El último superviviente de la Guerra Fría

Por Augusto Zamora R. (para Safe Democracy)

Augusto Zamora R. dice que aunque ningún gobierno lo admite, dos causas siguen manteniendo viva a la OTAN: uno, servir a los intereses estratégicos de Washington en Europa, y dos, continuar existiendo como el vehículo para batir al enemigo ruso. En este contexto, la Unión Europea se presenta dividida entre la Europa europeístay la Europa atlantista. Desaparecida la Unión Soviética y disuelto el Pacto de Varsovia, habría sido lógico que la OTAN siguiera igual suerte. Pero ocurrió lo contrario. La pregunta es: ¿qué papel debe tener la organización atlántica hoy?


Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido abogado nicaragüense ante la Corte Internacional de Justicia entre 1983 y 2001. Es columnista del periódico El Mundo. Su última obra es «La paz burlada. Los procesos de paz en Centroamérica» (Editorial Sepha, Madrid, 2006).

SE ACABA DE REALIZAR EN MUNICH la XXIII reunión de la OTAN http://www.nato.int/home.htm sobre seguridad.

La reunión se ha dado mientras sigue fresco el fracaso de la última cumbre entre la Unión Europea y Rusia. Ocurre, además, en uno de los momentos más graves y de mayor incertidumbre en Oriente Medio, con Irak deshaciéndose, Afganistán convertido en un foso incierto y Líbano fracturado. Crisis, vale recordar, provocadas o agravadas por Estados Unidos, Israel y sus aliados europeos, como resultado de los terribles errores de cálculo. Fallaron sobrevalorando su fuerza militar, política y económica y despreciando la de sus adversarios. También falló Estados Unidos en lograr que todos los países de la OTAN asumieran más carga en Afganistán, es decir, implicaran más soldados y medios en la guerra contra la resistencia afgana.

El rechazo de Francia, España, Alemania e Italia –los mayores países europeos– a las presiones de Estados Unidos, puede ser síntoma de un cambio en el papel de la OTAN en la geografía política europea. Desaparecida la Unión Soviética y disuelto el Pacto de Varsovia, habría sido lógico que la OTAN siguiera igual suerte, pero ocurrió lo contrario. Además de ser ratificada como la gran alianza militar de Occidente, fue ampliada hacia los países del antiguo Bloque del Este y algunos de la extinta Unión Soviética.

LA DES-UNIÓN EUROPEA
Aunque no haya gobierno alguno que lo admita, dos causas siguen manteniendo viva a la organización atlántica.

UNO
Servir a los intereses hegemónicos de Estados Unidos en Europa, limitados hoy al campo militar, toda vez que la Unión Europea ha superado económica y comercialmente a Estados Unidos.

DOS
La OTAN –más bien, Estados Unidos– sigue viendo en Rusia un enemigo a batir, aunque las relaciones entre ésta y Alemania y Francia han adquirido, últimamente, un carácter estratégico. Muy distinta es la actitud de países como Polonia o los Bálticos, aposentados en la Guerra Fría y alineados con Washington.

La UE está dividida entre la vieja y la nueva Europa, entre la Europa europeísta y la Europa atlantista. En Riga, los atlantistas perdieron y los europeístas, encabezados por Chirac, ganaron.

DR. JEKYLL Y MR. HYDE
Difícil, por no decir imposible, se dibuja el papel de la OTAN en las condiciones del mundo actual. En la euforia post-soviética, sus miembros la imaginaron una alianza militar global, con capacidad para actuar como gendarme mundial. Los ataques contra la reducida Yugoslavia de 1999, so pretexto de Kosovo, les sirvió para demostrar su recién estrenada vocación policial. La guerra de Irak dividió a la OTAN y el desastre causado ha tenido el efecto colateral de enterrar las ambiciones de Estados Unidos. La operación atlantista afgana, como Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), ha devenido en una trampa. Conscientes de ello, la vieja Europa ha decidido apostar por la reconstrucción y la política. El rechazo a Estados Unidos podría llevar a algo de más calado: a que la Europa europeísta decida renunciar al sueño de un Occidente gendarme.

No menos conflictivo y esquizofrénico aparece el panorama europeo. Una UE-Dr. Jekyll hace reiteradas profesiones de paz respecto a sus intenciones con Rusia, que una OTAN-Mr. Hyde se encarga de desmentir. Así, mientras París y Berlín estrechan vínculos con Moscú, la OTAN moderniza aeropuertos y armamentos de países vecinos a Rusia, construye radares que apuntan a sus principales ciudades y centros industriales, y almacena centenares de bombas estratégicas B61, que sólo pueden tener a Rusia como objetivo.

GEORGIA Y UCRANIA: CASUS BELLI
Como si esto fuera poco, pretende emplazar en territorio polaco y rumano una red de misiles antibalísticos, que Moscú considera una amenaza directa a su seguridad. Desde Rusia se advierte que esta política podría llevarla a retirarse del tratado sobre misiles de corto y medio alcance y a iniciar una nueva carrera nuclear. Rusia, en fin, asume como casus belli el ingreso de Georgia y Ucrania en la OTAN, avisando que esta afiliación provocaría un cambio drástico en sus relaciones con la Unión Europea.

La OTAN es un gran dinosaurio, el único superviviente de la Guerra Fría, que existe sobre esquemas no sólo contrarios a la Carta de Naciones Unidas, sino opuestos a la lógica política, económica y militar del siglo XXI. El sentido común aconseja una política de cooperación internacional y de fortalecimiento de Naciones Unidas, como la mejor forma de salvaguardar la paz y seguridad internacionales. A eso apuntó Jacques Chirac, quien antes de la reunión en Riga –noviembre de 2006– publicó una carta en 36 países pidiendo el ejercicio de responsabilidades dentro de organizaciones internacionales fuertes como la ONU, así como evitar nuevas fracturas en Europa. Francia sigue diez pasos adelante. La Unión Europea se ha quedado atragantada con los reflejos de la Guerra Fría.

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