Rebelión de los usuarios y la carencia de un modelo superador
Fabián Bosoer analiza la rebelión de los usuarios de medios de transporte en América Latina (frente al colapso de redes viales, la paralizaciones del tráfico aéreo, la saturación de los servicios de autobuses, trenes y metros) y argumenta: las protestas no sólo son producto de la crisis y los descalabros que dejó la aplicación del Consenso de Washington en los años noventa, sino también fruto de la ausencia actual de un modelo de desarrollo superador.
ADEMÁS: Violencia en las calles de América Latina, por Mario Toer
Fabián Bosoer es politólogo y periodista. Es profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Belgrano. Editorialista y editor de opinión del Diario Clarín. Ha publicado «Generales y embajadores. Una historia de las diplomacias paralelas en la Argentina» (Vergara, 2005) y «Malvinas, capítulo final. Guerra y diplomacia en la Argentina» (Capital Intelectual-Claves para todos, 2007).
CON DISTINTAS EXPRESIONES, los países sudamericanos están sacudidos por una crisis de sus sistemas de transporte: deterioro pronunciado o colapso de sus redes viales, paralizaciones recurrentes del tráfico aéreo, saturación de los servicios públicos de autobuses, trenes y metros. Las calles del centro de Santiago de Chile, las autopistas de Caracas o carreteras de Cochabamba y La Paz, los aeropuertos de Sao Paulo y Buenos Aires, la estación ferroviaria de Constitución en la capital argentina han sido y son escenarios de los más serios desarreglos, dificultades, conflictos y protestas que derivaron en frecuentes cuadros de caos urbano e incidentes violentos en los últimos tiempos.
En todos los casos aparecen algunos rasgos comunes e hilos conductores. El más común lleva a descargar las culpas sobre las secuelas del modelo neoliberal aplicado en América Latina durante la pasada década y los modos en que los países de la región se insertaron en la globalización, desestatizando sus economías y transfiriendo al sector privado y a las empresas transnacionales la prestación de los servicios básicos y la construcción de obra pública.
AUSENCIA DE UN MODELO DE DESARROLLO SUPERADOR
Algo de eso hay, con la salvedad de que en la mayoría de los casos, esta privatización impulsada con fuertes subsidios estatales y altos márgenes de corrupción u opacidad gubernamental fue la respuesta a una crisis previa de los modelos de desarrollo estado-céntricos con fuerte regulación e intervención en las economías que terminó en espirales hiperinflacionarias, endeudamientos descomunales y estallidos sociales en varios países.
Pero si uno observa más detenidamente los actuales desajustes y conflictos, encuentra que éstos se deben más a la recuperación y expansión económica de los últimos años que a la crisis y descalabros que dejó la aplicación del Consenso de Washington en los años 90. Y es aquí donde aflora la ausencia de un modelo de desarrollo superador que se instale, a medio plazo, en la región.
DIFERENTES SOLUCIONES, MISMAS DEFICIENCIAS
Ocurre que las inversiones requeridas para mejorar y ampliar los sistemas de transporte no acompañaron la expansión de la demanda operada a partir del cambio de patrones políticos y económicos en la primera mitad de la presente década. Hay cada vez más circulación automotora, la población que se desplaza día a día dentro de las grandes ciudades y en sus anillos periféricos es cada vez mayor, el tráfico aéreo-comercial se ha vuelto más y más masivo. Las empresas de servicios se rigen por criterios de rentabilidad que no se compadecen con las reales necesidades, los Estados están lejos de poder cumplir con tales necesidades con eficiencia y los gobiernos no han logrado cambiar las modalidades de gestión público-privada preexistentes.
En algunos casos, se han vuelto a estatalizar servicios que estaban privatizados (gas, agua, electricidad, empresas aéreas); en otros hubo reasignación de concesiones al sector privado (caso de los trenes en Argentina) bajo nuevas condiciones y reglas de juego pero manteniendo los fuertes subsidios estatales a las empresas prestadoras sin las debidas exigencias de cumplimiento contractual. En otros, finalmente, convergen sobre los gobiernos demandas múltiples de una redefinición del sistema de transporte público como en el caso del emTransantiago.
SERVICIOS PÚBLICOS GARANTIZADOS
Pero lo interesante del caso es que las deficiencias han provocado una verdadera rebelión ciudadana. Pasajeros, usuarios, gente de a pie cansada de quedar atrapada en aeropuertos, estaciones terminales y carreteras, con interminables demoras para llegar a destino, ha puesto un límite a los abusos y falta de respuestas de fondo.
Los regímenes autoritarios del pasado redujeron a los ciudadanos a la condición de individuos pasivos, objetos de las políticas de gobierno. El modelo neoliberal concibió a los ciudadanos principalmente como clientes, consumidores y usuarios.
Ahora empieza a entenderse que el republicanismo no es solamente una condición jurídico-política inscripta en las Constituciones de nuestros países sino también un ejercicio activo de la ciudadanía relacionado con las luchas por la dignidad, la calidad de vida y el reconocimiento de que existe el derecho a exigir servicios públicos garantizados para toda la población.
Publicado por:
Juan Manuel
fecha: 12 | 06 | 2007
hora: 8:23 pm
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Muy buen análisis ! Da para pensar: el capital se ha transnacionalizado, las empresas son transnacionales, las comunicaciones también, pero los habitantes de carne y hueso, los peatones, transeúntes, vecinos, pasajeros, cada uno de los actores de eso que dan en llamar «la sociedad civil» sufren en cada metròpolis y suburbio urbano de Latinoamèrica los efectos bien «locales» y menos «globales» de este deterioro y depredación del transporte público y los espacios públicos. Mientras, los «liberales» se quejan de la falta de respeto por los contratos de las empresas y propietarios, la «inseguridad jurìdica» y el poco respeto por la divisiòn de poderes de los gobiernos «populistas», las viejas izquierdas hablan de la clase obrera y los trabajadores mientras impiden que estos puedan llegar a sus trabajos con cortes de caminos y piquetes y las viejas derechas piden represiòn, y así estamos.
Será posible que también los ciudadanos enojados y movilizados puedan formar redes transnacionales y expresar su demanda exigiendo respeto y que el Estado y las empresas privadas cumplan con ese principio de respetar a los ciudadanos, a todos por igual?
Muy buenas las columnas y felicitaciones para Fabián Bosoer, lo seguimos siempre con interés
Publicado por:
Ana
fecha: 14 | 06 | 2007
hora: 2:35 am
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Nada le gana al estado de calamidad en que se encuentran nuestros transportes ferroviarios.Parece mentira un país tan extenso ,con tanta necesidad de este transporte que ha soportado una destrucciòn sistemática de más de cincuenta años de antigüedad
de la red ferroviaria.Ahora dado que hacen funcionar los trenes sobre vías que no mantienen ,ya es acción criminal.
Publicado por:
Carlos
fecha: 14 | 06 | 2007
hora: 6:18 pm
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El artículo de Bosoer muestra con claridad que
la oposición entre privatización o estatización de las economías es falsa y encubre en realidad la existencia de una cultura capitalista salvaje y depredadora por parte de muchos grandes empresarios, nacionales y extranjeros. Ellos buscaron -y buscan- tan solo hacer negocios «a como venga», con el gobierno que sea -no importa que sea Menem o Kirchner, Carlos Andrés Perez o Hugo Chávez, Pinochet o Bachelet. Después vienen las quejas y protestas por las consecuencias de esos negocios. Y le echan la culpa a los gobernantes corruptos que les fijaron las condiciones. De todos modos, ahora el margen de ganancia es menor como es menor el margen de paciencia de la gente, que sale a la calle, y es menor el margen de maniobra de los gobiernos para hacer lo que les venga en ganas
Carlos
Buenos Aires