mezquitaa.jpgEntienda por qué avanza la radicalización yihadista de algunos sectores de las comunidades musulmanas desarraigadas en Europa y sepa qué medidas deben tomar urgentemente los gobiernos para integrar al Islam moderado en la sociedad europea.

PODRÍA ESTABLECERSE QUE EXISTEN una serie de elementos causantes de la radicalización yihadista que tienen en común los países europeos con una presencia significativa de comunidades musulmanas. Cabría destacar una serie de componentes inherentes entre sí, que condicionan de antemano su aptitud hacia Occidente: el ir contra los principios de la democracia liberal, la desafección hacia la sociedad de acogida, ver amenazada su identidad, la islamofobia sufrida tras los atentados, y la impresión de que las leyes antiterroristas abusan contra los musulmanes.

Tras estas predisposiciones, se dan una serie de circunstancias sobre las que emerge la radicalización como una forma de respuesta a su situación: la mayoría no posee una titulación universitaria, acusan problemas de falta de identidad e integración, se sienten discriminados, experimentan una frustración de estatus en la sociedad de acogida, se vuelcan en la religión como una forma de consuelo, reprueban la política exterior de la metrópoli en sus lugares de origen, y tienen una visión maniquea del mundo (culpando a Occidente de sus miserias).

EL DESARRAIGO, CALDO DE CULTIVO

El salafismo en Europa ha encontrado un caldo de cultivo en los jóvenes desempleados en los suburbios de las grandes ciudades, en gran parte gracias al proselitismo de los imanes procedentes de Arabia Saudí y de las becas que se les dan para estudiar en Medina. «La falta de unión entre las distintas comunidades musulmanas es uno de los grandes impedimentos para la integración» El desarraigo que viven la segunda y tercera generaciones de musulmanes en Europa es lo que les está llevando a buscar su identidad en los grupos radicales. Estos jóvenes, que no son originales de Oriente Medio pero que tampoco se sienten completamente europeos, son los más expuestos a la radicalización y a la marginalidad. Sobre ellos cabría disparar las alarmas, pues ese vacío lo está cubriendo el extremismo y no el Estado, ofreciéndoles así una solución a sus problemas de identidad y de pertenencia. Ante tal vacío, es el mismo Estado el que debería de intervenir, pues los jóvenes de segunda y tercera generación están cada vez más involucrados en el reclutamiento.

También se hace necesario sentar a las diversas comunidades que conviven en Europa, con la finalidad de consensuar los valores a compartir, aun a pesar de que resulte una complicada tarea, pues las mismas comunidades islámicas están divididas en torno a esta cuestión y a la aplicación de la sharía en Europa. La falta de unión entre las distintas comunidades musulmanas, la ausencia de un liderazgo unificado, de un interlocutor de consenso ante la administración pública, en definitiva, «Cabría regular la profesión de los imanes, exigiendo unos estándares de respeto por los valores europeos para poder ejercer en las mezquitas» de un referente representativo ante la sociedad de acogida, es uno de los grandes impedimentos. Ello podría deberse, en parte, a la pluralidad de tendencias dentro de la comunidad musulmana, un reflejo de sus diferentes posturas frente a Occidente y de sus diferentes variantes ideológicas.

También se empieza a proponer la formación de los imanes en la aceptación de nuestros valores y en la integración en la modernidad europea, pues a menudo inculcan los de la sociedad desde la que provienen. Los grupos salafistas se están nutriendo mayoritariamente de jóvenes musulmanes que se sienten rechazados en Europa. Por tanto, cabría regular la profesión de los imanes, exigiendo unos estándares de respeto por los valores europeos para poder ejercer en las mezquitas.

INTEGRAR LA PRÁCTICA DEL ISLAM

La Plataforma de Organizaciones Islamistas de Rijnmond –SPIOR–, liderada por un profesor de estudios islámicos de Oxford, ha iniciado una campaña en Europa contra los matrimonios forzosos. «Hay que apoyar al Islam moderado, y asumir que las políticas restrictivas hacia la inmigración pueden llevar a extender la radicalización» Se están dando muchos más casos de los que parece, pues se practica en silencio, y están aumentando el número de mujeres jóvenes que se van de casa para huir de esta práctica. Los responsables de esta iniciativa pretenden convencer de que el matrimonio forzoso va contra el Islam, y son más bien prácticas que tienen como objeto preservar los bienes y riquezas. El mismo Coordinador de la Lucha Antiterrorista de la UE, Gijs de Vries, reconoce que la comunidad moderada europea juega un papel clave en todo esto, y en la necesidad de consensuar valores comunes como el respeto a la vida, a los estándares democráticos, a la libertad individual y la dignidad. Por tanto, hay que apoyar al Islam moderado, y asumir que las políticas restrictivas hacia la inmigración pueden llevar a extender la radicalización entre el colectivo musulmán (de ahí que sean necesarias fórmulas de integración con apoyo a su identidad cultural).

Por otra parte, no se ha logrado integrar la práctica religiosa en la sociedad, en cuanto que la ejercen de manera aislada y críptica, creando esos espacios-gueto. Por ello, el reto pendiente es del de ofrecerles un espacio público bien regulado para poder desarrollar su identidad, y hacer compatible esa práctica religiosa con el medio social en el que se desenvuelven en el país de acogida.

Hay que abordar cómo hacer compatible el Islam y sus costumbres, con los valores occidentales en la sociedad de acogida, pero muy específicamente a la hora de conjugar laicidad y teocracia en las diferentes formas de entender las relaciones sociales: cómo adaptar esas costumbres a las de una sociedad de acogida y su Estado secular, delimitar claramente las costumbres contrarias al respeto a la libertad individual, los derechos humanos universales, y a la integridad individual. Por ejemplo, cómo podrían no entrar en colisión la posibilidad de matrimonios mixtos y los pactados o forzados, la práctica de la ablación, el uso del velo, con el respeto a la integridad física, la libertad individual y la no imposición.

GEMEINSCHAFT VERSUS GESELLSCHAFT

Están en juego la contraposición de los conceptos de comunidad (Gemeinschaft) y asociación (Gesellschaft) de Ferdinan Tönnies, ambos con elementos integradores y disgregadores por igual. En la forma de organización de comunidad el ligamen afectivo, tribal y familiar está por encima de la libertad de decisión individual, pues la voluntad individual se entrega y se diluye en la comunidad. Sus miembros se ven más comprometidos con las normas impuestas por su comunidad que por las del Estado. Por el contrario, la forma de organización social occidental está fundamentada en la asociación, entendiendo por ello formas de relaciones sociales contractuales y donde median los fines individuales.

En la Gemeinschaft el individuo no es tal sino que debe obediencia a su grupo de referencia, «sería necesario llegar a un pacto a gran escala, e inculcar los valores fundamentales europeos en que se basa nuestro sistema de convivencia» y en la Gesellschaft ninguna estructura marca el modo de vida y la moral pues se reserva a la autonomía de la persona. Por ello, estando las comunidades islámicas (Gemeinschaft) interaccionando en una sociedad que funciona por Gesellschaft, habría que delimitar aquellas costumbres que puedan considerarse compatibles con nuestros reglamentos jurídicos y derechos fundamentales de las que no lo son.

Pero por otra parte las comunidades musulmanas deberían comprometerse a aceptar y respetar la libertad del individuo y los derechos fundamentales de nuestras constituciones, que son en definitiva los del país que les está acogiendo. Para ello, sería necesario llegar a un pacto a gran escala, e inculcar los valores fundamentales europeos en que se basa nuestro sistema de convivencia.

EL CASO ITALIANO Y SUS DESIGUALDADES

En cuanto a las diferencias entre países cabe destacar el diferente trato legal que el Estado italiano otorga a los distintos credos religiosos, dotando de menos importancia y representatividad a la religión musulmana. Tal vez ello contribuya a acentuar el sentimiento de discriminación, además de que los acuerdos religiosos están anquilosados, pues se firmaron a principios del siglo pasado, y no representan a la realidad actual.

Estos colectivos no pueden continuar funcionando sin reconocimiento legal, lo que denota una ausencia de control legal por parte del Estado sobre un colectivo que necesita ser regulado e integrado en el sistema, tratándose además de un problema tan trascendente como el de los factores que influyen sobre la radicalización islamista.

«Italia no tiene sólo pendiente revisar los acuerdos Estado-distintos credos religiosos, también igualar las prerrogativas recibidas desde el Estado» La iniciativa de Prodi, la Carta de Valores de 2007, es un intento de actualización, pero la principal crítica se centra en que esa exigencia de respeto a nuestros valores debería de ir dirigida también a todos los colectivos extranjeros que se incorporen a nuestras sociedades. Por ejemplo, en la Carta se exige la escolarización obligatoria, algo que también sería extensible al colectivo gitano rumano (por sus características en cuanto a ser reticentes a insertarse en nuestro modelo educativo y laboral).

Italia no tiene sólo pendiente revisar los acuerdos entre el Estado y los distintos credos religiosos, también igualar las prerrogativas recibidas desde el Estado.

LA LÍNEA ENTRE EL RESPETO Y EL FAVORECIMIENTO DE GUETOS

Francia parece que camina en el sentido correcto de desligar el culto que se imparte en las mezquitas de sus países de origen. Aunque el marcado carácter laico de su Estado representa un escollo para algunas prácticas musulmanas que son señas de identidad, como el caso del velo.

Los Países Bajos avanzaron bastante desde el año 1986, al dotar de las mismas prerrogativas y estatus a la religión islámica que a las otras religiones. «Alemania lleva tiempo controlando la financiación de las mezquitas, exentas de influencias del exterior y basada en la aportación de los fieles y del sistema» Pero entrados en el siglo XXI se detectaron algunos colegios musulmanes en que se estaba enseñando el rechazo a occidente (lo que se explica por las donaciones que reciben desde Arabia Saudí). Este parece ser un factor constante en todos los países europeos, lo que explica el nuevo interés de los Estados por abordar la financiación de mezquitas y escuelas. Ello también es indicativo de que alguna forma de reconocimiento y respeto de los valores europeos se les debe de exigir, sin que excluya el derecho a desarrollar sus costumbres en la sociedad de acogida.

La forma en que ejercen su religión las comunidades turcas de Alemania puede representar el referente hacia el que caminar, que desarrollan el ejercicio de la fe y la religión en lo privado y sin interferir en lo público. «El 11-S y el 7-J han desatado el intervencionismo por parte del gobierno británico» Con ello hay espacio para el respeto de otras formas de convivencias y costumbres sociales, y solamente la ley y el Estado pueden interferir en los conflictos. Alemania lleva tiempo controlando la financiación de las mezquitas, exentas de influencias del exterior y basada en la aportación de los fieles y del sistema.

Sin embargo, el escrupuloso respeto del Estado por la práctica islámica en el Reino Unido, hasta el punto de desentenderse de ellos en aras de impulsar la multiculturalidad, ha desembocado en la formación de guetos con el paso de los años, un auténtico hábitat donde fomentar el radicalismo (aprovechando esas facilidades). El 11-S, pero muy especialmente el 7-J londinense, han desatado la respuesta contraria por parte del gobierno británico, el intervencionismo.

UN FENÓMENO LATENTE

Éstas son, por tanto, las materias por las que se van a tener que movilizar los gobiernos europeos para afrontar la radicalización yihadista, fenómeno que ha permanecido latente durante años en Europa: mediante la creación de escuelas islámicas, clases de religión en la escuela pública, poner a su disposición una legislación y unos recursos que den cobertura a las necesidades derivadas de la puesta en práctica de sus costumbres sociales; la formación de los imanes, y así mismo de los profesionales de las escuelas musulmanas; la financiación de las mezquitas y de las escuelas; las políticas de integración laboral y de residencia, y la asistencia social.

Al mismo tiempo, el fenómeno de la radicalización en las prisiones requiere de una inversión para la formación de personal, y para proveer a los reclusos de una cobertura moderada a sus necesidades religiosas. Se hace necesario también lograr una representatividad e interlocución con el Estado y las instituciones, una mayor persecución de la apología extremista y del terrorismo, y de los grupos que lo fomenten; así como tener en cuenta el carácter teocrático de sus sociedades de origen.

Y por último, el consenso entre europeos y comunidades musulmanas a la hora de respetar y reconocer derechos fundamentales, van a ser los puntos clave para abordar el fenómeno de la radicalización islámica en la Europa del siglo XXI.