Venezuela, en plena campaña electoral

Por Ricardo Angoso (para Safe Democracy)

Ricardo Angoso explica por qué Hugo Chávez lidera las encuestas y seguirá siendo –seguramente– el presidente de Venezuela, a pesar del ascenso del opositor Manuel Rosales. Pero, ¿cómo ha sido posible que la desacreditada oposición democrática haya comenzado a remontar en los sondeos? Angoso cree que la respuesta es muy fácil: la situación económica sigue siendo desastrosa en Venezuela (a pesar de la subida del precio del petróleo), la mayor parte del país padece una pobreza endémica y crónica, la inseguridad aumenta vertiginosamente y muchos sectores que hasta ahora seguían fielmente a Chávez comienzan a mostrar su desencanto.


Ricardo Angoso es periodista especializado en cuestiones internacionales y coordinador general de la ONG Diálogo Europeo, con sede en Madrid.

VENEZUELA CELEBRARÁ EL PRÓXIMO 3 de diciembre unas elecciones transcendentales. Por primera vez, desde su llegada al gobierno, allá por el año 1998, el presidente Hugo Chávez se enfrentará a una oposición democrática unida, al tiempo que la situación económica no remonta, pese al supuesto crecimiento exhibido por el ejecutivo chavista.

El duelo –que por primera vez intenta superar los límites impuestos hasta ahora por el predominio casi total de los chavistas en todas las esferas– se presenta arduo y duro para una oposición que no supo desligarse del tradicional juego político, muy desacreditado, y de algunas figuras claramente impresentables, como el ex presidente y prófugo de la justicia Carlos Andrés Pérez.

AÚN SIN ALTERNATIVA
A día de hoy, Chávez encabeza todas las encuestas y, casi con toda seguridad, seguirá siendo el presidente de la nueva Venezuela. El desgaste es grande, pero la oposición, liderada por el opositor Manuel Rosales, todavía no es la alternativa.

Muy a pesar de todo, no hay que olvidar que el presidente venezolano, Chávez, atraviesa –según aseguran los sondeos publicados en Caracas– uno de los períodos más críticos desde el golpe de Estado del año 2002 y su popularidad es la más baja desde esa fecha.

¿Cómo ha sido posible que la desacreditada oposición democrática haya comenzado a remontar en los sondeos y a perfilarse como una alternativa posible de futuro al chavismo? Muy fácil: la situación económica sigue siendo desastrosa, la mayor parte del país padece una pobreza, por no decir miseria, endémica y crónica, la inseguridad aumenta vertiginosamente sin que nadie sea capaz de detenerla –el principal quebradero de cabeza de los venezolanos– y muchos sectores que hasta ahora seguían fielmente al máximo líder de la revolución bolivariana comienzan a mostrar su desencanto por el actual estado de cosas que padece el país.

Seguramente ganarán los chavistas, pero no convencerán del todo, ese será el gran drama de esta Venezuela abatida.

GOLPE PARA LAS CLASES MEDIAS Y BAJAS
Volviendo a lo económico: según las cifras del oficial Banco Central de Venezuela, la inflación acumulada en lo que va de año supera el 10 por ciento y en los círculos oficiales creen que el año pueden terminar con una cifra que duplique a ese porcentaje.

Las clases medias y bajas son las más golpeadas por la crisis, y con los sueldos actuales, alrededor de doscientos dólares, nadie consigue llegar a fin de mes. Al parecer, la inflación vendría generada por el exceso de dinero circulante en la economía, producto del elevado gasto público y el despilfarro en las arcas del Estado. Desde diciembre de 1998 hasta julio de este año, la inflación aumentó un 376 por ciento, mientras que la clase media, la más golpeada en los últimos tiempos, ha visto aumentadas sus ganancias en un 236 por ciento, según asegura el economista venezolano Luis Vicente León. Le pérdida de poder adquisitivo es evidente y constatada, a tenor de las crudas cifras oficiales.

FRACASOS ECONÓMICOS
Así las cosas, nadie en Caracas se explica cómo con el precio del petróleo por encima de los 60 dólares –en unos de los países que más petróleo produce del mundo– no se ha generado un crecimiento en el nivel de vida y un mejor reparto de la riqueza nacional. Los críticos a Chávez achacan esta situación a la creación de más de un millón de puestos de funcionarios en los aparatos del Estado, con el fin de lograr una cierta paz social a costa de un abierto prebendismo en la elección de estos cuadros, y a un escaso rigor por parte de las instituciones a la hora de optimizar y racionalizar el gasto público.

Venezuela derrocha los dividendos recibidos del petróleo y el dinero no reporta en un mayor crecimiento económico. El discurso revolucionario –por mucho que el presidente maneje a su antojo y gusto las obras de Simón Bolívar– ya no puede ocultar el fracaso económico del régimen.

EL PROBLEMA DE LA INSEGURIDAD
Por otra parte, tal como han reflejado numerosos sondeos de opinión y estudios, la opinión pública venezolana cada día se muestra más preocupada ante el gravísimo problema de inseguridad ciudadana que asola al país y por el desempleo. Estas dos lacras, en las que la revolución bolivariana ha fracasado estrepitosamente, siguen estando muy presentes en la sociedad venezolana y van influir decisivamente en el voto de los electores en las próximas elecciones, previstas para el próximo 3 de diciembre.

Oficialmente, el gobierno reconoce que el desempleo es tan sólo del 10 por ciento, pero numerosos analistas aseguran que es mayor. También hay un 46 por ciento de empleo informal, es decir, precario o subempleo.

ESCALADA DE TENSIÓN
Esta difícil coyuntura para el peculiar sistema político creado por Chávez ha provocado que la popularidad del presidente bajara en las encuestas y que la oposición comience, por primera vez en años, ha mostrarse como una alternativa. El presidente es valorado positivamente por el 48 por ciento de los ciudadanos y un 17 por ciento por cierto asegura que votará por el candidato de la oposición, mientras que la franja de indecisos y desencantados roza el 35 por ciento.

De aquí a la elección –y en plena escalada de la tensión entre los dos bandos– muchos son los que piensan que las cosas pueden influir muy positivamente a favor de la oposición y en contra de Chávez.

DESCONTENTO CRECIENTE
Para el sociólogo local Oscar Schemel, director de importante firma de estudios de Venezuela Hinterlaces, el descenso de la candidatura presidencial se debe al creciente descontento y desesperanza en los sectores que tradicionalmente han respaldado la labor y el discurso del presidente Chávez.

Son ya muchos los que critican abiertamente el despilfarro, el burocratismo, la corrupción y la ineficacia de un sistema incapaz de generar riqueza y bienestar para una población abatida y cansada tras diez años de inútil retórica bolivariana. El propio Chávez ya lo había dicho: ¡Nuestros enemigos internos, los más peligrosos para la revolución, son la burocratización y la corrupción!. Nunca unas palabras del máximo líder venezolano habían sido más premonitorias.

Aparte de estas consideraciones, la oposición democrática al chavismo tiene por primera vez en su historia un candidato único (el ya citado Manuel Rosales), y parece firme y decidida.

¿JUEGO LIMPIO?
El chavismo tratará ahora de cerrar filas en un movimiento que nunca fue un partido clásico, sino una red de líderes de partidos minoritarios, ex guerrilleros, izquierdistas notorios, sindicalistas y hombres de buena intención que creyeron en el proyecto bolivariano, pero también no pocas de las adhesiones a la causa chavista son oportunistas de escaso pelaje ideológico y ex cuadros de la viciada política nacional de siempre. Abandonarán a la primera de cambio.

La campaña electoral, tal como se ha visto en los últimos días, será dura, larga y seguramente sucia, no exenta de la violencia que caracteriza a estos procesos en este país y surcada por las turbulencias políticas.

Esperemos que, al menos, el juego sea limpio y las dos partes acaten el resultado de las urnas, algo que no siempre suele suceder por estas latitudes. Chávez, por su parte, ya ha anunciado ante la CNN que jugará limpio y acatará el mandato popular. Veremos.

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