gordonbrownmabSepa por qué el 57 por ciento de lo europeos ha decidido no acudir a las urnas para elegir a sus representantes en la Eurocámara.

(Desde Madrid) UNA VEZ MAS la participación en elecciones europeas vuelve a bajar. Esta vez tenemos la mayor abstención desde el año 1979, el 57 por ciento de lo europeos han decidido no acudir a las urnas para elegir a sus representantes en la Eurocámara. El esfuerzo desplegado por las instituciones europeas para atraer a los ciudadanos ha resultado infructuoso. Era de esperar pese a que algunos dirigentes como la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margot Wallström, se empeñe, una vez más, en echar la culpa al exceso de debates domésticos.

Sin embargo, lo que hay que hacer es buscar las causas de por qué al final estas elecciones de segundo orden vuelven la vista hacia lo nacional.

SOBRAN LOS MOTIVOS

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En primer lugar, por la falta de partidos transeuropeos que tengan unos rostros fácilmente identificables por los ciudadanos.

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Segundo, por no compartir una lengua común que permita que los candidatos de otras nacionalidades den mítines en los distintos países.

«El debate sobre asuntos europeos es inexistente. La continua búsqueda de consensos hace que la política europea sea muy aburrida. Atreverse a plantear debates como si Turquía debe entrar o no en la UE asusta a la burocracia europea»

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Tercero, la no politización de estos comicios al no existir un contrincante a la derecha y otro a la izquierda del espectro político europeo que apostarán por hacerse con la presidencia de la Comisión Europea.

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Cuarto, porque los electores europeos no elegimos un gobierno si no que quienes lo hacen son los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros.

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Quinto, las instituciones son poco transparentes, enrevesadas en sus procedimientos y excesivamente burocráticas.

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Sexto, los políticos que van a Europa suelen ser aquellos que se quieren quitar de en medio los partidos a nivel nacional o a los que se promete una jubilación dorada.

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Séptimo, pretender que las elecciones europeas se sientan y vivan como propias es imposible en una entidad supranacional fría, poco transparente y sin un alma que llegue a los ciudadanos.

«La preocupación principal de los ciudadanos es el desempleo y la crisis económica. Cuando la UE actúa en esas materias lo hace de manera nacional y no supranacional a diferencia de países como los Estados Unidos»

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Octavo, es imposible que haya una opinión pública europea sin una lengua común y unos valores fácilmente identificables por los 27. No hay medios transeuropeos masivos pues lo que existe suele ser propaganda o publicidad institucional.

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Noveno, la información que llega de la UE a Estados miembros como España es excesiva pese a la poca eficacia de muchas de las políticas que se publicitan y que recogen nuestros medios en sus distintas secciones.

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Décimo, el debate sobre asuntos europeos es inexistente. La continua búsqueda de consensos hace que la política europea sea muy aburrida. Atreverse a plantear debates como si Turquía debe entrar o no en la UE asusta a la burocracia europea.

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Undécimo, la preocupación principal de los ciudadanos es el desempleo y la crisis económica. Cuando la UE actúa en esas materias lo hace de manera nacional y no supranacional a diferencia de países como los Estados Unidos.

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Duodécimo, la política exterior de la UE es prácticamente inexistente y así seguirá siendo mientras haya países europeos que sigan aspirando a un sillón en el Consejo de Seguridad de la UE.

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Decimotercero, el liderazgo en la UE es escaso y en ocasiones no es bien visto. Sarkozy, durante la presidencia francesa de la UE, sería un ejemplo a seguir.

«Debido a estas causas y otras más, la participación sólo ha llegado al 43 por ciento y en el espectro político europeo aparecen fuerzas euroescépticas, eurófobas y de extrema derecha que llenan esos huecos a los que no llegan las políticas transnacionales»

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Decimocuarto, en la educación de los jóvenes de la UE se debe incluir historia europea y saber cómo son las instituciones.

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Decimoquinto, Europa debe tener límites al menos temporalmente y con el fin de profundizar en la idea europea antes que ampliarse infinitamente, lo que puede conllevar la pérdida de su razón de ser.

Debido a estas causas y otras más, la participación sólo ha llegado al 43 por ciento y en el espectro político europeo aparecen fuerzas euroescépticas, eurófobas y de extrema derecha que llenan esos huecos a los que no llegan las políticas transnacionales.

¿Y EL TRATADO DE LISBOA?

Los resultados han significado un triunfo para la derecha y un fuerte batacazo para la izquierda. Los próximos meses son decisivos para la vida de la UE. ¿Queremos ser una mera unión económica o deseamos pasar a la acción política?

La aprobación del Tratado de Lisboa, con todo lo criticable que es, tiene la respuesta a corto plazo. Sin embargo, los resultados electorales de Reino Unido e Irlanda no invitan a la esperanza. Por qué no nos dejamos de consultas nacionales y, sin miedo a la verdad, no nos enfrentamos a una consulta europea única. Seguir construyendo Europa de espaldas a los ciudadanos no lleva a ninguna parte y debilita a la UE cada vez más. Cuándo se darán cuenta los burócratas que el Despotismo Ilustrado ya pasó a la historia; que estamos en el siglo XXI, una época en las que las demandas de información, transparencia y participación con debate son ineluctables si se quiere llevar un gran proyecto como éste a buen puerto.