Las elecciones sudamericanas de este año están muy lejos de mostrar una clara tendencia hacia la izquierda o el populismo. El autor cree que más que un efecto dominó, tal cual supone la idea de que la región va hacia un lado u otro, lo que parecen estar mostrando las elecciones sudamericanas –como las de Perú, Ecuador y Brasil— es una dinámica parecida a un juego de billar: los procesos políticos de unos países incidan sobre otros. Pero en lo que no hay acuerdo es de qué manera lo hacen.
LAS ELECCIONES SUDAMERICANAS DE ESTE AÑO están tan lejos de mostrar una clara tendencia hacia la izquierda o el populismo que aventuraron apologistas y agoreros, como de desmentir que algo está cambiando definitivamente en la región.
Hay un nuevo ciclo político que cada país elabora y enfrenta de distintos modos, dentro de contextos caracterizados por algunos comunes denominadores: nuevas y cambiantes coaliciones políticas, bipolaridad, crisis de los partidos tradicionales, distancia entre política y sociedad –que se suple con intensa movilización mediática–, preocupación por el Estado y cohesión nacional en el tope de una agenda interpelada por factores externos e internos que desafían la gobernabilidad democrática.
EFECTOS CONTAGIO
Nadie duda que los procesos políticos de los países latinoamericanos incidan unos sobre otros; en lo que no hay acuerdo es de qué manera lo hacen. Los llamados efectos contagio pueden tener distintas y contradictorias manifestaciones. Un mismo factor regional — la cercanía del presidente venezolano Hugo Chavez– puede ayudar a un líder en un país (Evo Morales en Bolivia) y repercutir negativamente en otros (Ollanta Humala en Perú y Rafael Correa en Ecuador).
Las segundas vueltas de las elecciones presidenciales –en pleno decurso en Brasil y Ecuador– muestran un nuevo capítulo de interesantes aristas, sorprendiendo a las previsiones pre-electorales. Es notorio que Lula y Alckmin, Correa y Noboa, no representan solamente coaliciones electorales nítidamente contrapuestas, sino también visiones estratégicas diferentes sobre la inserción externa y las orientaciones políticas de la región.
PARADOJAS DE UN PAÍS FRAGMENTADO
Los dos candidatos finalistas en Ecuador emergieron como los más representativos de una sociedad fracturada, con el sistema político pulverizado y la gobernabilidad pendiendo de un hilo. El millonario Alvaro Noboa –que quiere alinearse con Estados Unidos y simpatiza con el colombiano Alvaro Uribe– y el nacionalista de izquierdas Correa –que gusta asociarse con la Venezuela de Chávez– muestran la paradoja de un país fragmentado, que busca una imagen unificada de sí mismo antes que un espejo externo en el cual reflejarse.
Cada sociedad mira de reojo lo que ocurre en las casas del vecindario y trata de parecerse o diferenciarse según percibe riesgos, amenazas y oportunidades. Los líderes abonan con retórica encendida estas percepciones e imágenes sin advertir que pueden resultar dañados por excesos en la manipulación de sus identificaciones exteriores.
CALEIDOSCOPIO LATINOAMERICANO
Ocurre que más que un efecto dominó, tal cual supone la idea de que la región va hacia un lado u otro — siguiendo una tendencia u orientación determinada– lo que parecen estar mostrando las elecciones sudamericanas de este año es una dinámica parecida a un juego de billar.
Los líderes de un país empujan una bola en una dirección, y ésta pega en otras bolas que van hacia diferentes esquinas y pueden embocar en el agujero menos esperado.
En este juego de carambolas, es bueno tener presente que las orientaciones políticas domésticas no necesariamente pueden homologarse con las orientaciones políticas regionales pasando por alto los factores nacionales y locales propios.
Los resultados electorales regionales dan un paisaje de conjunto, pero éste se configura a la manera de un caleidoscopio: múltiples formas que se arman según giremos el catalejo.
Publicado por:
Anónimo
fecha: 25 | 10 | 2006
hora: 12:20 pm
Link permanente
Yo creo que sí hay dos tendencias: la de una izquierad pragrámtica como Bachelet, Tabaré, Lula y hasta incluiría a Krchner y una izquierda sin rumbo como Chávez. No sé dónde entraría Evo Morales. Aún así, está muy bien el sinónimo del juego de billar. Buen artículo de Bosoer.