banco-central-europeoLa grave crisis financiera ha afectado también a Europa Oriental, mostrando la fragilidad de unas economías cuyo crecimiento a lo largo de la última década había sido jaleado por numerosos expertos. La cuestión ahora es cómo van a recuperarse países como Letonia por ejemplo y qué consecuencias puede tener para la Unión Europea el hundimiento económico de sus socios del este.

(Desde Madrid) UN NÚMERO IMPORTANTE DE BANCOS ha prestado grandes cantidades de dinero (en euros o francos suizos). Se barajan cifras que serían equivalentes al 25 por ciento del PIB de Austria o el 20 por ciento del PIB de Suecia. Estas sumas se han multiplicado para los deudores con la devaluación de las monedas nacionales, que comenzaron a flaquear ya el verano pasado. El złoty polaco perdió un tercio de su valor y lo mismo ocurrió con el florín húngaro (-23 por ciento), la corona checa (-17 por ciento), el leu rumano (-16 por ciento) y otros.

Por su parte, el gobierno letón ha intentado por todos los medios impedir la caída del let, buscando evitar la debacle que esto supondría para aquellos que han contraído deudas en euros. Para ello no ha dudado en ejecutar grandes recortes presupuestarios, como reducir el salario de los empleados públicos un 15 por ciento, y utilizar más de un tercio de sus reservas de divisas. Sin embargo, el fracaso en el intento de vender una parte de su deuda a principios de Junio ha hecho saltar de nuevo las alarmas, al tiempo que crecían las críticas de aquellos partidarios de una devaluación monetaria en Letonia. Pero si, en efecto, los préstamos no pueden devolverse en las cuotas y plazos fijados, numerosos bancos y empresas de la UE pueden tener que afrontar un grave problema.

«La actuación de la UE ha sido importante para intentar frenar la caída en picado de las economías de la región. Sin embargo algunos de sus miembros, por ejemplo Alemania, no están dispuestos ha seguir aportando dinero al este.»

LA AYUDA, O FALTA DE ELLA, DE PARTE DE LA EUROPA OCCIDENTAL

El marzo pasado el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo afirmaba que la crisis de Europa del Este estaría controlada, siempre y cuando los bancos occidentales continúen aportando liquidez a esta región. El economista del BERD Eric Berglof cifraba en 200.000 millones de dólares la partida necesaria para refinanciar la deuda contraída a corto plazo por los bancos de los países de la región con entidades extranjeras.

Fuera del sector bancario, las grandes instituciones financieras internacionales han actuado a lo largo de los últimos meses inyectando fuertes cantidades de dinero en algunas de estas maltrechas economías. Uno de los primeros beneficiarios ha sido Letonia, que hoy por hoy parece el caso más grave dentro de la Unión. El Fondo Monetario Internacional concedió a este país en Octubre de 2008 un préstamo de 7.500 millones de dólares. También Hungría recibió por esas fechas casi 28.000 millones de dólares, al igual que Rumania, que obtuvo esa misma cantidad en Marzo pasado.

Hay que destacar que la UE ha aportado una parte de estas ayudas, que ronda los 7.000 millones de dólares en los dos últimos casos. Fuera de la Unión, Bielorrusia, Serbia y Ucrania han recibido préstamos, aunque en el caso de esta última el FMI ha suspendido el segundo tramo del mismo por incumplimiento de las condiciones pactadas por parte del gobierno ucraniano. Ni que decir tiene que tales partidas están condicionadas a severos recortes presupuestarios para reducir el déficit estatal, así como a estrictas políticas fiscales, sin duda impopulares entre la opinión pública. Los últimos solicitantes de ayudas, que están siendo estudiadas en este momento, han sido Bulgaria y Lituania.

Como decía, la actuación de la UE ha sido importante para intentar frenar la caída en picado de las economías de la región. Sin embargo algunos de sus miembros, por ejemplo Alemania, no están dispuestos ha seguir aportando dinero al Este. Las declaraciones de Angela Merkel apuntan claramente en este sentido: no es lógico transferir liquidez a países que no toman medidas suficientes para reducir su déficit presupuestario, ha venido a decir la primera ministra alemana en varias ocasiones.

«La caída de las inversiones extranjeras, la reducción de las exportaciones (más de un tercio en muchos casos) y el fin de los créditos se traducen en cifras macroeconómicas muy negativas.»

INESTABILIDAD POLITICA

La aguda crisis económica ha ido acompañada de inestabilidad política e importantes movilizaciones sociales en algunos casos. En Letonia las protestas populares por el anuncio de drásticos recortes provocaron en Febrero la dimisión en pleno del gobierno de centro-derecha, muy debilitado ya por los numerosos casos de corrupción que han minado la credibilidad de los poderes públicos en esta joven democracia. En Hungría, el primer ministro Ferenc Gyucsany, líder de la formación socialdemócrata de carácter ex-comunista, renunció en Marzo.

También en este caso su cargo había sido ya cuestionado al descubrirse en 2005, poco después de ganar su partido las elecciones generales, que mintió al electorado sobre la situación económica del país. Esto hace pensar que el ingreso de Hungría en la UE podría haber estar basado en datos ficticios. Por último, la República Checa vio caer igualmente en Marzo a su primer ministro, el liberal Mirek Topolanek, derrotado a mitad de su legislatura por una moción de censura. Este revés fue además un contratiempo para la Unión, al asumir los checos la presidencia rotatoria del Consejo de la UE en la primera mitad de 2009.

LA SITUACIÓN ES PREOCUPANTE

La caída de las inversiones extranjeras, la reducción de las exportaciones (más de un tercio en muchos casos) y el fin de los créditos se traducen en cifras macroeconómicas muy negativas. Dentro de los socios comunitarios orientales, Polonia (que también ha obtenido el apoyo del FMI, pero en este caso no se trata de un fondo de ayuda, sino de un crédito flexible para aumentar las reservas del Banco Nacional Polaco y reforzar su economía), la República Checa, Eslovaquia y Eslovenia parecen resistir mejor el enviste de la crisis. Los dos últimos se han visto favorecidos por su reciente adopción del euro, objetivo éste que para el resto de los nuevos miembros se había retrasado hasta 2012. Pero incluso esta nueva fecha parece ahora muy poco realista.