Líbano-Israel: ¿guerra o paz?

Por George Chaya (para Safe Democracy)

George Chaya dice que el primer ministro libanés Fouad Siniora tiene dos alternativas: reconocer que se anhela la paz con Israel, o aceptar, en cambio, el estado de guerra permanente. Entienda a continuación qué implican las dos alternativas en acciones de gobierno y cómo puede Fouad Siniora pacificar Líbano, y poner al país en el curso de la normalización.


George Chaya es experto en terrorismo y conflictos religiosos en Oriente Medio. Es miembro fundador del Consejo Mundial de la Revolución de los Cedros y asesor del Comité Libanés Internacional. Dirige el Buró de Informaciones Libanesas para América Latina.

LA SITUACIÓN INTERNA DE LÍBANO no presenta demasiadas variables para el gobierno del primer ministro Fouad Siniora después de la guerra de Hezbolá e Israel.

Siniora debe elegir entre dos opciones y mostrar definitivamente dónde está posicionado y cuál será el camino por el que pretende llevar al país.

OPCIÓN UNO: EN PAZ CON ISRAEL
Si Líbano no está en guerra con Israel significa que, como Egipto y Jordania, debe asumir que Israel no es el enemigo.

Consecuentemente, ciertas acciones gubernamentales, tan imperiosas como ineludibles, deben ser llevadas a cabo por su gobierno:

PRIMERO Desarme y desmantelamiento de Hezbolá, con la ayuda efectiva y concreta del contingente de Naciones Unidas estacionado hoy en el país.

SEGUNDO Dejar de lado el discurso sobre la ocupación de las Granjas de Shebaa y solicitar la intervención de Naciones Unidas para recuperar pacíficamente ese controvertido territorio. Anular también el estado de guerra inerte que Siria ha llevado adelante por más de 30 años en la frontera libanesa-israelí y distanciarse todo lo posible de los ayatolás de Irán.

TERCERO Ordenar al ejército libanés que haga efectivo el inmediato desarme de los guerrilleros de Hezbolá mas allá de la región de Líbano meridional y al sur del Río Litani.

Estas acciones pacificarían inmediatamente al país y lo pondrían en el curso de la normalización del que ha carecido en los últimos 32 años.

OPCIÓN DOS: EN GUERRA CON ISRAEL
Aceptar el estado de guerra con Israel significaría arrastrar a Líbano al eje conformado por Siria e Irán.

En este caso, Siniora deberá pronunciarse claramente y decir por qué Líbano considera a Israel como su enemigo. Tendrá que explicar cuál es el tipo de amenaza que encarnan los israelíes y deberá dar razones concretas a la sociedad libanesa y a la comunidad internacional.

Consecuentemente, las acciones y los resultados lógicos y naturales de esta segunda opción serán:

PRIMERO No habrá desarme ni desmantelamiento de Hezbolá, sino mayores concesiones a este y a otros movimientos o grupos armados que deseen enrolarse en la resistencia, incluyendo al mismo ejército libanés que deberá alinearse con Hezbolá y luchar contra Israel. De la misma manera, el ejército libanés deberá desplegar toda su fuerza en el Sur para combatir con todos los movimientos de la resistencia que operan en la frontera.

SEGUNDO Esta opción no pacificará de modo alguno a Líbano. Un estado de guerra con Israel tendrá consecuencias devastadoras como las ya observadas en la guerra que lanzó Hezbolá el 12 de julio, sólo que en este caso la devastación se extendería por años, destruyendo, además, cualquier intento de desarrollo económico viable para el futuro del país.

No existe realmente tercera opción posible para Siniora. Las iniciativas mencionadas describen la forma de vida por las que transitó Líbano durante los últimos treinta años.

Es ilógico esperar que el país viva simultáneamente un estado de guerra y otro de paz.

MIRAR A SIRIA
Lo que Siniora no puede hacer es señalar con una mano las acciones de los movimientos de la resistencia, y a la vez movilizar a su pueblo contra ese enemigo, quejándose por la ocupación de tierras a manos de ese enemigo, sin mirar hacia el régimen sirio.

Siniora sabe que Líbano aceptó oficialmente la resolución 1559 de Naciones Unidas, que ordenaba el desarme de todas las milicias (incluida Hezbola y los grupos palestinos de los campos de refugiados). Y entiende que Líbano está aún limitado por el Acuerdo de Taif (1989), que también estipula el desarme de todas las milicias.

INFLUENCIAS Y TRAMPAS IDEOLÓGICAS
La comunidad internacional, por su parte, ha seguido una posición unificada en ayuda de Líbano que frena momentáneamente cualquier situación de guerra.

Pero Líbano debe liberarse de las trampas ideológicas del conflicto palestino-israelí y de las influencias de Irán y Siria.

¿Por qué los políticos libaneses pro-sirios insisten en la posición de liberar de la ocupación las tierras del sur? La mayoría de los ciudadanos –salvo los radicales jihadistas– aspiran a la paz, a la tranquilidad, y no ven a los israelíes solamente como enemigos.

OPCIONES EVIDENTES
En síntesis, la opción para Siniora es sencilla:

Si el gobierno libanés no quiere la paz con Israel –y si desea liberar a Palestina y establecer allí un estado islámico– tiene que decirlo con sinceridad y actuar de acuerdo a la lógica de guerra y aliarse abiertamente con Siria e Irán, comprar armas e imponer un estado de emergencia. Y, desde luego, asumir esa responsabilidad

Pero si el gobierno libanés desea la paz con Israel tiene que decirlo y actuar en consecuencia. Debe abandonar la posición de peón en el tablero de Oriente Medio, y tendrá que ir desarmando a Hezbolá en forma progresiva y al resto de los grupos de la resistencia. Tendrá asimismo que enviar al ejército a cumplir con su misión en todo el territorio del país –como lo hace cualquier estado soberano– y focalizar sus acciones de gobierno en conquistar el desarrollo económico y tecnológico.

Naciones Unidas no tiene nada más que decir: ya ha enviado sus soldados en cumplimento de la promulgada Resolución 1701. Y tanto Estados Unidos –que se mantiene en silencio– como la UE y Rusia –e incluso algunos países árabes como Arabia Saudí, Egipto y Jordania– han dejado muy en claro a los libaneses qué tienen que hacer. Las opciones son bastante evidentes.

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