La guerra abierta entre el modelo islamista de Hamas y Al Fatah
Adrián Mac Liman cree que la guerra abierta entre Hamas y Al Fatah responde a la debilidad del Gobierno de Unidad Nacional y a la expansión del proyecto jomeinista, tras la llegada al poder del movimiento islamista Hamas. Para el autor, la destrucción del proyecto nacional palestino sólo servirá para incrementar la inestabilidad en Oriente Medio.
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Adrián Mac Liman es analista político y consultor internacional. Fue corresponsal de El País en Estados Unidos y trabajó para medios de comunicación internacionales (ANSA, AMEX, Gráfica). Ha sido colaborador habitual de Informaciones y de la revista Cambio 16, corresponsal de guerra en Chipre (1974), testigo de la caída del Sha de Irán (1978) y enviado especial de La Vanguardia durante la invasión del Líbano (1982). Residió en Jerusalén (1987-1989). Tras su participación la Conferencia Euromediterránea de Barcelona (1995), se incorporó en calidad de experto al Grupo de Estudios Mediterráneos de La Sorbona.
GUERRA CIVIL, INTENTO DE GOLPE DE ESTADO, caos, desbandada, debacle. Esos son algunos de los términos empleados por los medios de comunicación occidentales al aludir a los sangrientos enfrentamientos entre facciones rivales palestinas, registrados en la pauperrísima Franja de Gaza. Unos enfrentamientos que se han ido trasladando rápida y peligrosamente al territorio cisjordano. Estos choques, que algunos no dudan en tildar de preludio a un conflicto interno, enfrentan a hermanos palestinos, a laicos y religiosos, a partidarios de un Estado democrático y valedores de una republica islamista, a defensores del modelo occidental y adalides de una arcaica entidad de corte jomeinista.
SIN ESTADO
Se trata de una vieja apuesta de quienes manejan desde hace ya algún tiempo el estribillo de Itzak Shamir nunca habrá un Estado palestino. A finales de la década de los ochenta, los elementos más conservadores del establishment pro-israelí apostaron por esta formula, destinada a obstaculizar los intentos de sentar las bases para la edificación de un Estado palestino.
Curiosamente, en la lista de los dinamiteros figuran personalidades provenientes del arco iris de la política israelí. Aunque la mayoría de los ciudadanos del Estado de Israel apoya las iniciativas llamadas a desembocar en una solución duradera del conflicto palestino-israelí, hay en la clase política un elevado porcentaje de detractores del (mal llamado) proceso de paz: existen ideólogos de agrupaciones judías que son poco propensos a allanar la vía hacia la solución de los dos Estados. Sin dudas, esta situación de violencia les viene como anillo al dedo.
LAICOS CONTRA RELIGIOSOS
Durante casi dos décadas, los estrategas israelíes han barajado la opción del inevitable cisma en el seno de la sociedad palestina, haciendo especial hincapié en la incompatibilidad entre los dos sectores mayoritarios –laico y religioso– y vaticinando una implosión de las embrionarias estructuras sociales de Gaza y Cisjordania, nacidas durante los primeros meses de la Intifada de 1987.
Sin embargo, los augurios de los pesimistas no llegaron a materializarse; los palestinos mantuvieron la unidad frente a su enemigo común, es decir Israel.
Sólo después de la llegada al poder del movimiento islamista Hamas las tensiones empezaron a acentuarse, dejando entrever la inminencia de choques intercomunitarios.
LAICISMO VERSUS ISLAMISMO
Para la inmensa mayoría de los palestinos residentes en los territorios ocupados por Israel en 1967, el modelo de convivencia pasaba por la creación de un Estado laico, democrático y multiconfesional, con estructuras sociopolíticas muy parecidas a los países occidentales.
Por su parte, los partidarios de la república islámica no dudaron en reducir sus exigencias, contemplando incluso la posibilidad de renunciar paulatinamente a parte de su programa político, basado en la destrucción del Estado de Israel.
Sin embargo, la victoria electoral de Hamas volvió a plantear el modelo jomeinista, que se resume a la desaparición definitiva del Estado judío. Una opción esta que parece haberse impuesto en los últimos meses, tras la decisión del gobierno israelí de aislar totalmente a los políticos de Hamas.
EL INCREMENTO DE LA INESTABILIDAD
Los múltiples intentos de reconducir el ya de por sí frágil proceso institucional palestino han fracasado. La soledad de los radicales de Hamas, la inoperancia del Gobierno de Unidad Nacional creado como último intento de recuperar una hipotética estabilidad, los atentados fallidos contra el primer ministro y líder de Hamas, Ismail Haniyeh, y contra el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y líder del movimiento nacionalista Al Fatah, Mahmud Abás, desembocaron en la caótica situación actual, en la que la opción de las luchas fratricidas se impone.
Más aún: ese estado de cosas conlleva la advertencia de los conservadores israelíes no se puede negociar con los palestinos: son un pueblo inmaduro.
Pero, qué duda cabe de que la destrucción del proyecto nacional palestino sólo servirá para incrementar la inestabilidad en Oriente Medio.
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