El apetitoso pastel energético

Por Carlos Taibo (para Safe Democracy)

Carlos Taibo esboza las razones por las que la renacionalización de empresas occidentales en Rusia no sería más que un reparto de activos entre segmentos de la oligarquía económica. Taibo cree que Putin no busca enjuiciar a la Royal Dutch Shell por haber quebrantado las normas medioambientales en Sajalín, sino que en realidad pretende fortalecer su debilitado Estado a través de la renacionalización de determinadas empresas energéticas (Yukos) haciendo uso de la presión gubernamental.


Carlos Taibo es profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los mayores expertos en Rusia y Europa del Este. Da clases en el el Master en Relaciones Internacionales y Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid y ha publicado decenas de libros sobre política internacional.

SABIDO ES QUE LOS TRIBUNALES RUSOS han puesto en marcha un procedimiento para evaluar si el consorcio británico-holandés, Royal Dutch Shell, premiado años atrás con la explotación de suculentos yacimientos energéticos en la isla de Sajalín, ha violentado las normas medioambientales más elementales. Sabido es también que la decisión de los tribunales rusos se atribuye a una presión gubernamental encaminada a retirar las concesiones correspondientes a las empresas occidentales.

Me olvidaré ahora de semejante discusión, por mucho que sorprenda un tanto la repentina vocación ecológica del Kremlin, de la misma suerte que sorprendería que nuestros gigantes de la energía se hubiesen mostrado escrupulosamente respetuosos de los equilibrios medioambientales. Me interesa más una discusión que está en la trastienda del debate que ahora me ocupa: la relativa a si los movimientos de las autoridades rusas obedecen o no a un designio de renacionalizar activos que fueron privatizados en provecho de empresas locales o foráneas en el decenio de 1990.

LA APUESTA DEL KREMLIN
El criterio de análisis más habitual en nuestros medios de comunicación responde afirmativamente, sin mayores dudas, a la pregunta formulada. Conforme a esta visión, el presidente Putin, deseoso de fortalecer un Estado visiblemente debilitado, habría tomado cartas en el asunto de restaurar la férula de aquél en sectores económicos estratégicos. Si así se quiere, el modelo emergente recordaría un tanto al que impera desde hace unos lustros en China de la mano de un inocultado control estatal de un sinfín de actividades.

Conviene recelar, sin embargo, de semejante percepción de los hechos, que parece olvidar lo que se oculta por detrás. Y es que la apuesta de Putin, pese a las apariencias, más bien apunta a la defensa de intereses privados que aparecerían medio tapados. Lo que ya sabemos de operaciones como la que tuvo por objeto a Yukos años atrás es que a la postre muchos de los recursos implicados acabaron en manos de magnates próximos al Kremlin.

A este respecto no es de mayor ayuda la certificación de que a menudo se ha registrado una material renacionalización de determinadas empresas. Muchos de los responsables económicos afines a Putin operan hoy como presidentes de empresas públicas cuya gestión es de hecho privada, al amparo, por cierto, de una norma bien conocida en el caldo de la globalización capitalista: mientras los beneficios se privatizan, las pérdidas se socializan.

OPTIMISMO PUTINIANO
Hace unos meses alguien recabó de un economista francés que mucho sabe de estas cosas, Wladimir Andreff, su opinión en lo que se refiere a eventuales medidas de renacionalización en Rusia. Lo primero que Andreff replicó fue que la pregunta era perfectamente legítima, y ello tanto en virtud del expolio del sector público registrado en el decenio de 1990 como de resultas de la general ineficiencia de las grandes empresas que hoy dirigen los oligarcas.

A continuación nuestro hombre agregó que, habida cuenta de cómo estaban las cosas en Rusia, en un momento como el presente la aparente renacionalización no sería otra cosa que un reparto de activos entre unos y otros segmentos de la oligarquía económica, sin que abundasen los argumentos para concluir que aquéllos de entre éstos vinculados con el aparato de poder putiniano están llamados a ser más honrados y más eficientes que sus antecesores.

Mucho me temo que semejante retrato arroja mucha luz sobre las miserias de la Rusia contemporánea.

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