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Los desencuentros entre Varsovia y Moscú son numerosos y complejos. Polonia sigue viendo a Rusia como una amenaza, pero el flamante gabinete de Donald Tusk intenta enfrentar a su gran vecino con una nueva estrategia: potenciar la negociación frente al conflicto. El objetivo de Varsovia es doble: conseguir aliados que refuercen su posición frente a Moscú y promover una postura más unitaria y critica de los excesos de los rusos en el seno de Unión Europea.

EL MAYOR AVANCE EN LAS RELACIONES entre Varsovia y Moscú se ha registrado en relación a la exportación a Rusia de productos agropecuarios polacos, que va a reanudarse después de más de dos años de prohibición por parte de Moscú. De esta manera, el Kremlin responde al anuncio realizado por Varsovia el pasado enero, por el que el gobierno polaco deja de oponerse al ingreso en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de la Federación Rusa.

“Tusk ha pedido a Estados Unidos que defienda su escudo antimisiles frente a Rusia, e insiste en que Polonia debe recibir ciertas contrapartidas” Este desenlace es una buena noticia para la Unión Europea, cuyas negociaciones para firmar un nuevo Acuerdo de Asociación y Cooperación con Moscú permanecían vetadas por Polonia desde finales de 2006.

Ahora, dicho boicot parece a punto de finalizar, pero según ha declarado el ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, la decisión permanece aún condicionada por el compromiso por parte de Bruselas de obtener, en cualquiera de sus acuerdos con Rusia, garantías sobre la seguridad energética de la Unión.

EL ESCUDO ANTIMISILES ESTADOUNIDENSE, SIN CONSENSO

 

“Polonia teme que Rusia pueda cortarle el suministro de gas sin que esto repercuta sobre el resto de la Unión Europea»Más complicado parece llegar a algún tipo de consenso sobre la posible instalación en territorio polaco de un escudo antimisiles estadounidense. Frente a la posición de entrega a Washington manifestada por el anterior gobierno, el primer ministro Tusk ha declarado que dicha iniciativa no puede poner en riesgo la seguridad de Polonia y que no se llevará a cabo sin las debidas precauciones.

Por ello, ha pedido a Estados Unidos que sea su Ejecutivo el que defienda el proyecto frente a Rusia (en lugar de pretender que Polonia asuma esta difícil tarea) y que el escudo se integre en el sistema de seguridad de la OTAN. Además, Tusk insiste en que su país debe recibir ciertas contrapartidas, como la de mejorar sustancialmente sus defensas antiaéreas frente a un posible ataque ruso.

“El gobierno polaco ha intentado resucitar el gasoducto Ámbar, que pasaría a través de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, hasta Alemania. Moscú se ha rechazado la propuesta”Pero la cautela del mandatario polaco, que visitó Moscú hace pocos días, no ha servido para calmar los ánimos en Rusia. El Kremlin sigue interpretando que el escudo antimisiles representa una amenaza para su seguridad y distorsiona el equilibrio de fuerzas en la región. Su objetivo es hacer fracasar el proyecto pero, de no conseguirlo, ha anunciado que exigirá que sus inspectores puedan supervisar la instalación del mismo.

Otro de los puntos de fricción entre ambos países a lo largo de los últimos dos años ha sido la construcción del llamado gasoducto Norte, que transportará gas a través del mar Báltico desde el puerto ruso de Vyborg hasta el alemán de Greifswald.

TEMOR POR EL SUMINISTRO DE GAS… QUE CONTROLA RUSIA

La exclusión de Polonia de esta gran iniciativa energética supuso en su día un aumento de las tensiones tanto con Rusia como con Alemania, llegando el gabinete de Jaroslaw Kaczynski a comparar este hecho con la firma del pacto secreto Ribbentrop-Molotov en 1939. El nuevo gobierno polaco ha intentado resucitar el llamado gasoducto Ámbar, que pasaría a través de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, hasta llegar a Alemania. “El objetivo de Polonia es conseguir aliados que refuercen su posición ante el gran vecino y promover en el seno de la UE una postura unitaria frente a los excesos de Moscú”

Se trataría, según Varsovia, de una obra menos compleja y con menor impacto sobre el medio ambiente. Pero Moscú se ha apresurado a rechazar la propuesta, asegurando que su coste se incrementaría sustancialmente.

Mientras, crece la preocupación de Polonia y sus vecinos del Báltico, que ven como se aleja la oportunidad de obtener importantes ingresos por el paso del gasoducto por su territorio y, sobre todo, temen que Rusia pueda cortarles el suministro de gas sin que esto repercuta en absoluto sobre el resto de la Unión Europea.

En definitiva, que las cuestiones pendientes entre Varsovia y Moscú son numerosas y complejas. Polonia sigue viendo a Rusia como una amenaza, pero el gabinete de Tusk intenta por ahora enfrentarse a su gran vecino con una nueva estrategia. Su intención es potenciar la negociación frente al conflicto, pero a nadie se le escapa que las muestras de buena voluntad no son suficientes frente al Kremlin. El gran objetivo de Polonia es conseguir aliados que refuercen su posición ante el gran vecino y, sobre todo, promover en el seno de la Unión una postura más unitaria y crítica frente a los excesos de Moscú.