indios22.jpgNadie discute el creciente peso del emergente gigante indio en el panorama económico y geopolítico mundial. Sin embargo, para que la India alcance una posición más influyente a nivel internacional, debe fortalecer su sistema democrático y tomar conciencia de la necesidad de afrontar, con políticas ambiciosas y de largo recorrido, las desigualdades e injusticias. Un desequilibrio que el crecimiento macroeconómico, por brillante que sea, no puede resolver por sí solo.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN INTERNACIONALES destacan en la última semana los problemas diplomáticos que está generando la visita de Estado a la India del presidente francés, Nicolas Sarkozy, los próximos días 25 y 26 de enero. El, ya no tan flamante, presidente galo pretendía viajar a Nueva Delhi con su nueva pareja, la cantante y ex modelo Carla Bruni, pero el protocolo indio se resistía a dar categoría oficial a la acompañante si no había un lazo matrimonial de por medio, lo cual disparó los rumores sobre un posible enlace presidencial.

“A pesar de la mejora de sus relaciones con Pakistán y China, India está en el centro de una región con múltiples conflictos” La anécdota rosa está ocultando una realidad mucho más relevante para la política internacional: el creciente peso del emergente gigante indio en el panorama económico y geopolítico. Como prueba de ello, no sólo Sarkozy, sino todos los dirigentes europeos de nuevo cuño, incluyendo a Gordon Brown, Angela Merkel, Romano Prodi y el propio José Luis Rodríguez Zapatero, han incorporado a Nueva Delhi en su ronda de visitas exteriores obligadas durante los primeros meses de mandato.

EL DESPEGUE IMPLICA PODER POLÍTICO

India es la democracia más populosa del mundo, con una población que superará a la de China sobre el año 2015 y unas cifras de crecimiento en torno al 9 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en los últimos años, que han despertado grandes expectativas en estudios recientes de instituciones económicas como Goldman Sachs y Deutsche Bank Research. Algunos de estos estudios la colocan como la tercera gran economía del mundo en la mitad del actual siglo.

“Los problemas políticos son numerosos más allá de la referencia habitual a la región de Cachemira” Más allá de la estabilidad de su sistema político democrático, el dinamismo de la demografía o la fuerza atómica militar, la nueva relevancia internacional de la India se apoya en este poder económico en expansión. Su presencia como país invitado en las últimas citas del G8 y la demanda de ocupar una plaza permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dentro del proceso de reforma de este organismo, son ejemplos de este nuevo rol más relevante que el gobierno indio pretende jugar en el sistema internacional. Para ello cuenta con importantes aliados: en su reciente visita a la India esta última reivindicación ha sido apoyada explícitamente por el primer ministro británico Gordon Brown.

OBSTÁCULOS PARA CONSOLIDAR UN NUEVO ROL

Existen importantes retos internos para que este nuevo estatus internacional político y económico se consolide. A pesar de la significativa mejora de sus relaciones con Pakistán y China, la India está en el centro de una región con múltiples conflictos. “La distribución de la riqueza es muy desigual, tanto a nivel de la población en general como entre sus diversas regiones” Las crisis actuales que han llenado portadas en todo el mundo en Pakistán ó Birmania, o la situación de inestabilidad menos conocida en Bangladesh, Nepal o Sri Lanka, condicionan la atención de la política exterior india tanto o más que sus proyecciones mundiales.

En el interior del país, los problemas políticos son también numerosos más allá de la referencia habitual a la región de Cachemira. El movimiento naxalita, de ideología maoísta, que utiliza la violencia política para reivindicar una reforma radical del estado en varias regiones del país, es un ejemplo de estas problemáticas que traslucen importantes divisiones económicas y sociales.

REFORMAS ECONÓMICAS PENDIENTES

Desde el punto de vista de las reformas económicas, existen frenos a un mayor y continuado crecimiento, a las necesarias mejoras en el sistema educativo, las deficientes infraestructuras o a la capacidad, todavía limitada, de generar puestos de trabajo suficientes para las nuevas generaciones de jóvenes que se incorporan al mercado laboral. “El gobierno lanza ambiciosos proyectos que facilitan conexiones de banda ancha para buena parte del 70 por ciento de la población rural, aunque menos de un 5 por ciento de la población tiene un ordenador personal”

El monográfico dedicado a la India recientemente en el prestigioso semanario liberal The Economist, recomendando nuevas reformas estructurales para permitir el definitivo despegue de la economía india es un buen ejemplo de esta perspectiva: Can India fly?

Sin embargo, existen retos más significativos que los vinculados a consolidar el crecimiento macroeconómico. La distribución de la riqueza es muy desigual, tanto a nivel de la población en general como entre sus diversas regiones. Según los últimos parámetros del Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas India ocupa el puesto número 128 entre los 177 países analizados.

EL RETO DE UN CRECIMIENTO JUSTO Y SOSTENIBLE

Incluso en temas donde la imagen exterior es la de un país puntero como el tecnológico, existen realidades contradictorias: por una parte, el gobierno lanza ambiciosos proyectos de infraestructuras como el Rural Telecommunications Development Project apoyado por el Banco Mundial y cuyo objetivo es facilitar conexiones de banda ancha de Internet y cobertura de telefonía móvil para buena parte del 70 por ciento de la población que vive todavía en el ámbito rural. Por otra, la realidad actual es que menos de un 5 por ciento de la población tiene un ordenador personal como herramienta de trabajo.

La escritora y activista política india Arundhati Roy se refiere a estas contradicciones señalando que la India vive en varios siglos al mismo tiempo, como prueba la imagen de cómo noche tras noche y trabajando a destajo sin derechos laborales cuadrillas de trabajadores demacrados cavan trincheras para poner cables de fibra óptica a la luz de las velas.

En esta misma línea, el economista indio Amartya Sen, Premio Nobel en 1998, defiende que el potencial viaje de la India desde su posición periférica en el sistema internacional a un rol más influyente y central, debe construirse sobre un sistema democrático fortalecido, y una clase política menos fascinada por el brillo del crecimiento macroeconómico y más consciente de la necesidad de afrontar con políticas ambiciosas y de largo recorrido, las desigualdades e injusticias del sistema actual.