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Pese al impresionante número de profesionales palestinos bien formados, de los académicos y de la bien educada clase media, no ha existido intento palestino alguno, en todos estos años, para organizar un movimiento político que emprendiera una estructuración de los pilares esenciales del gobierno, dice el autor. Sería mucho mejor si, sin borrar sus derrotas pasada, comenzaran a pensar un plan para el futuro, uno mediante el cual pudieran compartir como compañeros constructivos, señala.

(Desde Tel Aviv) HACIA MEDIADOS DE MAYO, Israel celebró su 60 aniversario a lo grande. Mientras que muchos judíos israelíes saboreaban felizmente el evento, los israelíes palestinos y aquéllos palestinos que residen más allá, miraban desalentados tal y como han venido haciendo en cada aniversario, recordando tristemente la Nakba (su catástrofe de 1948) y enojándose con desaliento.

Sin embargo, pocos fueron los árabes que pensaron qué hubiera sido si la historia se hubiera desarrollado de otra forma y los palestinos hubieran dejado de ser considerar como víctimas o perdedores en esta confrontación de, casi, larga generación.

En el siglo XXI, las memorias vivas de aquellos días en que se creaba el Estado de Israel Israel desaparecen inevitablemente, y los acontecimientos de otro tiempo se convierten en Historia. A los israelíes les han dicho y enseñado el valor de los jóvenes soldados que a principios de 1948, recién reclutados en las Fuerzas de Defensa Israelíes, neutralizaron con éxito a las guerrillas palestinas a lo largo y ancho del país, con la convicción de que el asedio sobre la Jerusalén judía sería levantado y luego preservado y contraatacado por las tropas egipcias, jordanas, sirias, iraquíes y libanesas que el 15 de mayo invadieron juntos la nación de un día.

LA IMPORTANCIA DE LAS INSTITUCIONES

Pocos, entre los israelíes o sus aliados en el exterior, “En todos los años que siguieron a la ocupación británica, y a diferencia de los judíos, los palestinos nunca mostraron interés alguno en crear instituciones similares” invierten tiempo en apreciar el hecho de que, en la mañana del domingo 16 de mayo, los impuestos se recolectaron, las escuelas se abrieron para los niños, se proporcionaron servicios médicos y hospitales, y que, de hecho, el gobierno y las instituciones municipales estuvieron abiertas para los negocios. La institución que hizo esto posible fue creada en 1919, casi treinta años antes de la declaración del Estado de Israel, cuando, como consecuencia de la I Guerra Mundial, jóvenes inmigrantes, muchos del Este de Europa y Reino Unido, llegaron a Palestina y se emplearon como personal de la Organización Sionista (que después se convertiría en la Agencia Judía), mientras otros entraron a formar parte del gobierno del mandato británico, ocupando puestos que eventualmente evolucionarían para convertirse en oficiales del gobierno Israelí. Así que, cuanto la ONU votó por el establecimiento de los Estados de Israel y Palestina, y el gobierno británico anunció que terminaría su mandato el 15 de mayo, allí estaba el germen de la burocracia del Estado de Israel, listo para acometer servicios gubernamentales.

En todos los años que siguieron a la ocupación británica, y a diferencia de los judíos Yishuv, los palestinos nunca mostraron interés alguno en crear instituciones similares. “Pese al impresionante número de profesionales palestinos bien formados, no ha existido intento alguno para organizar una estructuración de los pilares esenciales del gobierno civil” Resentidos por la Declaración Balfour, preocupados por lo que se percibía como una amenaza traída por la inmigración judía, fracasaron en la creación de una institución política propia. Los emergentes movimientos nacionalistas palestinos carecían de organización, consenso, objetivos y solidaridad. Muy influenciados por aquéllos a los que consideraban líderes, desde el principio rechazaron considerar la creación de un Estado por su cuenta, y cuando el plan de partición de la ONU de 1947 fue aprobado, no modificaron su política, luego, su independencia continuó siendo un objetivo inalcanzable. Erraron desde el principio, cuando rechazaron organizarse por sí mismos e incluso iniciar una planificación para un Estado propio. Así era antes de 1948, y así fue tras los acuerdos de Oslo de 1993, con su fracaso (nunca lo intentaron seriamente) a la hora de formar una administración que funcionara de manera efectiva.

Pese al impresionante número de profesionales palestinos bien formados, de los escolares académicos y de la bien educada clase media, no ha existido intento palestino alguno, en todos estos años, para organizar un movimiento político que emprendiera una estructuración de los pilares esenciales del gobierno civil, una suerte de autorregulación que, cuanto menos, se esforzara por reducir la miseria de tan enormes segmentos de su propia población autóctona.

“Los palestinos siempre han tenido alguien a quien culpar, primero los pérfidos británicos, luego los retorcidos sionistas respaldados por los americanos. Ahora, los que proveen la ayuda extranjera a la población autóctona”En el Ha’aretz del 9 de mayo, el Profesor de la Universidad Hebrea, Shlomo Avineri, escribió sobre el histórico fracaso y la incapacidad del movimiento nacional palestino para crear un cuerpo institucional político y social, base necesaria para la creación de una nación, y añadió seguidamente que la conciencia nacional, fuerte como debe ser, no es suficiente: los movimientos que no pudieron crear el sistema institucional vital para su prosperidad, fracasaron. Y, de hecho, a lo largo de estos años no ha habido intento palestino alguno para crear las instituciones necesarias y la infraestructura básica. Sin lugar a la sorpresa, sin esta infraestructura todas sus negociaciones o incluso los contactos con los israelíes han resultado inefectivos.

En cambio, ante una riña interna infinita, con sus líderes casi continua y desesperanzadoramente divididos, ha prevalecido un estado de parálisis política y administrativa. La tenacidad palestina, a la que se agarran, alimentando la herencia de la Nakba, ha mantenido vivo su sentido de identidad aparte, aunque persiste su fratricidio en ausencia de una autoridad aceptada y efectiva. Avineri recuerda a sus lectores que los movimientos nacionales no se construyen bajo condiciones convenientes. (Inevitablemente) hallan enemigos, reguladores extranjeros (u) ocupaciones. Pero los palestinos, en cambio, cuando han intentado explicar las razones de sus fracasos, han sostenido siempre que se ha sido la culpa de alguien más. Siempre han tenido alguien a quien culpar, primero los pérfidos británicos, luego los retorcidos sionistas respaldados por los americanos. Más recientemente, se han agregado aquéllos que proveen la magnánima ayuda extranjera a la población autóctona (ayuda que está siendo gastada afuera, despreocupadamente, por sus corruptos líderes).

MIRANDO HACIA EL FUTURO

El tiempo no les ha servido a los palestinos. Sería mucho mejor si, sin borrar sus derrotas pasada, comenzaran a pensar un plan para el futuro, uno mediante el cual pudieran compartir como compañeros constructivos. Para acometer tremendo cambio cuanto antes, será vital para ellos levantar por sí mismos instituciones esenciales para el auto-gobierno.

Para resolver el conflicto de larga generación, los palestinos precisarán un liderazgo pragmático, razonable, y capaz de representar a sus intereses, del que durante tanto tiempo se ha carecido. “Con el paso del tiempo, la postura negativa de los palestinos ha demostrado ser una perjudicial y poderosa arma” Una tarea a encomendar sería tratar cuestiones como qué tipo de Estado se podría establecer, cuáles podrían ser soluciones razonables para sus pérdidas económicas a lo largo de los años, y cómo aproximarse a los sensibles asuntos relacionados con el derecho de los refugiados a volver o a reclamar una compensación alternativa.

Es un error el creer que Israel se ha beneficiado de la debilidad de los palestinos, tal y como se ha descrito. Fracasando en la conducción de las causas y en la búsqueda de soluciones, el conflicto, que era local en 1948, ha crecido como los hongos a lo largo de los años, hasta alcanzar unas proporciones globales. Con el paso del tiempo, la postura negativa de los palestinos ha demostrado ser una perjudicial y poderosa arma. No todo el mundo se percató de que, lo que a principios del pasado siglo era una disputa local, menor y casi tribal, se ha tornado un factor ominoso en la confrontación racial en escalada entre el mundo musulmán y occidente, la Yihad global.

MÁS PASOS POSITIVOS

“En pro de la paz con sus vecinos, a Israel le ha llegado la hora de definir cuáles deberían ser las fronteras razonables” Israel prefirió no involucrarse en los defectos de la sociedad palestina carente de liderazgo, y nunca mostró compasión u ofreció ayuda para mejorar las abyectas y sórdidas condiciones de las multitudes que vivían en los campos de refugiados de la Franja de Gaza, Líbano y la Cisjordania ocupada por Israel. Prestó poca atención al hecho de que aquéllos se habían convertido en un símbolo y en una referencia para los árabes radicales y los musulmanes que, a su vez, contribuyeron y continúan contribuyendo a la escalada global. Al Qaeda existiría sin la encrucijada de los palestinos, pero, recordando a sus potenciales seguidores las deprimentes condiciones de los refugiados por los que culpan a Israel y al apoyo de Estados Unidos, está reclutando más respaldos del mundo musulmán.

Israel debería entender que no puede renegar de su responsabilidad, como regulador tanto de su propia minoría palestina, que conforma en torno al 20 por ciento de la población, como de aquéllos que ocuparon Cisjordania, llegados bajo el gobierno militar. Debe comprender que procurar la paz es posible y es de una prioridad más importante que la que ha tenido hasta ahora. En pro de la paz con sus vecinos, ha llegado la hora de definir cuáles deberían ser las fronteras razonables. Y debería dar más pasos mucho más positivos para alentar, incluso seducir, a los sectores más ilustrados de los palestinos, para volverse así más activos en la búsqueda de la cooperación y de un acuerdo razonable y aceptable para todos.

Que todos los que creen en la paz, recen por que todo esto acontezca pronto.