La igualdad entre hombres y mujeres, una asignatura siempre pendiente

Por Bernardo Kliksberg (para Safe Democracy)

Bernardo Kliksberg denuncia la marginación que las mujeres continúan padeciendo en muchas regiones del planeta, y alude especialmente a América Latina, donde la relación de derechos y obligaciones entre hombres y mujeres muestra un alarmante desequilibrio. Para Kliksberg, superar tales discriminaciones de género resulta decisivo para abrir paso al potencial de la mujer, fortalecer la familia y mejorar la situación de la infancia.

ADEMÁS: La pobreza tiene rostro de mujer, por Bernardo Kliksberg


Bernardo Kliksberg es uno de los mayores expertos mundiales en lucha contra la pobreza y asesor principal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de América Latina y el Caribe. Es autor de 40 libros, el más reciente el best seller «Más ética, más desarrollo» (publicado en España por el INAP), además de centenares de artículos técnicos activamente utilizados internacionalmente.

Ha asesorado a más de 30 países en alta gestión, incluyendo a diversos presidentes y a numerosas organizaciones públicas de la sociedad civil y empresariales.

LA MEJOR MANERA DE RENDIR HOMENAJE a la mujer, más allá de la conmemoración anual que indica el calendario, es preocuparse por la gran agenda pendiente.

En 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Fue un enorme avance, y ha habido progresos en muchas áreas. Sin embargo, las metas de la convención están muy distantes de haberse cumplido, y la situación no da para triunfalismos.

Es lo que reflejan episodios recientes, como el arresto de 33 mujeres iraníes, el pasado mes de marzo, por iniciar una campaña para reclamar contra las leyes discriminatorias en vigor. Según denunciaron las detenidas, la vida y las opiniones de una mujer tienen en Irán un valor mucho menor. Así, el testimonio de una mujer ante la justicia vale la mitad que el de un hombre; si una mujer es asesinada, la compensación a su familia es la mitad de la que correspondería si la víctima fuera un hombre. Por otro lado, las mujeres no tienen derechos iguales en materia de divorcio, custodia y herencia.

Indica asimismo estos atrasos la negativa inicial de altos niveles públicos del Japón de reconocer el rapto, históricamente demostrado, de 200 mil mujeres de China, Taiwán, Corea del Sur y Filipinas, entre otros países, para ser convertidas en esclavas sexuales del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Muchas de ellas quedaron sin posibilidades de tener niños y nunca pudieron conformar familias. Queremos una disculpa gubernamental para recuperar nuestra dignidad, dijo Jan Ruff O Herne, de 84 años, cuando testimonió sobre el tema ante el Congreso norteamericano.

DISCRIMINACIÓN EXTENDIDA
Los progresos en materia de derechos de la mujer han sido muchos y significativos, pero falta un largo camino, según señalan los datos del riguroso informe de UNICEF 2007 sobre Mujer e Infancia. Persisten la discriminación en la educación, el trabajo, el hogar y la política.

Por cada 100 niños que no reciben enseñanza primaria, hay 115 niñas que no van a la escuela. En el mundo en desarrollo, sólo el 43 por ciento de las niñas en edad de hacerlo van a la escuela secundaria. Ello va a impactar severamente sus hogares. Los hijos de madres que no completaron la primaria tienen, por lo menos, dos veces más posibilidades de no completarla tampoco.

Las relaciones en el interior de las familias están marcadas por tendencias como el machismo y la violencia doméstica. Llevan, con otros factores, a excluir a las mujeres de decisiones clave. Nuevamente, los costes los pagan los niños. Según UNICEF, si los hombres y las mujeres tuviesen la misma influencia en la toma de decisiones habría 13,4 millones menos de niños desnutridos en Asia meridional. El peso mayor de las mujeres en las decisiones se refleja en mejoras netas para los niños: aumentan sus tasas de supervivencia, se beneficia su situación alimentaria y su asistencia a la escuela.

La discriminación laboral sigue siendo importante. El salario mínimo de la mujer es menor en un 20 por ciento que el del hombre en las diversas regiones. También es más frecuente que trabajen sin protección social alguna. Y si bien ha habido avances importantes en su participación política, la presencia femenina en este área sigue siendo muy baja: son mujeres sólo un 17 por ciento de los parlamentarios del mundo, un 14 por ciento de los ministros y el 6 por ciento de los jefes de gobierno.

LA MUJER EN AMÉRICA LATINA
Los datos sobre América Latina dejan mucho que desear, como lo ha subrayado agudamente Gladys Acosta Vargas, representante de UNICEF en Argentina. La violencia doméstica va, según el país, de un 10 a un 36 por ciento, las mujeres adultas ganan menos del 69 por ciento que los hombres y el 43 por ciento de las mujeres no tienen ingresos propios frente al 22 por ciento de los hombres.

Además, tienen menos acceso a la propiedad: en Brasil, el 11 por ciento de las tierras son propiedad de mujeres y el 87 por ciento de hombres; en Paraguay, la relación es de un 27 por ciento de propietarias frente a un 70 por ciento entre los hombres.

En el caso argentino las distancias salariales son muy marcadas. Si bien ha crecido la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, tendencia muy positiva, el 52 por ciento de los trabajadores ilegales son mujeres. Hay una alta ocupación femenina en el servicio doméstico, donde la gran mayoría no tiene protección social y está en situación de gran vulnerabilidad.

A ello se suman las fuertes desigualdades, según indica un informe de Unifem. Así, en tanto que el 26 por ciento de las mujeres no tenía cobertura médica en la Capital de Argentina, en provincias como Corrientes, Formosa, Salta y Santiago era el 60 por ciento. El 63 por ciento de las mujeres pobres con dos o más hijos estaba desempleada, frente al 38 por ciento en las de clase media. En la Capital sólo el 2,8 por ciento de las mujeres no terminó la primaria, en Misiones es el 32,8 por ciento.

DESEQUILIBRIOS Y VEJACIONES
Por otra parte, en América Latina es muy débil el equilibrio entre familia y trabajo, que hoy está en el centro de la agenda pública en países como España, que está poniendo en marcha políticas avanzadas al respecto; o de Noruega, líder mundial en desarrollo humano, que concede a las familias que dan a luz 18 meses de licencia posparto, a distribuirse entre los dos cónyuges. En la región, la gran mayoría de las mujeres que trabajan tiempo completo tiene que compatibilizarlo con una fuerte dedicación al hogar y al cuidado de los hijos, sin apoyo alguno de las empresas.

La distribución de tareas domésticas es, asimismo, marcadamente asimétrica. En México, las mujeres con empleo asalariado se ven obligadas a dedicar 33 horas semanales a tareas del hogar. Los hombres sólo aportan 6 horas.

A las discriminaciones cotidianas mencionadas, se suman cuadros extremos como, entre otros, los asesinatos continuos de mujeres en México (Ciudad Juárez) y en Guatemala, con casi total impunidad, y el crecimiento del tráfico de personas, principalmente mujeres, que se estima mueve más de 10 mil millones de dólares a nivel mundial. Una valerosa madre argentina, Susana Trimarco de Verón, acaba de ser distinguida como Mujer de Coraje, en Estados Unidos, por haber rescatado a 98 jóvenes, en los últimos cinco años, en su heroico periplo para recuperar a su hija, que cayó en manos de las bandas.

Superar las discriminaciones de género es decisivo para abrir paso al potencial de la mujer, fortalecer la familia y mejorar fuertemente la situación de los niños. En pleno siglo XXI, no hay más pretextos para justificar los graves atrasos en este tema crucial.

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