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Los triunfadores de las elecciones paraguayas conforman una alianza integrada por diferentes grupos políticos que se articularon bajo la figura emergente del ex Obispo católico, Fernando Lugo. Este hombre, poseedor de un gran carisma y con notorio apoyo popular, ha logrado un histórico triunfo.

 

(Desde Montevideo) LAS RECIENTES ELECCIONES NACIONALES de Paraguay han determinado un cambio político histórico que debe ser valorado en toda su dimensión. Por primera vez en casi setenta años, el Partido Colorado pierde las elecciones y, por lo tanto, deberá abandonar el gobierno dejando a un nuevo actor político la responsabilidad de conducir los destinos de ese país.

Durante más de cuarenta años Paraguay fue gobernado en forma autoritaria por el General Alfredo Stroessner quien, más allá de haber mantenido formalmente las instancias electorales y ser reelecto sucesivamente, gobernó con mano de hierro y de manera represiva en forma continua, sin dejar espacio para la actividad libre de los demás partidos políticos y organizaciones sociales.

En los años setenta, tal como se ha comprobado fehacientemente, el régimen del General Stroessner participó de forma activa del llamado Plan Cóndor que expresó la coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. “En los años 90 Paraguay modificó su régimen electoral que se había caracterizado por criterios de asignación de cargos de carácter claramente no democráticos”

El régimen político paraguayo estuvo acompañado además de altos y notorios niveles de corrupción que contaban con un Estado cuyos fundamentos económicos estaban fundados en la existencia de una fuerte red tolerada de contrabando y otros negocios ilegales. Es bien conocido el papel que ha jugado Ciudad del Este como centro neurálgico de la economía en negro, no sólo en la región sino a nivel internacional.

Sobre finales de los ochenta, el General Stroessner fue derrocado por otro general, consuegro de aquél, el General Andrés Rodríguez quien asumió el poder e impulsó un proceso de tímida apertura democrática que, además fue alentada y promovida por la ola democrática regional y por la constitución del Mercosur.

LA LARGA MARCHA HACIA LA DEMOCRACIA

En efecto, el Tratado de Asunción que dio origen al Mercosur incluyó la cláusula democrática que obliga a los países firmantes a respetar el funcionamiento democrático. Esta exigencia fue particularmente relevante para marcar ciertos límites a la arbitrariedad y la exclusión política en Paraguay.

“Los avances en la configuración de un sistema democrático tenían la prueba de fuego de la alternancia política; se acaba de producir y es un hecho político de gran relevancia en la región” De hecho, en los años noventa Paraguay modificó su régimen electoral que se había caracterizado por criterios de asignación de cargos de carácter claramente no democráticos. El sistema electoral paraguayo asignaba dos tercios de los cargos al partido ganador (léase el Partido Colorado) y dos tercios del tercio restante al segundo partido. De este modo se impedía la emergencia de nuevas organizaciones partidarias.

A los tumbos y no sin defectos y notorios déficits democráticos, Paraguay transitó por la última década reiterando siempre triunfos electorales del viejo y dominante Partido Colorado, ahora en contextos más competitivos.

Sobre finales de los noventa, el vicepresidente de Paraguay fue asesinado y se produjo una grave crisis política caracterizada por encarnizadas luchas de poder entre fracciones del partido de gobierno que hizo necesaria la mediación de los países del Mercosur para evitar un golpe de Estado y el retorno al autoritarismo.

Desde esta perspectiva, los avances en la configuración de un sistema democrático tenían por delante la prueba de fuego de la alternancia política. Ella se acaba de producir y es un hecho político de gran relevancia en la región.

UNA ALTERNANCIA DECISIVA

Los triunfadores conforman una alianza integrada por diferentes grupos políticos que se articularon bajo la figura emergente del ex Obispo católico, Fernando Lugo, quien abandonó su condición sacerdotal para lanzarse a la lucha político electoral. Este hombre, poseedor de un gran carisma y con notorio apoyo popular, ha logrado un histórico triunfo que abre un conjunto vasto de interrogantes y asuntos a enfrentar.

Del conjunto de integrantes de la alianza política que ha obtenido el triunfo, el componente principal y seguramente el actor político que tendrá a su cargo el desafío de sustentar la gestión de gobierno es el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). Éste es un viejo partido vinculado a las tradiciones liberales del país, opositor histórico y permanente a los sucesivos gobiernos colorados, portador de una estructura partidaria fuerte, que se ha incrementado en base al gran éxito electoral obtenido. “El derrotado Partido Colorado sigue teniendo un poder excluyente en toda la estructura del Estado” De hecho, alrededor del 90 por ciento de la bancada parlamentaria de la coalición ganadora pertenece al PLRA y el Vicepresidente electo es el principal dirigente de ese partido.

En las espaldas del carisma de Lugo y de la estructura política del PLRA descansa la esperanza de la consolidación democrática paraguaya. El desafío es muy complejo, para empezar esta coalición carece de mayorías parlamentarias propias por lo que deberán buscar acuerdos con sectores provenientes del viejo Partido Colorado, con los consiguientes riesgos que ello implica en relación al retorno a los viejos vicios de la actividad política tradicional en Paraguay.

Por otra parte, las características del contexto regional también encierran riesgos de derivas hacia experiencias populistas o iniciativas demagógicas.

A su vez, el derrotado Partido Colorado sigue teniendo un poder excluyente en toda la estructura del Estado, no hay que olvidarse que los funcionarios públicos paraguayos debían expresar su adhesión al partido de gobierno, por lo que es de esperar una fuerte resistencia ante el cambio de partido en el poder.

REAFIRMAR LA DEMOCRACIA

Frente a tantos riesgos será imprescindible que el nuevo gobierno reafirme con energía la democracia, la transparencia en la gestión pública y la sensatez política para que esta experiencia política inédita en Paraguay avance exitosamente.

La señal del pueblo paraguayo buscando con su voto un cambio muy profundo, es un indicio fuerte de la búsqueda de una nueva construcción política. Apoyo, apuesta y confianza son las respuestas ineludibles que deben ofrecerse desde los Estados vecinos.