La importancia de retomar el proceso de paz

Por Mario Sznajder (para Safe Democracy)

Mario Sznajder dice que el círculo de violencia creciente entre palestinos e israelíes demuestra insensibilidad mutua y falta de liderazgos en ambas partes para buscar una solución política, la única alternativa viable. Sznajder cree que la violencia creciente es el resultado de dos incapacidades simultáneas: la elite política palestina no adopta de una vez por todas las medidas políticas necesarias –gobierno de coalición o tecnocrático– que le permitan negociar con Israel, y la elite política gobernante en Israel no da los pasos necesarios para negociar con la Autoridad Nacional Palestina, ni explora la posibilidad de negociar con Siria.


Mario Sznajder es profesor titular de la cátedra Leon Blum en Ciencia Politica de la Universidad Hebrea de Jerusalén e investigador asociado del Instituto Truman para el avance de la paz. Ha publicado un centenar de artículos en publicaciones científicas sobre fascismo, derechos humanos, democracia y Oriente Medio.

EL CÍRCULO DE VIOLENCIA que define al conflicto palestino-israelí y sus características asimétricas no es novedoso. Sin embargo, los últimos días parecen haber superado sus límites anteriores con la acción israelí en el Norte de la Franja de Gaza y el bombardeo de artillería, que causaron tantas víctimas civiles (Beit Hanun).

Lo que más impresiona es que estos hechos se han tornado parte de la rutina del conflicto y, pese a su gravedad, no impresionan ni provocan reacciones de protesta en la sociedad israelí. Es necesario señalar que actos de violencia palestinos tampoco provocan reacciones de protesta en la parte palestina sino, generalmente, reacciones de júbilo cuando tienen éxito.

LA ÚNICA SALIDA ES POLÍTICA
La asimetría reside en que Israel ataca –como Estado organizado– a la parte palestina usando sus estamentos militares formales, modernos y poderosos mientras que los palestinos atacan a Israel con sus primitivos misiles Kassam, y cuando lo logran, a través de atentados terroristas.

Desde el punto de vista político, la incapacidad de los liderazgos elegidos para frenar la violencia es una clara muestra de debilidad y de falta de capacidad, ya que dejan claro a ambas partes –y a todo el mundo– que el conflicto israelí-palestino no tiene una salida militar, ni a través de cualquier tipo de violencia, sino que la solución puede ser sólo negociada en forma política.

INDIFERENCIA ANTE EL SUFRIMIENTO
La indiferencia pública en cada parte, frente al sufrimiento de la contraparte, destruye las bases morales a largo plazo de la existencia social, tanto en la sociedad israelí como en la sociedad palestina.

Esto es real, ya que la indiferencia frente a lo moralmente inaceptable, cuando le sucede al enemigo, se internaliza como apatía moral que luego termina destruyendo toda norma social de convivencia interna. Si se pueden tolerar muertes de civiles inocentes en la otra parte, por qué no tolerar estos fenómenos en el plano interno (siempre que no afecten personalmente).

Este tipo de fenómenos, conducentes hacia la anomia social pueden ser tolerados por políticos más preocupados por su propia supervivencia política que por el futuro de los Estados que gobiernan. Esto explicaría las razones por las cuales la elite política palestina no adopta de una vez por todas las medidas políticas necesarias –llámese gobierno de coalición o gobierno tecnocrático y demás– que le permitirían negociar con Israel. Esto explicaría asimismo por qué la elite política gobernante en Israel no da los pasos necesarios para negociar con la Autoridad Nacional Palestina.

¿Y SIRIA?
En el caso israelí, el debilitamiento político producido por la última contienda en Líbano ha impedido que se negocie con Siria (hasta el momento), y que no se desdoble el mensaje de Bashar Al-Assad, quien por un lado llama a Israel a negociar y por el otro amenaza con una futura guerra.

Son los escenarios de futura violencia y de guerra los que hasta ahora han primado en la toma de decisiones políticas del gobierno de Ehud Olmert, con resultados por demás negativos.

ATAQUES INMORALES
El uso de artillería en zonas densamente pobladas como la Franja de Gaza para impedir el lanzamiento de misiles contra Israel ya fracasó, y se probó como moralmente intolerable en el pasado. Tampoco logró, a largo plazo, evitar los ataques contra Israel y causó daños en su imagen política internacional.

La falta de liderazgo político es la única explicación –más allá de los errores militares– que hay detrás de este tipo de hechos.

Lo mismo es válido con respecto a Siria. Si las declaraciones del presidente sirio con respecto a la paz como objetivo fueran reales, la respuesta lógica del gobierno israelí tendría que ser positiva, aun si sólo fuera para descubrir qué se esconde tras las declaraciones sirias.

UNA NUEVA OPORTUNIDAD CON BUSH
La próxima visita del primer ministro Ehud Olmert a Washington, donde será recibido por el presidente George W. Bush — debilitado por los resultados de las elecciones– podrían presentar la oportunidad para generar un vuelco que abandonara iniciativas militares a favor de compromisos políticos.

Pero para que esto suceda, los políticos de todas las partes del conflicto deben priorizar el bien a largo plazo de todas las sociedades que participan en el enfrentamiento, en lugar de consideraciones de supervivencia política personal.

De lo contrario, el camino de la violencia y las aberraciones morales que conlleva seguirán primando.

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