Gal Beckerman
10/14/2010
Desde que la semana pasada Liu Xiaobo recibiera el premio Nobel de la Paz por su trabajo hacia el reconocimiento de los derechos humanos y de la democracia, el gobierno chino ha reaccionado con desdén y total negación. Beckerman dice que esto le recuerda a la respuesta soviética en 1975, cuando Andrei Sakharov ganó el Nobel. Ahora es el turno de China. En su obsesión por mantener a sus cuidadanos lejos de las ideas que no quieren que conozcan, el gobierno de Pekín ha dejado a la vista sus propios puntos débiles. El Nobel de Liu representa la esperanza de que la relación Estados Unidos – China, que hasta ahora se había limitado al plano económico, tenga ahora que empezar a adherirse a los valores universales, como los derechos humanos.
Beckerman es el autor de «When They Come for Us, We’ll Be Gone: The Epic Struggle to Save Soviet Jewry» (Houghton Mifflin Harcourt, 2010).
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