El autor analiza las consecuencias inmediatas que ha producido la explosión nuclear norcoreana para Japón y destaca la posibilidad de que Tokio reforme su constitución pacifista y se rearme. Israel Z. cree que más allá de cuál sea la reacción de actores como China, Corea del Sur, Estados Unidos y Naciones Unidas –ante el poder nuclear norcoreano– dos situaciones sí parecen claras: la primera es que un ataque militar contra Pyongang queda plenamente descartado; el segundo hecho es que la experiencia norcoreana le demuestra a Irán que cuando existe el convencimiento y la disposición es posible llegar a poseer la bomba nuclear. Sepa a continuación cómo la balanza de poder se ha movido en Asia y hasta qué punto el camino que está tomando Japón podría ser irreversible.


SI HAY UN PAÍS donde la explosión nuclear de Corea del Norte ha producido un antes y un después es Japón.

Así es. Y estoy convencido –a diferencia de otros analistas—, que la decisión de la dictadura que gobierna Corea del Norte es muy racional desde el punto de vista de sus intereses, ya que busca, por encima de todo, la supervivencia de su elite y de un régimen estalinista como no queda otro. Es decir: busca la negociación y no la confrontación para lograr que otros países le entreguen la energía y los alimentos que necesita.

EVITAR SER ATACADO
Y si pretende conversaciones directas con Estados Unidos es para que le aseguren que no va a ser atacado.

China y Corea del Sur temen, por su parte, a un escenario catastrófico de desplome y a millones de refugiados llegando a sus fronteras. A China tampoco le conviene la reunificación de Corea, ya que dejaría a un país como Corea del Sur –aliado de Estados Unidos– en el centro de la escena regional y (ahora) con armamento nuclear.

Es probable asimismo que reaparezca el unilateralismo de Estados Unidos con su disposición a evitar que otros países ocupen el espacio en la resolución del conflicto, pero el fracaso en Irak ha conducido a Washington a seguir el camino diplomático. Lo más seguro es que intente llevar los casos de Irán y Corea del Norte al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y no a una respuesta militar.

CONVENCER A TOKIO
Sin embargo, nada de eso convence a Japón. Tokio no le cree a Corea del Norte, y mantiene además sentimientos complejos. Siguen existiendo en Corea resentimientos por la brutalidad de la ocupación y la falta de disculpas, existe además una cuota de arrogancia acerca de la superioridad nipona.

Quizás nos cueste entender el asunto desde fuera pero es importante comprender la magnitud del temor de Japón, ante un país que –como Corea del Norte– tiene armamento nuclear y que ha probado que posee la capacidad misilística para llegar a su territorio. La razón es evidente: Japón es la única nación que ha sufrido los efectos directos de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki.

TODO LISTO PARA UN JAPÓN NUCLEAR
Por ello, más allá del resultado de la crisis precipitada por la prueba nuclear norcoreana lo cierto es que Japón ya ha cambiado.

Es muy probable que Tokio modifique su constitución pacifista, que fortalezca sus fuerzas armadas, y no deberíamos sorprendernos si empieza a coquetear con ideas hasta ahora impensadas como armamento nuclear y doctrinas de golpes preventivos.

Posee los recursos y la tecnología. Y ahora con Shinzo Abe como primer ministro parece tener la voluntad política.

DESCARTADO EL ATAQUE MILITAR
Muchas cosas pueden suceder: que Corea del Norte vuelva a la mesa de negociaciones; que Estados Unidos siga sin aceptar las negociaciones bilaterales e insista en el formato de los seis países (las dos Coreas, China, Japón y Rusia más el propio Estados Unidos); que Naciones Unidas aumente las sanciones; que China y Corea del Sur dejen de mantener los niveles de contacto y comercio, etc., etc. O no, claro está.

Sin embargo, dos situaciones sí parecen claras: la primera es que un ataque militar queda descartado, ya que una guerra convencional involucraría inmediatamente a más de un millón de tropas en una de las fronteras más armadas del mundo como lo es el paralelo 38 que separa a Corea del Norte de la del Sur. El segundo hecho es que la experiencia norcoreana le está demostrando a Irán que no interesan las presiones: cuando existe el convencimiento y la disposición, un país puede llegar a poseer armamento nuclear. Y si lo logró un país pobre, con mayor razón lo debiera lograr uno rico en petróleo.

¿EQUILIBRIO DE PODER?
Lo que resulta evidente es que la balanza de poder se ha movido en Asia y puede haber sufrido un cambio de gran magnitud, ya que el camino que está tomando Japón parece prácticamente irreversible.

Y el hecho de que una potencia de la magnitud de Japón intente acercarse al armamento nuclear no sólo afectará al equilibrio asiático, sino que tendrá su efecto en el mundo entero.

De todas las consecuencias de la explosión norcoreana, la que está teniendo lugar en Japón puede ser la más duradera.