topolanek-mirekLa crisis interna de la República Checa y su repercusión en el proceso europeo inquieta a Bruselas por el alcance que una cuestión interna de un miembro pueda tener sobre el conjunto de la comunidad.

(Desde México) LA REPÚBLICA CHECA dejó el 30 de junio pasado su presidencia de la Unión Europea después de una serie de crisis y críticas y en medio del peor periodo económico del viejo continente. Sin embargo, es la crisis interna del país y su repercusión en el proceso europeo que inquieta a Bruselas por el alcance que una cuestión interna de un miembro pueda tener sobre el conjunto de la comunidad.

En efecto, cuando Praga asumió el liderazgo de los 27, su inicio de mandato desató una ola de críticas con la exposición «Entropa» que realizó el artista checo David Cerny. Tradicionalmente, el país que asume la presidencia del Consejo realiza una muestra artística en Bruselas, pero Entropa levantó la ira de la mayoría de los países por la presentación estereotipada de los miembros por los artistas invitados por Cerny, desde una cruz gamada distorsionada a una bota italiana sexual.

«Pero, es la crisis interna checa que sacudió las estructuras de la Unión Europea»

EXPANSIÓN DE LA CRISIS

Pero, es la crisis interna checa que sacudió las estructuras de la Unión Europea. El 24 de marzo pasado, la oposición comunista y social-demócrata logró, con el respaldo del voto de algunos diputados del partido en el poder el ODS favorables al presidente Vaclav Klaus, una moción de censura contra el Primer Ministro Mirek Topolanek. A pesar de pertenecer al mismo partido, el presidente checo siendo un euroescéptico se opone al Premier, favorable a una mayor integración europea. El retiro de su apoyo a Topolanek explica precisamente el voto desfavorable de los diputados de derecha a su líder político y el triunfo de la oposición con 101 contra 99 votos en el Parlamento praguense.

La renuncia obligada de Topolanek y su reemplazo por un hombre apartidista, el especialista en estadística, Jan Fischer, abrió una fuerte crisis no solamente en la República Checa sino en la propia Unión Europea. Bruselas permaneció desde el abril pasado y hasta el fin de la presidencia checa, sin un liderazgo que pudiera impulsar la ratificación del Tratado de Lisboa firmado en diciembre de 2007. Inclusive, con un poder euroescéptico, Praga se unió al pequeño grupo desfavorable a la ratificación del documento europeo.

Después del rechazo por referéndum el 12 de junio de 2008, del Tratado de Lisboa en Irlanda, Praga y Varsovia se aferran a la tesis de ratificar el documento solamente después del primero, lo que podría conllevar a detener el proceso durante varios meses más y tal vez bloquearlo. Por su parte, Alemania entró en un debate sobre la constitucionalidad del Tratado con la ley básica germánica, proceso largo y complejo para aprobar o rechazar la nueva organización europea.

«Además el voto cualificado elimina los riesgos de bloqueo que aún un pequeño país puede ejercer sobre el conjunto comunitario, como la no aprobación de un Tratado»

EL TRATADO DE LISBOA

El Tratado de Lisboa, más que nunca es un texto vital para el futuro de Europea. Con la crisis checa se mostró claramente la debilidad del funcionamiento europeo y sobre todo su fuerte dependencia de la política interna de los Estados miembros. Precisamente el nuevo documento plantea, entre otros puntos:

Reemplazar a los Tratados de Roma y de Maastricht
Alargar la presidencia del Consejo europeo a 2 años y medio
Otorgar una personalidad jurídica a la Unión Europea para firmar acuerdos internacionales
Pasar a un voto por mayoría cualificada
Darle más peso al Parlamento europeo
Cambiar la Comisión de 27 miembros (uno por país) a solamente 18

Varios puntos del Tratado, si estuviera en vigor, hubieran permitido que la crisis checa no tubiese prácticamente ninguna repercusión sobre el proceso comunitario. En efecto, pasar la presidencia a dos años y medio elimina la necesidad de nombrar cada seis meses a un Primer Ministro o a un presidente en función como responsable del Consejo europeo. Además el voto cualificado elimina los riesgos de bloqueo que aún un pequeño país puede ejercer sobre el conjunto comunitario, como la no aprobación de un Tratado, por ejemplo. Finalmente, el paso de la Comisión de 27 miembros representando a cada uno de los país a 18 que representarían al conjunto de la Unión, le daría a la Comisión y al Consejo, una mayor autonomía frente a los gobiernos europeos.

Así, la presidencia checa que terminó el 30 de junio pasado fue un claro ejemplo de la necesidad de adoptar el Tratado de Lisboa y profundizar el proceso europeo para evitar que una crisis interna de un país miembro que ostenta como fue el caso de Chequia, la presidencia, pueda bloquear el proceso de integración de 27 miembros.