Japón reestructura su política exterior y de seguridad
Gracia Abad reflexiona sobre los cambios que se han venido gestando en Japón a partir de la llegada de Shinzo Abe y dice que el país se encuentra en el inicio de una reestructuración de su política exterior y de seguridad. Abad explica por qué el primer ministro japonés desea, además de llevar a su Estado a una nueva era –dejando atrás las características de posguerra–, estrechar vínculos con países como India, Australia y la OTAN. Conozca a continuación en qué consiste este momento trascendental para Tokio.
Gracia Abad Quintanal es doctora en Ciencias Políticas y experta en temas de Asia-Pacífico y regionalismo en Asia Oriental. Es investigadora de la Unidad de Investigación sobre Seguridad y Cooperación Internacional del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido investigadora invitada en el Institute for Defense and Strategic Studies de Singapur.
LA RECIENTE ELEVACIÓN DE STATUS DE LA AGENCIA DE DEFENSA JAPONESA para convertirla en Ministerio de Defensa no es sino la punta del iceberg de un proceso mucho más amplio llamado a reestructurar las políticas exterior y de seguridad de Japón. Se ha dotado a este último de un papel de mayor relevancia en el mundo, convirtiéndolo tal como muchos consideraban conveniente desde hace algún tiempo, en una potencia normal.
Por otra parte, desde el final de la Guerra Fría, los cambios vividos por el sistema internacional han supuesto también crecientes presiones para que Japón contribuya a la mejora del contexto internacional de seguridad.
NUEVA IMAGEN PARA JAPÓN
En este sentido, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha insistido, desde que tomó posesión de su cargo, en que su voluntad es llevar a Japón a una nueva era, abandonando las características del Japón de posguerra y creando una nueva imagen para el país que pueda llegar a perdurar un siglo.
Entre los cambios que Shinzo Abe piensa realizar o está efectuando se encuentran: la posible reforma constitucional; la reforma de las leyes de educación y defensa; el nuevo papel asignado a las Fuerzas de Autodefensa; el proyecto de elaboración de una ley permanente que regule el despliegue de las mismas; los renovados esfuerzos para lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; las reformas –en marcha o previstas– de distintas estructuras gubernamentales y del proceso de toma de decisiones en materia de seguridad y el despliegue de una diplomacia más activa.
DIPLOMACIA ASERTIVA
Aunque es probable que el deseo del primer ministro de dar paso a un proceso de reforma constitucional que permita relajar las restricciones que actualmente pesan sobre la capacidad de actuación de las fuerzas de autodefensa –en especial a nivel internacional–, sea el cambio más significativo de todos. La convicción de Shinzo Abe acerca de un cambio que, no obstante, no cuenta por el momento con el apoyo del principal partido de la oposición, el Minshuto o Partido Democrático de Japón y su líder Ichiro Ozawa, se pone de manifiesto si tenemos en cuenta que ya se ha producido un cambio en la interpretación de la Carta Magna japonesa, aunque no del texto y una redefinición del uso de la fuerza.
Del mismo modo, el primer ministro Abe no esconde su intención de desarrollar un política de Diplomacia Asertiva que ayude a Japón a protegerse de sus enemigos. En ese sentido, más allá de las visitas efectuadas a Corea del Sur y China al inicio de su mandato para evitar el deterioro de las relaciones con sus vecinos, de los acuerdos con Australia para desarrollar un plan de acción en cuestiones de seguridad, de los planes conjuntos de contingencia desarrollados con Estados Unidos, de su activa participación en la reciente Cumbre de Asia Oriental o de los esfuerzos realizados para reforzar sus relaciones con la ASEAN por medio de instrumentos como el Acuerdo Asociación Económica o la cooperación en seguridad marítima, la voluntad japonesa de estrechar su cooperación con la OTAN es especialmente ilustrativa.
ESTRECHAR VÍNCULOS
Así, en su discurso ante el Consejo del Atlántico Norte, Shinzo Abe insistió en la importancia de estrechar vínculos con los países que comparten visiones similares acerca de la democracia y los derechos humanos, una reflexión semejante a la que ha realizado con relación en los lazos de Japón con Estados como la India o Australia.
En consecuencia, cabe concluir que nos encontramos ante el comienzo de una transformación de gran calado de la dimensión exterior japonesa en todos los ámbitos. Ahora bien, dado que están previstas sendas convocatorias electorales en Japón para abril y julio, ésta última para la cámara alta y que, si nos atenemos a los resultados de las encuestas, asistimos a un proceso de constante pérdida de popularidad del primer ministro, los próximos meses pueden resultar trascendentales.
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