roucozp.jpgEl año que termina ha sido uno de los más tensos que se recuerda en las relaciones Iglesia-Estado en España, dice el autor.

(Desde Madrid) 2009 SE PRESENTA PARA LA IGLESIA ESPAÑOLA como muy tranquilo internamente y lleno de «peligros» en el exterior.

Realizadas en marzo pasado elecciones en la Conferencia Episcopal Española (CEE), el liderazgo volvió a las manos firmes y seguras del arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco, cuyo control se verá reforzado por la reelección también hace pocas semanas del secretario y portavoz de la CEE, Martínez Camino, un jesuita conservador que ha sido también promocionado en 2007 al puesto de obispo auxiliar de la diócesis de Madrid.

Otro factor de confianza es el aportado por el reciente nombramiento del cardenal primado de Toledo, Antonio Cañizares, de 63 años de edad, al frente de la congregación vaticana del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, es decir, el ministerio de la liturgia, uno de los asuntos privilegiados por el actual Papa. El paso ha sido preparado con minuciosidad desde hace un año y se ha realizado cuando Cañizares ya no es imprescindible en la CEE para asegurar la línea ortodoxa, cosa en la que destacó en el período 2004-2008 desde el cargo de vicepresidente, cuando su mentor y aliado Rouco fue defenestrado provisionalmente del sillón de presidente que ocupaba ya durante los ocho años anteriores. Cañizares ha protagonizado durante ese período el pulso con el gobierno tanto públicamente como en las negociaciones a puerta cerrada con la representante gubernamental, la vicepresidenta Teresa de la Vega.

Es una incógnita quién le sucederá en Toledo –la sede del Primado de la iglesia española– y en las negociaciones con el gobierno con vistas a la posible revisión del concordato vigente. Una opción posible sería el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, que fue presidente de la CEE en 2004-2008 y ahora es su vicepresidente, y que no se dejó convertir en símbolo de oposición al dúo conservador Rouco-Cañizares.

UN COMITÉ DEPENDIENTE DE LA POLÍTICA

«Los mandamientos irrenunciables que Benedicto XVI ha planteado a los católicos han ido concentrándose en una sola palabra: familia, familia, familia» El Comité Ejecutivo de la CEE está en lo esencial unido: los Cardenales Rouco Varela, Amigo Vallejo, Cañizares Llovera y Martínez Sistach; el Arzobispo Osoro Sierra y los Obispos Blázquez Pérez y Martínez Camino, forman ahora un bloque más compactado que en el pasado. Rouco y Camino avanzarán sin duda en la homologación ratzingeriana de la jerarquía, donde se reduce la disidencia a muy pocos nombres.

Según sean los resultados en las elecciones políticas pendientes en el país durante el año próximo –gallegas y vascas en marzo, europeas en junio– si unos malos resultados provocaran una hipotética crisis del PP, eso permitiría a la CEE reforzar su influencia en el Partido Popular, mediante sectores que vienen siendo representados por Esperanza Aguirre y Francisco Álvarez Cascos frente a un Ruiz Gallardón que defiende la línea aconfesional y un Rajoy que la practica. Si por el contrario, la crisis deteriora en mayor medida la posición del gobierno del PSOE, sin duda tendrá la CEE un aliciente en arreciar sus críticas, en un panorama de grave crisis que podría conducir incluso a elecciones anticipadas a finales de 2010.

En todo caso, en lo que se refiere al frente exterior, las crecientes dificultades de la iglesia ante una fortísima ofensiva laicista, no parecen predominar las posiciones extremas en la cúpula episcopal sino el modelo Rartzinger de puño de hierro en guante de terciopelo. «El combate ideológico supera con mucho el escenario ibérico, para ser sin duda de carácter planetario e importancia histórica» Los mandamientos irrenunciables que Benedicto XVI ha planteado a los católicos claramente desde el inicio de su pontificado han ido concentrándose en una sola palabra: familia, familia, familia. La familia tradicional, con un hombre y una mujer unidos indisolublemente, que reza y permanece unida, que nunca recurre al aborto, ni a la píldora anticonceptiva, ni al divorcio, que cuida de los ancianos y los enfermos, y le repugna la eutanasia. La salvación del mundo está en ella, dice el Papa, mientras una buena parte de la sociedad occidental la da por periclitada y desaparecida acostumbrándose rápidamente a alternativas arriesgadas.

Los laicistas en el poder en España –en el poder gubernamental, cultural y económico– presentan a menudo la reacción tradicional como un invento de la iglesia española en connivencia con el PP, pero el combate ideológico supera con mucho el escenario ibérico, para ser sin duda de carácter planetario e importancia histórica.

El PSOE acometerá sin duda otra vuelta de tuerca de laicismo, aprobada en su 37º Congreso Federal. El Comité de Expertos de la ministra Bibiana Aido trabaja para que la nueva ley del aborto entre en vigor a finales de año o inicios del 2010. El ministro de Sanidad, Bernat Soria, prepara la regulación dentro de esta legislatura del suicidio asistido en casos de enfermedad irreversible. Ya ha sido inaugurado el primer servicio municipal de asesoría gratuita en muerte digna en la localidad madrileña de Rivas.

LIBERTAD RELIGIOSA

«La intención del PSOE es equiparar todas las convicciones, con independencia de su carácter religioso o no, mientras que la ley de 1980 excluía de su regulación a las creencias que no fueran de tipo religioso» Rouco ha ofrecido ceder a la implantación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía –planteada como alternativa a la de Religión, y con fuertes contenidos anticristianos–, a cambio de una modificación del programa de la asignatura. Pero el acuerdo no parece viable, pues el gobierno está ganando la batalla.

Rouco también pretende mantener los acuerdos que hoy rigen las relaciones entre la Iglesia y el Estado, firmados en 1979 como continuación de los de 1953. El Gobierno ya ha dicho que quiere reformar la ley orgánica de Libertad Religiosa para adecuarla a las nuevas circunstancias y al pluralismo religioso que caracteriza a la España de hoy, establecer garantías para la libertad de conciencia e incorporar los acuerdos hoy vigentes entre el Estado y otras confesiones religiosas, además de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional de los últimos años.

La intención del PSOE es equiparar todas las convicciones, con independencia de su carácter religioso o no, mientras que la ley de 1980 excluía de su regulación a las creencias que no fueran de tipo religioso. Es decir, que las asociaciones de tipo filosófico o humanista pasarán a tener la misma consideración que las creencias religiosas. Además, el programa electoral socialista avanzaba que la contribución de las confesiones a la deliberación pública en las sociedades democráticas, a su desarrollo ético y cultural debe entenderse siempre subordinada a la soberanía de las instituciones democráticas, al imperio de la ley y, en definitiva, a la voluntad ciudadana mayoritaria.

Toledo será sede del Congreso Eucarístico Nacional de 2010, que será también Año Santo en Santiago de Compostela. No contenta con las varias universidades que le son afines, la iglesia española anunció la creación de su propia universidad. Y la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el mega encuentro que reúne a los jóvenes católicos de todo el mundo, será en Madrid en 2011.

2008: CONTINUIDAD INTERNA, PUGNA EXTERNA

Pero el que termina ahora, fue uno de los más tensos años que se recuerda en las relaciones Iglesia-Estado en España. «En la Conferencia Episcopal se registró el retorno triunfal del cardenal Rouco Varela a la presidencia por tercera vez» Estuvo condicionado desde su inicio por la gran movilización católica en Madrid de la víspera de Nochevieja. Y aunque las manifestaciones con el episcopado al frente no se repitieron, el gobierno socialista planteó las elecciones como una batalla laicista, máxime cuando los obispos en su manifiesto electoral recordaron a sus fieles que no podían votar por un partido que había dado en una legislatura más pasos contra su doctrina que nunca antes desde la guerra civil.

El Nuncio del Vaticano en España, el portugués Monteiro de Castro, acudió a cenar con Zapatero, pero cada parte mantuvo el pulso. En marzo, hubo elecciones en ambas instituciones separadas por pocos días, y ambas fueron continuistas. Como ya hemos citado, en la Conferencia Episcopal se registró el retorno triunfal del cardenal Rouco Varela a la presidencia por tercera vez y con el paréntesis de un mandato del obispo Blázquez, que pasó a ser vicepresidente. En el gobierno de la nación, repitió mandato el presidente Zapatero. Antes y después de conseguirlo, prometió redoblar su política anticlerical para seguir reduciendo la presencia social y las ventajas comparativas de la Iglesia Católica, y que ampliaría la protección al aborto y la eutanasia.

El nuevo comité ejecutivo de la CEE estuvo con el Papa en mayo: escucharían a Benedicto XVI en persona y a su número dos y Secretario de Estado, Tarsicio Bertone, instrucciones y consejos de firmeza sin crispación. Pero era ostensible a estas alturas, que una parte de los fieles y del episcopado se estaba radicalizando. Se acusaba al Partido Popular y su líder derrotado en marzo, Mariano Rajoy, de debilidad y tibieza, y durante la crisis interna del PP hasta su congreso en junio, hubo amagos de organizar una corriente más dura ideológicamente que sólo se concretaron en la propuesta de Francisco Álvarez Cascos para que el partido se reconociera cristiano. La pugna interna del PP fue acompañada por una monumental campaña para descabalgar al locutor estrella Federico Jiménez Losantos de la COPE que fracasaría sonoramente, puesto que la Comisión Permanente de la CEE de mediados de junio, no sólo lo mantuvo al frente de su programa La Mañana, sino que ni siquiera le criticaba por una reciente sentencia condenatoria por difamación del alcalde de Madrid, el popular Ruíz Gallardón.

En este contexto, el 37º Congreso Federal del PSOE como ya hemos dicho aprobaba avanzar hacia la laicidad del Estado, crear un grupo de expertos para revisar la legislación sobre el aborto, proponer la supresión del tratamiento paliativo a enfermos terminales, y defender la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Zapatero recibió a Rouco en La Moncloa el 1 de agosto y ya a primeros de septiembre sus ministros Bibiana Aido y Bernat Soria se ponían al trabajo en sus respectivas competencias. De nada sirvió que el cardenal Levada -número tres del Vaticano- pidiera diálogo desde Santiago de Compostela.

Sin embargo, conforme avanzaba el año, las intervenciones de Rouco fueron ganando en pragmatismo. La asamblea plenaria de noviembre confirmó la continuidad en la CEE; fue reelegido Martínez Camino como secretario y portavoz, a pesar de una nueva campaña en su contra. A la terna oficial para este cargo, un grupo de obispos añadió la candidatura alternativa de Raúl Berzosa Martínez, obispo de Oviedo, que sólo obtuvo finalmente tres votos. Rouco controla la CEE tanto al menos como Zapatero controla el PSOE. Y ha encontrado una línea sucesoria muy prometedora en la figura del jesuita Martínez Camino, ya desde hoy aspirante futurible a medio plazo a la presidencia de la CEE y la mitra madrileña.

SIGNOS DE FORTALEZA

El Camino Neocatecumenal de Kiko Arguello recibía finalmente el respaldo de Roma con sus estatutos definitivos y se consolidaba como la columna vertebral de la iglesia española a pie de calle. «Las objeciones de conciencia católicas contra la asignatura de Ciudadanía no fueron muchas, pero tampoco lo fueron en el bando contrario las peticiones de apostasía» Los Legionarios de Cristo iniciaron la llamada nueva evangelización en tierras propias, con 700 misioneros durante la semana santa en más de una docena de provincias. Comunión y Liberación confirmaba su fuerte predicamento en Italia, dirigida por otro español, el sacerdote Julián Carrón. Y el Opus Dei celebraba el 25º aniversario de su Prelatura original y única, y avanzaba en la canonización de su segundo santo, Álvaro del Portillo. El año 2008 vio también llegar al mando de la Compañía de Jesús a otro español, Adolfo Nicolás, que recordaba al no olvidado padre Arrupe.

La iglesia española, que había iniciado el año con tres nuevos cardenales, dos de ellos tan significativos como Sistach y García-Gasco, los arzobispos de Barcelona y Valencia respectivamente, vio nombrar para la Curia Romana a otros españoles, el jesuita Ladaria como segundo en la Congregación de la Doctrina de la Fe, y el sacerdote Carlos Simón Vázquez, como Subsecretario del Pontificio Consejo para la Familia. Mientras, en las importantes diócesis de Bilbao y Sevilla se aseguraba continuidad sucesoria con Mario Iceta Gavicagogeascoa como obispo auxiliar en la primera, y José Asenjo como coadjutor en la segunda.

Se celebraron años jubilares en Asturias y Tarragona. Hubo también en el año que se acaba, y para que no faltara de nada, advertencias y recriminaciones contra teólogos díscolos, José María Vigil y José Antonio Pagola.

Las objeciones de conciencia católicas contra la asignatura de Ciudadanía no fueron muchas, pero tampoco lo fueron en el bando contrario las peticiones de apostasía, un movimiento para desvincularse oficialmente del catolicismo los ya no creyentes. 2009 podría ver el inicio de la retirada general de crucifijos de los espacios públicos, y acercar la equiparación legal de iglesia y masonería. Porque realmente no hay signos de debilidad en la ofensiva laicista.

EL CARDENAL ROUCO O LA IGLESIA ESPAÑOLA

En todo caso, la CEE se siente apoyada desde Roma. Hoy mismo monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y muy cercano al papa Benedicto XVI, de quien fue segundo de 2003 a 2005 en la Congregación para la Doctrina de la Fe, acusaba al Estado español de querer adoctrinar a los niños introduciendo esa asignatura de educación para la ciudadanía en las escuelas. La Iglesia católica española ha reaccionado con una gran dignidad y una gran firmeza a una intrusión del Estado absolutamente ilegítima. Afortunadamente, podemos contar con la Iglesia española, dijo.

Y la iglesia española es, hoy por hoy, el cardenal Rouco. En su último discurso institucional, propuso sosiego ante las tensiones levantadas por la campaña de recuperación de la memoria histórica de la izquierda durante la guerra civil y el franquismo: No son pocos los que manifiestan una justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada… Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia. A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte.

Presentando su posición, decía: Deseamos que no se nos entienda mal. No propugnamos lo que se llama una política teocrática; no reivindicamos el control de la situación para la Iglesia. La Doctrina social católica no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe, sus propias perspectivas y modos de comportamiento. Desea simplemente contribuir a la purificación de la razón y aportar su propia ayuda para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido y después también puesto en práctica. Pero no olvidaba reiterar que cuando la familia no recibe el apoyo cultural, social y legal adecuado, se están cegando las fuentes de la savia moral del ciudadano actor del orden social justo. Es la tesis central de la iglesia católica, fuera y dentro de España.