berlusconiveltroni.jpgEn pocas semanas, Italia elegirá nuevo gobierno sin recurrir a las habituales sopas de decenas de siglas. La izquierda y la derecha presentan nuevas fórmulas más integradoras y centradas, lo que significará –creen– dar un paso importante hacia el bipartidismo que añoran. La política italiana se americaniza, pero los pequeños partidos en ambos lados del espectro político y en el disputado centro lucharán por su supervivencia.

A SEMANAS DE LAS VOTACIONES, la enorme ventaja que la oposición había conquistado en los sondeos parece reducirse. Según los últimos sondeos, efectuado por el instituto Demos-Eurisko para el diario italiano La Repubblica, la izquierda obtendría el 34,8 por ciento de los votos y la derecha cosecharía el 40,5 por ciento. Una ventaja de seis puntos.

“Izquierda y derecha se desembarazan de sus sectores más conflictivos para acercarse al centro y romper la dependencia de los votos de los pequeños” Italia va a las elecciones con una reorganización de su imperfecto bipartidismo, pero sin haber acometido la reforma electoral contra los pequeños grupos políticos que dominan abusivamente las coaliciones de izquierda y derecha.

Las elecciones legislativas fueron convocadas para los días 13 y 14 de abril próximo y se harán coincidir las elecciones locales con ellas. Los dos líderes del país, Walter Veltroni y Silvio Berlusconi habían prometido que no habría elecciones hasta que no hubiera nueva ley electoral. Pero ahora habrá elecciones para que luego pueda haber ley.

EL CENTRO CODICIADO

La asamblea constituyente del Partido Democrático (PD), la fuerza política nacida de la unificación de los dos principales partidos del centro-izquierda (los Demócratas de Izquierdas, que lideraba Piero Fassino, y La Margarita de Francesco Rutelli) ha suscrito formalmente el liderazgo de Walter Veltroni, rompiendo con sus aliados comunistas, con quienes el PD dice que no negociará ni antes ni después de las elecciones. “Berlusconi ya ha descartado un macroacuerdo con el PD para gobernar el país en el caso que se repita una paridad electoral similar a la del 2006”

Lo mismo ha pasado en la derecha. Pueblo de la Libertad (PDL), será el nuevo partido resultante de la fusión del Forza Italia de Berlusconi con la Alianza Nacional de Gianfranco Fini, y verá desgajarse de la coalición de centro-derecha a la Unión de los Demócratas Cristianos (UDC) de Pier Ferdinando Casini, manteniendo su colaboración con la Liga Norte.

En lo que parecería un acuerdo tácito, la izquierda y la derecha se desembarazan de sus sectores más conflictivos para acercarse al centro y romper la dependencia que los grandes partidos tenían de los escasos, pero fundamentales, votos de los pequeños.

Sin el apoyo del UDC, el centroderecha no podría hacerse con el Gobierno. De igual modo, le ocurriría al centroizquierda sin los comunistas y otros artistas del transfugismo y la oscilación entre coaliciones. “La economía es la clave. Los dos principales candidatos prometen reducciones fiscales y un aumento del poder adquisitivo” Aquí está el gran misterio italiano: ¿qué va a pasar, han pactado los poderes fácticos una salida, estamos ante el umbral de una espectacular coalición PD-PDL, que agrupe el 80 por 100 de los votos detrás de un gran proyecto nacional que realice las reformas pendientes desde hace tres décadas? Si fuera así, qué gran ejemplo de la denostada (injustamente) política italiana.

Sin embargo, Berlusconi ya ha descartado un macroacuerdo con el PD para gobernar el país en el caso que se repita una paridad electoral similar a la del 2006: Leyendo los diarios parece que dije estar a favor de amplios acuerdos. Lo desmiento, estoy aquí para vencer y tener una amplia mayoría en grado de gobernar. No es un desmentido muy categórico.

ES LA ECONOMÍA

Las distancias se están acortando entre ambos, y la economía (como en España) es la clave. Ambos prometen reducciones fiscales y un aumento del poder adquisitivo. Las medidas previstas por Walter Veltroni costarían entre 6.200 y 17.000 millones de euros, mientras que las de Silvio Berlusconi llegan a 11.700 millones de euros, según los cálculos del diario económico Il Sole 24 Ore. En Italia los impuestos son muy elevados, por ello confirmo nuestro compromiso para que se pague menos pero que paguen todos, declaró Veltroni. Silvio Berlusconi, que gobernó entre 2000 y 2006, se inspira en sus exitosas campañas precedentes al prometer que no tocará los bolsillos de los italianos y que se dedicará a recortar la presión fiscal. “Veltroni quiere ser el Obama romano. Berlusconi se siente un McCain latino: es lo más parecido en Europa al probable candidato republicano estadounidense”

El líder de centro izquierda ofreció recortes fiscales hasta de 2.500 euros para los padres de niños recién nacidos y serias medidas fiscales para las empresas que emplean mujeres. Veltroni aprueba la idea de fijar un salario mínimo de 1.000 a 1.100 euros para los trabajadores precarios, aunque no precisa si será el Estado o la empresa privada la que cubrirá la diferencia con respecto a los actuales 800 a 900 euros que percibe esa masa cada vez mayor de empleados sin un puesto de trabajo estable. Hay que subir los salarios, bloqueados desde 2000, reconoció Veltroni, quien citó estudios del Banco Central italiano que demuestran que los salarios subieron tan sólo el 1 por ciento entre 2000 y 2006.

Por su parte, Berlusconi volvió a prometer que eliminará el impuesto que pagan los propietarios de una sola residencia y que va a exonerar a los empresarios y trabajadores del pago del suplemento de impuestos por las horas extraordinarias trabajadas y las primas de Navidad. Silvio Berlusconi anunció también que quiere acelerar el cambio en la edad de jubilación de 57 a 60 años, previsto para 2011, lo que puede provocar duras fricciones con los sindicatos.

OBAMA ROMANO VERSUS MCCAIN LATINO

Veltroni quiere ser el Obama romano, como ha reconocido públicamente. Berlusconi se siente un McCain latino, aunque no lo diga: pero por edad y creencias, es lo más parecido en Europa al probable candidato republicano estadounidense en noviembre próximo. “Quizás les está llegando el momento amargo a los dos partidos comunistas, en la medida que la franja contestataria tampoco les ve como un referente de confianza”

Por lo demás, Alianza Nacional termina una ejemplar travesía iniciada en 1994 tras la disolución del partido fascista Movimiento Social Italiano (MSI), fundado en 1946 para reorganizar a los seguidores del dictador Benito Mussolini. En el camino se quedan su nieta, Alessandra Mussolini, y Francesco Storace, que se ha llevado al ala dura de AN a su nueva formación, La Derecha.

Casini insta a la nueva Rosa Blanca creada por algunos de los disidentes del UDC como Bruno Tabacci, y a la Unión de Demócratas para Europa (UDEUR), de Clemente Mastella, cuyo abandono de la coalición de centroizquierda provocó la caída del Gobierno, ”Aún la izquierda tiene posibilidades de desafiar una más que probable victoria de la derecha”a unirse en un centro moderado ecléctico que siga arbitrando la política italiana, inclinándose a un lado u otro en función de grandes réditos. Muchos personalismos y clientelas deben ceder para que sea posible. Los dos partidos comunistas de Bertinotti y Cossiga se han quedado de momento desarbolados y solos. Han tenido un protagonismo enorme en la última década. Quizás les está llegando el momento amargo, en la medida que la franja antiglobal y contestataria tampoco les ve como un referente de confianza.

Los optimistas de la izquierda consideran que el PD alcanzaría el 39 por ciento de los votos, si se contabiliza a las dos fuerzas políticas con las que ha alcanzado acuerdos, la Italia de los Valores del ex juez estrella de Manos Limpias, Antonio Di Pietro, y los Radicales, de Emma Bonino. Es decir, que de esta forma, estaríamos ante un empate. Pero Berlusconi insiste en que mantiene 10 a 12 puntos de ventaja.

Aún queda algunas semanas. Aunque las campañas electorales italianas no suelen aportar sorpresas, aún la izquierda tiene posibilidades de desafiar una más que probable victoria de la derecha. Silvio Berlusconi volvería al poder por cuarta vez. Toda una marca en la política europea.