Cuando la mayoría de los conflictos son intra-estatales

Por Ferran Requejo (para Safe Democracy)

Ferran Requejo indaga sobre los mecanismos que desatan los conflictos por el control de territorios, y afirma, contra toda presunción, que la clave no reside únicamente en el factor democrático o en el nivel de desarrollo socioeconómico sino también en la historia de las relaciones entre los grupos implicados y las herramientas institucionales existentes.


Ferran Requejo es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), donde ha dirigido el programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociales y el Grup de Recerca en Teoria Política (GRTP). Sus principales campos de investigación son las teorías de la democracia, el liberalismo político y la socialdemocracia de la segunda postguerra, y el federalismo en contextos plurinacionales.

LOS CONFLICTOS TERRITORIALES constituyen el grupo más importante entre los conflictos armados que se dan en el mundo. En estudios sobre la cuestión, se constata que entre 1989 y 2000 se produjeron 111 casos de lucha armada en 74 lugares diferentes. De ellos, tan sólo 7 fueron conflictos entre Estados. El resto, 104 casos, tuvieron lugar en el interior de un mismo Estado. Y de estos últimos, más de la mitad –53,4 por ciento– fueron de carácter territorial, es decir, estuvieron caracterizados por el control de una parte del territorio.

Por otra parte, estudios sobre las democracias de los años noventa han constatado que a partir de determinadas cotas de desarrollo económico (cifradas alrededor de 8.800 dólares de renta per capita en valor adquisitivo del año 2000), los Estados que han accedido a sistemas democráticos no realizan regresiones hacia sistemas autocráticos. En los estudios de federalismo comparado se comprueba algo parecido: por encima de un nivel similar de renta, los Estados federales muestran índices bajos de violencia en conflictos territoriales, mientras que por debajo de 3.000 dólares, el federalismo no muestra una mejor acomodación de los conflictos territoriales que los Estados unitarios.

CELOSOS DE SUS TERRITORIOS
En las democracias occidentales, los conflictos armados de Irlanda del Norte y del País Vasco son la excepción: la mayoría de los contenciosos territoriales en favor de mayores cotas de autogobierno por parte de minorías nacionales son de carácter pacífico. Es el caso, entre otros, de Escocia, Cataluña, Québec o Flandes. En todos ellos existen partidarios de la independencia de sus territorios.

Sin embargo, a partir del siglo XX, se ha producido la emergencia de un gran número de nuevos Estados en Europa a partir del derrumbe de dos imperios, el austro-húngaro tras la primera guerra mundial y el soviético durante la última década de siglo.

En el grupo de las democracias occidentales no ha habido una revisión de las fronteras estatales desde la época de la separación de Noruega de Suecia a principios del siglo XX y de la secesión de Irlanda en 1921 (aparte de algunas islas). Un hecho que según los partidarios del independentismo democrático podría cambiar durante el siglo XXI, si bien, hoy por hoy, resulta empíricamente aventurada cualquier hipótesis en este sentido dado el carácter favorable al status quo que juegan organizaciones transnacionales como la UE.

En el plano conceptual, no hay nada que impida que el tema referente al trazo de las fronteras sea parte del debate democrático. Pero en el plano empírico se constata que los Estados democráticos –y sus regulaciones constitucionales– son muy celosos de sus territorios. Un asunto frente al que se comportan más como Estados que como democráticos.

FACTORES Y CAUSAS
Algunas conclusiones de estos estudios resultan más o menos obvias, pero otras son más sutiles. Por una parte, se constata que el grado de desarrollo socioeconómico no representa una condición para el acceso a la democracia. De hecho, en los últimos años han emergido nuevas democracias –o semi-democracias– en países con bajos niveles de desarrollo.

Por otra parte, los estudios empíricos constatan que en el ámbito de las democracias, los conflictos territoriales no tienden a desaparecer –tal como pretendían algunas concepciones sobre la modernización de carácter liberal o marxista–, sino más bien ocurre lo contrario. Además, el desarrollo socioeconómico de una democracia no resulta ser un factor que sirva para predecir un mayor o menor grado de éxito en la acomodación política de sus minorías nacionales internas.

Factores más decisivos son la historia de la interacción entre los grupos afectados y la existencia de mecanismos institucionales como el federalismo, la existencia de cláusulas consocionales –instituciones compartidas entre los distintos grupos territoriales–, o los derechos de veto por parte de las minorías.

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