La derrota del referéndum para modificar la Constitución en Venezuela no ha supuesto únicamente un revés para Hugo Chávez, sino también para el presidente boliviano Evo Morales. Esta derrota supone debilitar sustancialmente el poder del gobierno de Bolivia en cinco frentes de batalla: a) ante la oposición; b) en su norte ideológico; c) ante la comunidad internacional, d) en las Fuerzas Armadas y e) en el partido de gobierno, el Movimiento al Socialismo.

(Desde La Paz) LA DERROTA DEL PRESIDENTE HUGO CHÁVEZ en el referéndum para reformar la Constitución en Venezuela ha generado un verdadero sismo político con epicentro en ese país, pero se siente en otros como Cuba, Ecuador, Nicaragua y en mayor medida, por ser el eslabón más débil de esta cadena: Bolivia.

«La nueva revolución nacional y desarrollista era el norte de Chávez; mas ésta fue derrotada, y con ella su consigna fundamental: el Socialismo del Siglo XXI en América Latina. Ni el más fanático puede ser acrítico seguidor de una ideología derrotada»El propio ideólogo de la consigna del Socialismo del Siglo XXI, Heinz Dietrich, ha señalado (tras el triunfo del No) que es posible que los gobiernos de Hugo Chávez y de Evo Morales no sobrevivan los embates de la reacción en el año 2008 y que el modelo cubano se agote en el 2009-2010, si no se toman medidas realistas de inmediato. Según este autor el primer gobierno que caería en este escenario, es el de Evo en Bolivia, porque Washington ha logrado construir una situación muy cercana al jaque mate.

Sin acercarnos (aún) a este extremo, es evidente que en Bolivia la derrota del referéndum debilita sustancialmente el poder del gobierno en cinco frentes de batalla: a) ante la oposición; b) en su norte ideológico; c) ante la comunidad internacional, d) en las Fuerzas Armadas y e) en el partido de gobierno (el Movimiento al Socialismo).

DEBILIDAD ANTE LA OPOSICIÓN Y DEBILIDAD IDEOLÓGICA

a) Ante la oposición. El sismo sorprende a Evo, en medio de un intento por forzar la legalidad de una nueva Constitución que le permita reelegirse. Tiene en contra a la mayoría de Prefectos (gobernadores) que controlan una buena parte de la geografía del país. Si Chávez no pudo imponerse teniendo mayor control sobre los poderes del Estado y siendo beneficiado por los altos precios del petróleo que sostienen su perfil populista, aparentemente menos podrá él.

Para el imaginario colectivo es un momento en que se desarman ciertas creencias; nos referimos al mito de la invencibilidad. No existe en política la definitiva estabilidad. Los países del socialismo real de Europa del Este tuvieron estabilidad durante años, hasta que constataron la decadencia de sus regímenes cuando la sociedad civil y las clases medias se levantaron.

b) En su norte ideológico. La nueva revolución nacional y desarrollista era el norte de Chávez; mas ésta también fue derrotada, y con ella su consigna fundamental: el Socialismo del Siglo XXI en América Latina.

Ni el más fanático puede ser acrítico seguidor de una ideología derrotada. Esto debilita la compacidad y disminuye la fuerza unificadora. En todo caso, en el campo de producción de las ideologías siempre hay espacio para la imaginación, por ello en Bolivia aún quedan en pie otros poderes simbólicos, paradigmas y utopías regresivas que pretenden imponerse.

PREOCUPACIÓN EXTERIOR Y ¿FIDELIDAD? DE LAS FUERZAS ARMADAS

c) Ante la comunidad internacional. La espectacularidad del triunfo de Evo en Diciembre de 2005, conmovió a la comunidad internacional que lo asoció a esa suerte de inocencia natural rousseauniana. Esa inicial mirada se fue modificando paulatinamente luego de la llegada del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad a Bolivia, hasta los últimos hechos de violencia en Sucre.

«La violencia en las anteriores semanas se ha predicado y practicado; reposar el poder en la mera fuerza, sin consenso, es un síntoma del Estado autoritario. La maldad del medio no puede justificar la bondad del fin»

En este sentido, los representantes de la Unión Europea se reunieron con Evo los pasados días para exteriorizarle su preocupación por la escalada de conflictos sociales y tensión que desató en el país, tras la aprobación en grande del proyecto de Constitución en un Liceo militar, y el irregular procedimiento legislativo en un Parlamento rodeado por movimientos sociales afines al gobierno impidiendo el acceso de los congresistas de oposición.

d) En las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas han ganado en importancia paralelamente al deterioro acelerado de las mediaciones institucionales. Se han convertido en el peso de la balanza en este antiguo conflicto entre visiones de país antagónicas. Tras el referéndum venezolano, dentro de las Fuerzas Armadas muchos oficiales ya no apoyarán ciegamente a su Alto Mando, uno de los pilares centrales sobre los que descansó el gobierno. En poco tiempo el presidente Morales deberá darse cuenta de que las Fuerzas Armadas no le son fieles a su persona como quisiera, sino a la Carta Magna.

Chávez en algún momento advirtió que si Evo era derrocado, las tropas venezolanas acudirían en su defensa y estaríamos próximos a un nuevo Vietnam. Tras la derrota electoral y la oposición del general Raúl Baduel, el propio presidente de Venezuela ya no puede confiar en sus Fuerzas Armadas para sofocar problemas internos, menos interesadas estarán estas, en prestarse a conflictos fuera de sus fronteras.

¿UN SÍNTOMA DEL ESTADO AUTORITARIO?

e) En el partido de gobierno. Las repercusiones en la dirigencia del partido de gobierno, son muchas, saben que no pueden contar indefinidamente con el subsidio venezolano y eso les obliga a repensar el futuro. Internamente están quienes creen que llegó el momento de negociar con la oposición buscando una mediación internacional, y persisten aquéllos que sostienen que no se debe hacer caso a posiciones burocráticas, clientelares y reformistas que pretenden minar las bases sociales del proceso, por tanto desde esta perspectiva es el momento de radicalizar la revolución, del todo o nada, de aprobar la nueva Constitución como sea, ya que cualquier concesión al enemigo sería tomada como síntoma de debilidad.

Lo que tiene en contra esta última posición es que insistir en estas circunstancias en el camino de la imposición es descabellado, ya que nos aproxima a un escenario de mayor intolerancia. La violencia en las anteriores semanas se ha predicado y practicado; reposar el poder en la mera fuerza, sin consenso, es un síntoma del Estado autoritario. La maldad del medio no puede justificar la bondad del fin.

Las próximas semanas y meses Bolivia seguirá sintiendo las réplicas del fuerte sismo político que afectó a Venezuela.