La maltrecha «revolución naranja»
Mercedes Herrero de la Fuente cree que para que Ucrania supere la crisis política que vive hace un tiempo –y que se ha profundizado luego de que el Presidente, Víktor Yushchenko, emitiera un decreto por el que se disuelve el Parlamento– deberá producirse un acercamiento entre los dos bandos que en la actualidad polarizan al país: el de Víktor Yushchenko y el de Víktor Yanukovych (primer ministro).
Mercedes Herrero de la Fuente es profesora asociada de Periodismo Internacional en la Universidad Antonio de Nebrija (España) y productora en los Informativos de TELEMADRID.
EL PACTO DE UNIDAD NACIONAL ACORDADO el verano pasado apostaba por la cohabitación entre el presidente Víktor Yushchenko, líder de la famosa revolución naranja, y el primer ministro Viktor Yanukovych, derrotado precisamente tras la movilización popular que a finales de 2004 intentó colocar a Ucrania en el camino de las reformas democráticas. Meses después asistimos a una grave crisis política, desencadenada a principios de abril tras emitir el presidente Yushchenko un decreto, por el que se disuelve el Parlamento y se convocan elecciones anticipadas.
La medida ha sido calificada de inconstitucional por parte de la coalición de gobierno, formada por el Partido de las Regiones (relacionado con el régimen autoritario de Léonid Kuchma) y sus socios de las formaciones socialista y comunista. Estos accedieron al poder tras las últimas elecciones generales en marzo de 2006, en las que ningún partido obtuvo una victoria clara. Ante el fracaso de los políticos artífices de la revolución naranja para formar gobierno (recordemos que se encuentran divididos en dos partidos: Nuestra Ucrania, liderada por el presidente Yushchenko, y el Bloque Yulia Tymoshenko, encabezado por la que fuera primera ministra hasta julio de 2005), el presidente ucraniano accedió a nombrar jefe del nuevo gabinete a su principal rival político.
Desde entonces el acoso por parte del gobierno y el parlamento sobre el entorno presidencial ha sido constante. El primer paso fue destituir a todos los altos cargos, de modo que a mediados de agosto se batió el récord de reemplazar a más de cien responsables relacionados con los principales organismos estatales en tan sólo tres días. En septiembre el primer ministro Yanukovych propuso despojar a la presidencia de una de sus principales competencias: el nombramiento de los gobernadores regionales y los jefes de las administraciones locales. Tal iniciativa contraviene lo previsto por la Constitución, cuya última reforma promovida por el propio Yushchenko ya recortaba notablemente los poderes del presidente.
En diciembre el parlamento ejerció toda la presión posible para destituir a los dos únicos ministros leales a la presidencia. Así, el titular de Exteriores, Borys Tarasiuk, y el de Interior, Yuriy Lutsenko, terminaron por abandonar su cargo.
En enero se aprobó una nueva ley dirigida, de nuevo, contra Yushchenko. En ella se prohíbe cualquier interferencia del presidente en las labores del gabinete y, sobre todo, se condiciona la validez del veto presidencial sobre los proyectos legislativos a su ratificación por parte del primer ministro. Tal iniciativa parece claramente ilegal, pero contó para su aprobación con los votos del partido de Tymoshenko. La antigua aliada del presidente argumentó que su objetivo era precisamente poner a éste contra las cuerdas y provocar la crisis que finalmente se ha declarado. La razón: Tymoshenko desaprobó en su momento el nombramiento como primer ministro de Yanukovych y lleva meses reclamando la celebración de nuevos comicios.
La estrategia del gobierno en política exterior también contradice los planes de integración en Occidente defendidos por Yushchenko y su partido. El ingreso de Ucrania en la OMC ha sido retrasado sin existir ningún motivo justificado y sobre su entrada en la OTAN, Yanukovych declaró el pasado otoño en Bruselas que su país no estaba preparado. El acercamiento a Rusia en los últimos meses ha sido evidente. Iniciativas como la de declarar el ruso segunda lengua oficial han buscado desagraviar a Moscú y dejar claro la desconfianza respecto a Occidente profesada por el actual gobierno. Éste representa los intereses de la elite económica que controla las principales empresas de la parte oriental del país, en concreto de la región de Donetsk.
Por otro lado, desde el primer momento el Partido de las Regiones no ha cesado de captar a diputados de otras formaciones, en un intento de llegar a controlar dos tercios del Parlamento y poder así levantar el veto presidencial y, sobre todo, llevar a cabo enmiendas constitucionales. Sus maniobras incluyen también los escaños de Nueva Rusia y del Bloque Yulia Tymoshenko.
Según han informado el diario ruso Kommersant y la agencia ucraniana Ukrayinska Pravda, el acercamiento se produce de dos maneras: a través del chantaje (práctica muy extendida en un país con graves problemas de corrupción), o mediante el simple soborno, ya sea a través del pago de grandes sumas de dinero o de la invitación a participar en lucrativos negocios. Tales denuncias no han podido ser probadas, pero en cualquier caso resulta sospechoso que el partido de Yanukovych haya conseguido atraer a sus filas en muy poco tiempo a 18 nuevos diputados, 12 de ellos miembros de la oposición. También logró el respaldo del anterior primer ministro, Anatoliy Kinakh, al que nombró en marzo titular de la cartera de Economía. Se trata de un político conocido hasta ahora por su lealtad hacia el presidente.
Tal cúmulo de ofensivas es lo que ha llevado a Yushchenko a disolver el Parlamento, intentado frenar una serie de acciones que ha dotado de grandes poderes al primer ministro, cuya intención de revertir los logros de la revolución naranja no es desconocida.
Desde la publicación del mencionado decreto, las manifestaciones se han sucedido en Ucrania. Partidarios de unos y otros han salido a las calles para apoyar sus respectivas causas, mostrando una vez más la marcada fractura que vive el país. Pero esta vez son los proclives a Yanukovych los que han obtenido mayor protagonismo.
El desenlace a esta situación se encuentra, de momento, en manos del Tribunal Constitucional. Pero sus miembros están sometidos a enormes presiones, hasta el punto de que su presidente llegó a presentar la dimisión de su cargo, que no fue aceptada. El tribunal delibera desde hace días, con la presencia de miles de ciudadanos agolpados desde entonces a sus puertas.
Si el decreto presidencial es rechazado, la posición de Yushchenko va a verse aún más socavada, pues no tardarán en oírse las voces que exijan su dimisión. Si, por el contrario, su iniciativa prospera, las elecciones se celebrarán en un plazo breve y sus resultados son difíciles de prever.
Pero, ocurra lo que ocurra, la estabilización de Ucrania pasa por un acercamiento entre los dos bandos, que en la actualidad polarizan el país. Las actitudes excluyentes provocadas por ambos y la grave división que debilita a lo que debería ser el frente democrático no han contribuido por el momento a este objetivo.
Publicado por:
Carlos Gabriel Bolbarán Bolbarán
fecha: 27 | 04 | 2007
hora: 12:13 am
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Carlos Gabriel Bolbarán Bolbarán
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