taliban-2En su discurso, hace pocos días, en el Council on Foreign Relations, Hillary Clinton ofreció una rama de olivos a los Talibanes que decidan abandonar las armas. En marzo de este año, el presidente Barack Obama comentó que Washington podría estar interesado en negociaciones con miembros de los Talibanes.

La disposición a negociar forma parte de una nueva estrategia en la lucha contra organizaciones terroristas, muy diferente respecto a la era de George W. Bush.

La expresión “guerra contra el terror” desapareció del vocabulario de los altos funcionarios de la administración de Obama. Un correo electrónico a los miembros de la plana mayor del Pentágono especificó que “la nueva administración prefiere evitar el término de Guerra Larga o Guerra Global contra el Terror”. El cambio no es sólo un asunto de semántica. Es estratégico.

George W. Bush utilizó primero la frase “guerra contra el terror” unos días después de los ataques del 11 de septiembre. Antes, el Congreso la había definido como “la lucha de una civilización”. La expresión subrayó la gravedad de las amenazas y fue un llamado a la solidaridad de los civilizados contra los bárbaros.

RETORICA EN BLANCO Y NEGRO

Esta retórica en “blanco y negro” reflejaba el convencimiento de que el terrorismo no es solamente una táctica inmoral, sino también una condición inmoral, y que como tal debe ser eliminada. De hecho, la respuesta correcta contra el terrorismo tenía que ser “militar”.

Pero la “guerra contra el terror” definió mal el fenómeno, y se demostró contraproducente. Dio la idea de un enemigo unificado y transnacional, cuando la variedad de tipos de organizaciones terroristas es muy amplia. Al Qaeda no es Hamas. Unificándolos todos en un solo movimiento, se exageró la amenaza, y se unificó a grupos muy distintos, transformando a criminales en guerreros santos.

El Pentágono, bajo el liderazgo de Robert Gates, ha estado planeando un nuevo acercamiento. El documento de Estrategia de Defensa Nacional de 2008 asignó una gran importancia a la guerra irregular así como también al combate convencional.

“No podemos alcanzar la victoria capturando y matando”, explicó Gates. El general Petraeus, responsable de la nueva estrategia contrainsurgente, reforzó la idea afirmando que “cuanto más fuerza se utiliza, menos eficaz se es”. Estos comentarios destacaron un cambio de estratégica substancial.

MÁS CEREBRO Y MENOS FUERZA

Hoy la fórmula parece ser más “cerebro y menos fuerza bruta”. Las operaciones militares se subordinan a las iniciativas del llamado “poder blando”. De hecho, el documento de estrategia de Defensa Nacional establece que “más allá de la seguridad, los ingredientes esenciales de un éxito a largo plazo incluyen el desarrollo económico, el establecimiento de las instituciones, y el Estado de derecho, así como la promoción de la reconciliación interna, el buen gobierno, proporcionando servicios básicos a la población…”

Más que la victoria militar, el éxito está en consolidar la resolución del conflicto.

Un informe publicado por la RAND Corporation en 2008 respaldó el nuevo pensamiento en seguridad. El estudio observó que la manera más común que un grupo terrorista desaparece –un 43 por ciento– es a través de una transición hacia un proceso político. La segunda forma común –40 por ciento– se basa en la policía y la inteligencia, capturando o eliminando a los líderes principales de estos grupos. El uso de la fuerza militar es eficaz solamente en el 7 por ciento de los más que 600 casos examinados.

LA RELACION PAZ-SEGURIDAD

El nuevo enfoque de Obama sugiere una relación muy interesante entre seguridad y paz. El terrorismo es a menudo una extensión y una radicalización de un conflicto.

Las raíces de un conflicto –falta de oportunidades políticas, desigualdad económica o inestabilidad social como producto de la modernización– son también causas del terrorismo.

David Kilcullen, consejero del general Petraeus, en una reciente reunión en Washington, me dijo: “creíamos que la paz era un producto de la seguridad, pero hoy nos damos cuenta que la seguridad es un producto de la paz”.

Esto nos lleva a un pensamiento riguroso y novedoso sobre las interconexiones entre contraterrorismo, resolución del conflicto y construcción de la paz, donde el enfoque primario es el bienestar de la población y no solo la eliminación del enemigo.