Un asunto que involucra (re)definiciones políticas y de soberanía

Por Ricardo Israel Z. (para Safe Democracy)

Ricardo Israel Z. explica por qué Europa puede estar contenta y muy satisfecha por lo logrado en 50 años, pero nada parece indicar que esté todavía madura para un ejército europeo. Hablar de un ejército común es un asunto complicado que involucra definiciones políticas y de soberanía además de elementos estratégicos, económicos y logísticos. Israel Z. cree, sin embargo, que sin una fuerza propia la Unión Europea difícilmente podrá ser tomada en serio como un gran poder mundial.


Ricardo Israel Z. es Catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Chile. Tiene un Ph.D. y un Master en Ciencia Política por la Universidad de Essex y dirige el Centro Internacional para la Calidad de la Democracia y la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chile. Preside el Comité de Fuerzas Armadas y Sociedad de la Asociación Mundial de Ciencia Política. Ha publicado decenas de libros y ensayos traducidos a varios idiomas y es conductor y comentarista de programas políticos e internacionales en Radio y TV de Chile.

EL CINCUENTENARIO DE LA UNIÓN EUROPEA es una fecha a ser celebrada ya que los logros son magníficos, salvo en un punto: Europa no ha logrado tener una incidencia internacional y una importancia estratégica al nivel de su historia y de su rol de gigante económico.

¿Es la propuesta de un ejército europeo la solución de este problema? Angela Merkel hizo el llamado e inmediatamente se supo de la resistencia británica a la idea, en un contexto donde la Declaración de Berlín hizo lo posible para no ofender a nadie y posponer cualquier reforma estructural.

UN ASUNTO MUY COMPLICADO
La gran pregunta es si es viable un cambio tan profundo como lo es la creación de un ejército común si todavía no hay aceptación de una Constitución para la Unión.

Por cierto que los avances de la idea de una Europa unida han sido espectaculares. Sin embargo, un tema distinto es plantearse afectar el corazón del poder de todo Estado como lo es la fuerza militar. La integración europea se ha hecho mirando hacia el futuro y no hacia el pasado, por lo que nunca a ningún nivel se ha revisado la cuestión de la soberanía de las naciones que la componen. Este es un tema en el que Alemania no sólo podría verse afectada, sino que también tiene mucho que decir, por la forma en que quedaron estructuradas las fronteras después de la segunda guerra mundial.

Hablar de un ejército común es un asunto complicado que va mucho más allá de la operación de unidades de reacción rápida. Implica definiciones políticas y de soberanía de gran significación, además de todos los elementos estratégicos, económicos y logísticos involucrados.

De partida hay nuevos escenarios estratégicos de significación mundial en Asia y en la amenaza de un megaconflicto regional que surge del programa nuclear iraní.

LAS DIFICULTADES
La idea fue planteada, pero los obstáculos son varios:

1. El debate acerca de la Constitución.
2. La oposición a una fuerza conjunta del mejor ejército como lo es el británico.
3. La evidente rivalidad que podría plantearse con la OTAN.
4. La posible oposición, tanto de Estados Unidos como de Rusia.
5. La falta de una posición diplomática conjunta de la Unión.
6. La indefinición en torno al estatus futuro de Turquía, de significación en el plano militar.
7. Una idea de este tipo puede tener avances o retrocesos dependiendo del resultado de la elección presidencial francesa.
8. Por último, y sobre todo, las dificultades desde políticas hasta estratégicas en torno a una definición tan compleja como la representada por un ejército común.

En resumen, Europa puede estar contenta y muy satisfecha por lo logrado en 50 años, pero nada parece indicar que esté todavía madura para un ejército europeo, a pesar de que sin una fuerza propia difícilmente puede ser tomada en serio como un gran poder mundial. Así quedó demostrado en el caso de la ex Yugoslavia, donde de todas maneras se tuvo que acudir a los bombardeos estadounidenses.

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