Por Walid Salem (para Safe Democracy)

Walid Salem explica cómo puede avanzar Oriente Medio hacia una democracia más participativa y real, que cuente con instituciones sólidas y que ayude a resolver los conflictos regionales: guerras, extremismo, falta de unidad y corrupción de los regímenes autoritarios. Salem cree que hay que forjar –a pesar de las dificultades– una alianza entre los demócratas locales y los islamistas moderados que existen en Oriente Medio y dotar de las estructuras necesarias que aseguren la democracia participativa. A continuación, algunas recomendaciones.


Walid Salem es analista político y director del Centro Panorama para la diseminación de la Democracia y el Desarrollo Comunitario con sede en Ramala (en la oficina de Jerusalén Este).

EXISTE CONSENSO entre un importante número de académicos y de defensores de la democracia de que la existencia de una democracia representativa no es suficiente para asegurar los verdaderos ideales democráticos. Para que el sistema funcione de forma eficaz es indispensable que esté dotado de las estructuras, instituciones y los procesos de una democracia participativa.

Sin las instituciones apropiadas, el gobierno puede ejercer libremente el poder sobre el pueblo tomando decisiones que no siempre redundan en su bien, como cuando se instiga a la guerra y se utiliza a la población como carne de cañón.

Parece ser que cuando se habla de Oriente Medio, el proceso de construcción de una democracia representativa empieza siempre con la destrucción o el debilitamiento de los ideales democráticos. Los ejemplos de Líbano, Irak y Palestina ayudan a clarificar este concepto.

En Líbano, en lugar de contar con un sistema de representación directa basado en la ciudadanía, ha sido impuesto un sistema de representación parcial. En la práctica, se priva a los ciudadanos de verdadera libertad de elección (además sólo son representados cuando el sistema político hace mención de la ciudadanía).

Irak deja tres lecciones básicas sobre cómo debería establecerse un proceso más participativo: en primer lugar, Naciones Unidas debería encontrar una mejor fórmula para tomar decisiones colectivas en lugar de actuar de forma tan contradictoria; en segundo término, las intervenciones en Irak deberían llevarse a cabo con el consentimiento de las fuerzas locales; tercero, es importante crear estructuras democráticas y participativas que unifiquen a los distintos grupos partiendo de la base y yendo hacia arriba, no al revés, como sucede en las estructuras de poder actuales (y que han sido totalmente incapaces de detener la violencia sectaria y unificar a los iraquíes).

Yasser Arafat utilizó la fachada de una democracia representativa en Palestina para perpetuar su poder autoritario. Fue destruyendo lentamente los procesos institucionales de la democracia palestina, gobernando con el apoyo de un pequeño grupo de consejeros personales. Los resultados fueron un liderazgo corrupto y el fracaso –compartido con Israel– del proceso de paz.

Las instituciones democráticas en otros países árabes son inexistentes; y las que podrían definirse como tal son sólo fachadas de auténticos regímenes autoritarios.

Por lo general, las democracias títere han sido establecidas tras falsas elecciones, mientras que las autocracias continúan gobernando conforme a sus propios intereses e ignoran por completo las necesidades de su propia gente.

El precio de un régimen autoritario es muy alto. La crueldad y el abuso de los gobiernos provocan fuertes reacciones populares que contribuyen a aumentar el extremismo local y global. La sociedad está considerada sólo como un objeto del régimen, es decir, carece de otra capacidad que no sea la de obedecer. En este sentido, la máxima prioridad en Oriente Medio es la promoción de una transformación democrática.

Existen diversos pasos para promover la democracia en Oriente Medio. Deberían establecerse pactos entre los demócratas locales y los islamistas moderados y tolerantes que existen dentro Oriente Medio. Es difícil forjar estas alianzas debido a la histórica rivalidad y fragmentación, pero lo cierto es que estos acuerdos podrían lograrse si la gente se organiza tomando en cuenta que son individuos que comparten las mismas adversidades.

Creo que el fortalecimiento de los hermanos musulmanes podría ayudar a mejorar las posibilidades de una transformación pacífica hacia la democracia participativa.

Los hermanos musulmanes son el grupo islámico más representativo del mundo y promueven por lo general la paz y la democracia e invitan a la discusión abierta entre todos los miembros de la sociedad.

Deberían establecerse movimientos civiles que se expandan a través de la región con el fin de reforzar los procedimientos democráticos, y que puedan asimismo democratizar el proceso de paz.

Los movimientos por la paz deberían surgir desde la base social hacia arriba, en lugar de empezar por la cúspide institucional.

HUMANIZAR A LOS DEMÁS
Pero quizá lo más importante de todo es el fortalecimiento de ciertos valores y normas dentro de las naciones de Oriente Medio. Para que una democracia funcione correctamente, las sociedades no sólo deberán abrirse a nuevas ideas, sino que deberán ser capaces de humanizar a aquellos que piensan en forma diferente. Escuchar y entender las perspectivas de los demás, aún cuando no se esté de acuerdo con las mismas, es uno de los valores más importantes de una verdadera democracia.

La democracia no puede existir sin la completa humanización del prójimo; no puede existir sin el establecimiento de la igualdad de derechos y libertades para todos; y no podrá existir si se instaura de una forma arrogante y por imposición.

Las alianzas son esenciales para transformar las democracias títere y autoritarias en democracias reales y participativas que sean capaces de generar el cambio en Oriente Medio.

Hemos recibido muchas recomendaciones para construir la democracia en Oriente Medio en los últimos diez años. Para mí la gran pregunta ahora es: ¿estamos preparados para aprender de los errores?

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