universidad.jpgA pesar de las injerencias estatales o las presiones de ciertos grupos de interés, la autonomía universitaria es un legado latinoamericano fundamental. Más que una idea acabada, es un proceso permanente frente a los cambios mundiales y nacionales, e implica revisar continuamente las relaciones de las instituciones educativas con la sociedad civil, las empresas, los partidos políticos, y, sobre todo, con el Estado.

(Desde Tucumán y Buenos Aires) LA REBELDÍA ESTALLA AHORA EN CÓRDOBA (…). Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y –lo que es peor aún– el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático (…).

«Nuestro régimen universitario –aún el más reciente– es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. «El movimiento iniciado hace 90 en el corazón de Argentina, muy rápidamente se extenderá a todo el continente e inclusive más allá del océano atlántico» El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.

Es con estas palabras que el 21 de junio de 1918, los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, reclamaban en su manifiesto la reforma universitaria que posteriormente será llamada la autonomía (La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica. Manifiesto de Córdoba, tomado de la página de la Federación Universitaria de Buenos Aires).

El movimiento iniciado hace 90 años en el corazón de Argentina, muy rápidamente se extenderá a todo el continente e inclusive más allá del océano atlántico. Aunque el movimiento cordobés enfatizaba solamente la participación estudiantil, la autonomía universitaria optará por el concepto del co-gobierno, autoridades, académicos y estudiantes para la toma de decisión en los asuntos universitarios.

REITERADAS VIOLACIONES A LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

«Aunque muchas universidades latinoamericanas lograron su autonomía hace varias décadas, éstas fueron violadas cuando los gobiernos autoritarios decidían intervenirlas» En Argentina, la autonomía universitaria fue reconocida por primera vez en 1919, como consecuencia del movimiento de Reforma Universitaria que se había iniciado en Córdoba el año anterior. Al siguiente año el movimiento estudiantil peruano logra establecer también la autonomía. En México, en 1929. En 1931, es el turno a Bolivia (gracias a un movimiento conjunto entre académicos y estudiantes) y a Chile. Después de la Segunda Guerra mundial el movimiento se extiende a Costa Rica (1949), Uruguay y Venezuela (1958), República Dominicana (1961).

Sin embargo, aunque muchas universidades latinoamericanas lograron su autonomía hace varias décadas, éstas fueron violadas reiteradas veces durante los periodos dictatoriales o simplemente cuando los gobiernos autoritarios decidían intervenirlas. Es a partir de las décadas de los años setenta que la autonomía sería consignada como un derecho constitucional. «El problema de la autonomía universitaria, que es el problema de las relaciones entre una corporación e instancias externas de decisión, es muy complejo y delicado»

En la cuna del proceso autonómico, los gobiernos militares tendieron a intervenir las universidades, como fue el caso de la Noche de los bastones largos en 1966 durante el gobierno de Onganía, y solamente con la reforma de la Constitución de Carlos Menem de 1994 se le garantiza a la Universidad este derecho (art. 75, inciso 19). En Perú, reiteradas veces se interviene en las máximas casas de estudio y en 1979 se le garantiza constitucionalmente la autonomía en el artículo 18. En Uruguay, el Gobierno de Bordaberry viola la garantía universitaria en 1973, y hasta 1984 no se vuelve a restablecerse. En Venezuela, Rafael Caldera allana la Universidad Central en 1969, pero hay que esperar hasta el gobierno de Hugo Chávez para el reconocimiento constitucional en 1999.

AUTONOMÍA RELATIVA

El problema de la autonomía universitaria, que en el fondo es el problema de las relaciones entre una corporación e instancias externas de decisión, es en sí muy complejo y delicado. «En la práctica, en muchos países, el Estado decide en última estancia a los rectores, debido al peso que representan en la vida política nacional» Es el reclamo de la universidad corporativa de una independencia sustancial, es la condición necesaria para que la institución pueda cumplir con sus tareas. La universidad debe su existencia legal a un acto de una autoridad externa, normalmente el Estado; el instrumento de incorporación describe de manera detallada lo que la universidad puede hacer y lo que no puede hacer con sus propiedades, sus finanzas, en su relación con otras instituciones o con sus miembros (Renate Marsiske Schulte, Historia de la autonomía universitaria en América latina en Perfiles educativos, México, 2004).

Así, la autonomía le permite a la Universidad decidir libremente sobre sus propias normas, sus planes de estudios y todo lo referente a su vida académica. En las cuestión interna, la autonomía implica la elección de las autoridades universitarias dentro de un cuerpo colegiado y por académicos y estudiantes. «Es vital para las instituciones tener constitucionalmente garantizada su capacidad económica y atraer recursos de otras fuentes» Sin embargo, en la práctica, en muchos países, el Estado decide en última estancia a los rectores, debido al peso que representan en la vida política nacional, como es el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Por otra parte, también la autonomía ha significado que los recintos académicos quedan como rehenes de grupos estudiantiles como lo fue en la Universidad de Buenos Aires en el 2006 cuando, durante más de un año, la rectoría fue ocupada impidiendo el nombramiento de un nuevo rector de la máxima casa de estudio. La autonomía se tornó en muchos casos en un autoritarismo de algunos grupos para confiscar el proceso democrático universitario hacia fines partidistas.

PELIGROSAS LECTURAS DE LA AUTONOMÍA

«La autonomía universitaria es interpretada en muchos grupos estudiantiles como un instrumento de presión a las autoridades para impedir reformas financieras necesarias» El segundo elemento implícito es la parte financiera. Sin un presupuesto adecuado la autonomía resulta inoperante. Debido a este factor central de la vida institucional, los gobiernos pueden controlar los procesos universitarios con la amenaza de reducir el financiamiento de las casas de estudio. En este sentido, es vital para las instituciones tener constitucionalmente garantizada su capacidad económica y atraer recursos de otras fuentes. Sin embargo, la idea de la universidad gratuita se ha interpretado de manera errónea, conllevando en algunas instituciones como la UNAM, por ejemplo, a pagos semestrales totalmente absurdos (3 centavos de euro).

Así, la autonomía universitaria es interpretada en muchos grupos estudiantiles como un instrumento de presión a las autoridades para impedir reformas financieras necesarias, «Muy a menudo, la libertad se ha traducido como libertinaje» como fue el caso de la reforma propuesta por Carpizo en la UNAM a finales de la década de los años ochenta o nuevamente en 1999 que conllevaron a la parálisis de la institución. En realidad, la cuestión financiera ha servido para muchos grupos (internos o externos) para intervenir en las instituciones para fines políticos ajenos a los intereses universitarios.

El tercer aspecto de la autonomía es la libertad de cátedra y de investigación. Sin independencia de pensamiento no hay generación de nuevas ideas. Sin embargo, muy a menudo, la libertad se ha traducido como libertinaje: enseñar fuera de los programas o simplemente no enseñar por estar trabajando fuera de la Universidad por los bajos salarios de los académicos.

UN LEGADO FUNDAMENTAL

A pesar de varias trabas debido a la mala interpretación que tanto académicos como estudiantes han hecho del concepto, a las injerencias estatales o a las presiones de ciertos grupos, la autonomía universitaria es un legado latinoamericano fundamental para las instituciones educativas. En Cuba, hay que esperar hasta el año 2007 para que los universitarios reclamen su autonomía.

Más que una idea acabada, es un proceso permanente renovado frente a los cambios mundiales y nacionales, pero implica revisar continuamente las relaciones de las instituciones educativas con su entorno: la sociedad civil, los empresarios, los partidos políticos y sobre todo el Estado.

A sus 90 años, la autonomía sigue siendo una iniciativa recién nacida.