del imaginario yihadista mundial del estilo Chechenia, Líbano, Filipinas, etc.
Javier Gil Pérez es experto en terrorismo islamista en el Sudeste Asiático y candidato a Doctor por el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado en Madrid. Se encuentra actualmente como investigador invitado en el Instituto de Defensa y Estudios Estratégicos de Singapur. Ha sido investigador invitado en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Yakarta, en Indonesia.
EL RECIENTE GOLPE DE ESTADO protagonizado por el ejército de Tailandia –con el apoyo tácito del Rey Bhumibol Adulyadej– no buscaba únicamente una salida a la situación de crisis política que se vivía con el antiguo primer ministro, Thaksin Shinawatra, encausado en graves casos de corrupción y con amplias capas de la población en su contra, sino que –como se observa con el nombramiento del nuevo primer ministro militar Surayud Chulanont– buscaba también una salida a la situación caótica en el Sur, donde el levantamiento armado de los diversos grupos armados de carácter étnico-nacionalista o yihadista habían puesto en jaque al gobierno central de Bangkok.
DOS OBJETIVOS
Este nombramiento busca dos objetivos a corto y largo plazo respecto al conflicto en el Sur. El primero de ellos es reducir los niveles de violencia, donde comenzó (en enero de 2004) una revuelta con el propósito de crear un Estado independiente que ha causado alrededor de 1.700 muertos hasta hoy.
El segundo es acabar definitivamente con el problema musulmán en el Sur. La cuestión será saber qué estrategia tomará el nuevo Gobierno: si sigue con su política de agresividad e ineficacia (y que ha radicalizado el conflicto) o si aceptará, en cambio, el ofrecimiento de Mahathir, antiguo primer ministro malayo, como mediador en el conflicto y se embarca en unas (siempre inciertas) negociaciones de paz.
LA RAÍZ DEL CONFLICTO
En 1786, el antiguo Reino de Siam conquistó el Sultanato de Patani anexionando una importante masa de población de confesión musulmana, con lengua, etnia y cultura pertenecientes a la civilización malaya. Esta población nunca ha sido integrada hasta el día de hoy dentro del Estado tailandés y ello ha originado continuos choques y revueltas entre la mayoría tailandesa y la minoría musulmana.
La raíz del conflicto se encuentra en el intento forzoso por parte del gobierno tailandés de imponer patrones culturales y sociales a esta minoría, expresándolo en las diversas campañas educativas, culturales y militares protagonizadas por Bangkok. A esto hay que añadirle el menor desarrollo económico del Sur junto con el apoyo de Tailandia a la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos, lo cual ha sido contemplado en el Sur como una clara ofensa.
MOTIVACIONES DE LOS GRUPOS
Es muy importante clarificar cuáles son las motivaciones que se esconden detrás de los distintos grupos protagonistas de la revuelta en el Sur.
Hay que tener mucho cuidado, ya que últimamente se está introduciendo el concepto de yihad en cualquier revuelta o movimiento violento donde se den cita musulmanes.
En el caso tailandés, si bien los cinco principales grupos que operan el Sur persiguen la creación de un Estado independiente e islámico, no debemos confundir el alcance de ese Estado igualándolo al Afganistán de los Taliban.
CARÁCTER ÉTNICO-NACIONALISTA
En este caso, la búsqueda de ese Estado islámico e independiente persigue la instauración de un orden donde poder practicar y utilizar la lengua, la cultura y la religión con libertad. Sólo un grupo –el Movimiento Mujahidin Islámico de Patán— se encuentra en las coordenadas de la yihad internacional.
Tailandia, al igual que Indonesia o Filipinas ha sido víctima de la llegada de las corrientes ideológicas yihadistas provenientes de Oriente Medio y de los efectos de la guerra de Afganistán. Si bien el caso de Tailandia se encuadra en un conflicto de carácter étnico-nacionalista, no hay que perder de vista que el carácter religioso reivindicado en la actualidad por sólo un grupo está ganando apoyo.
EL ISLAMISMO RADICAL COBRA FUERZA
El islamismo radical está penetrando en todas las capas de población musulmana a nivel mundial. Este avance se explica por varios factores entre los que se encuentran el triunfo de la revolución iraní, la derrota Soviética en Afganistán, la actual situación en Irak, el fracaso de las grandes ideologías en los países árabes que no han conseguido aceptables cotas de desarrollo, la corrupción generalizada de los distintos gobiernos, etc. Todo esto ha impulsado al Islamismo como alternativa de gobierno.
Si bien el grado de penetración tailandés no es equiparable al de sus vecinos, sí es muy sintomático que uno de los grupos que opera en el Sur sea netamente yihadista, y que en los otros grupos el rol del Islam está ganando espacios de influencia.
La detención de Hambali, el líder de Al-Qaeda en el Sudeste Asiático, así como la certeza de que diversos grupos transnacionales como Jamaa Islamiyah, Al-Qaeda o grupos de carácter nacional como el Kumpulam Mujahidin Malasia están presentes y son protagonistas en la resulta constituye, son un tenebroso aviso de que los grupos yihadistas podrían estar gozando de más apoyo y fuerza.
PELIGRO DE CHOQUES RELIGIOSOS
El nuevo gobierno conoce la posibilidad de que el antiguo conflicto de carácter étnico-nacionalista se convierta en uno netamente religioso, entre musulmanes y budistas. La experiencia de Filipinas lo demuestra. De ahí que el nombramiento de un primer ministro ampliamente respetado y valorado en la sociedad y con amplias credenciales de lucha contra la corrupción y con capacidad de diálogo constituya un gesto de acercamiento de vital importancia hacia la población del Sur musulmán siempre crítica con la falta de sensibilidad política y cultural hacia ellos.
De su buen hacer y de la estrecha vigilancia de la influencia yihadista en el Sur dependerá el futuro de Tailandia. En sus manos está la posibilidad de que no se cree un nuevo campo de batalla dentro del imaginario yihadista mundial al igual que en Chechenia, Líbano, Filipinas, etc.
Publicado por:
George
fecha: 02 | 05 | 2007
hora: 8:32 pm
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Bueno, en Tailandia exceptuando el sur no hay musulmanes, todo son simbolos budistas y el budismo impregna cada rincón del pais.
Quizás en Bangkok se pueda ver algún musulman, aunque es muy raro. La mayoria de ellos son extranjeros de paso que vienen de los Emiratos o Qatar y van de compras, pero no son Tailandeses.
En cuanto a los musulmanes del sur son Malayos, el resto del pais 100% budista, es más ni tan solo les preocupan los musulmanes sencillamente porque no hay, tan solo los periodicos y la televisión reflejan la crueldad y la barbárie musulmana del sur, con lo cual ya están preparados y apoyan el budismo con más fé.
Las ultimas noticias dicen que el budismo será seguramente la religión oficial en Tailandia aunque el gobierno no menospreciará a las mini-minorias de otras religiones: Católicos y musulmanes.